LA MARCHA TRIUNFAL PERONISTA o TOC-TOC, TOCAR MADERA
“Todas las habitaciones parecían esperar un reparto y estaban en silencio, aunque en el largo pasillo creían a veces escuchar pisadas que en lugar de acercarse y revelar una presencia imposible, se alejaban hacia el fondo de la casa. “¿Qué es ese ruido?”, exclamaba alguno, pero no se movía para ir a comprobar la causa de aquellos roces semejantes al paso de unos pies pequeños que discretamente se distanciaron del presente, (…)”
Juan Eduardo Zúñiga, “Noviembre, la madre, 1936”
“Sólo los ruidos fantasma se repetían con una perfecta exactitud”
Catherine Crowe, “El crimen invisible”
“—(…) Toc, toc, tenés un pajarito en la cabeza. Toc, toc, te picotea todo el tiempo, quiere que le des comida argentina. Toc, toc.”
Julio Cortázar, Rayuela (1980. 39)
—“Acabarán en la calle”
Julio Cortázar, “Final del juego”
A partir de ahí, la segunda secuencia será una marcha triunfal, paseo hasta la victoria final de “ellos”, quienes para algunos críticos serían seres reales con existencia física , integrantes de la teratología común a todo Bestiario, mientras que para otros se trata de entelequias invisibles y fantasmales , sin entidad empírica y fruto del judeocristiano y presumible “sentimiento de culpa” de una extraña “pareja de hecho” —“Irene y yo”— constituida por el “nosotros” del narrador autobiográfico innominado que, precisamente por la propia limitación del foco, hace posible la ambigüedad entre la materialidad de dichas “bestias” y su carácter imaginario —de acúfenos o de alucinación auditiva de un psicótico : la hipocondría de esa pareja homeopática, “una de nosotros y el otro”, que protagoniza “Cefalea”, por ejemplo. O la aprensión, las jaquecas y estados alterados de conciencia del autor: “Analizando esos síntomas [fóbicos] es probable que padeciera una neurosis obsesivo-compulsiva con visos paranoides” (Dalmau, 2015: 157)—.
OTRA TREGUA: ALTO —o ALTILLO— METALITERARIO: ¿YIN o JUNG?
—“Lo malo en vos —sugirió Traveler— es que cualquier problema lo retrotraés a la infancia. Ya estoy harto de decirte que leas un poco a Jung, che.”
Julio Cortázar, Rayuela (1980: 276)
“Los únicos que creen verdaderamente en los fantasmas son los fantasmas mismos.”
Julio Cortázar, “Del sentimiento de lo fantástico”
“(…) en el sueño había que elegir la parte más tranquila del lugar, la razón del sueño parecía ser solamente ésa, (…). Así él y su hermana elegían la sala como la parte más tranquila del lugar, (…) En ese momento del sueño Oliveira se había despertado, En la oscuridad lo único sensible era el haber estado hasta ese instante en la sala de la infancia con su hermana, y además unas ganas terribles de orinar.”
Julio Cortázar, Rayuela (1980: 555-556)
«Una asidua pesadilla de las clases medias era la horda de bárbaros que descendería de la oscuridad para quitarles casas, empleos y ahorros, tal como Julio Cortázar lo imaginó en su cuento “Casa tomada”.»
Tomás Eloy Martínez, Santa Evita
«Soñando nos es dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sospechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño que se fija.
»Sabiduría del pueblo: “Es un pobre loco, un soñador…”»
Julio Cortázar, Rayuela (1980: 456)
Pero acudamos, primero, a la anécdota real que se encuentra en la génesis del cuento:
«”Casa tomada” fue una pesadilla. Yo soñé “Casa tomada”. La única diferencia entre lo soñado y el cuento es que en la pesadilla yo estaba solo. Yo estaba en una casa que es exactamente la casa que se describe en el cuento, se veía con muchos detalles, y en un momento dado escuché los ruidos por el lado de la cocina y cerré la puerta y retrocedí. (…) Yo me defendía como podía, cerrando las puertas y yendo hacia atrás. Hasta que me desperté de puro espanto. (…).Era pleno verano, yo me desperté totalmente empapado por la pesadilla; era ya de mañana, me levanté (tenía la máquina de escribir en el dormitorio) y esa misma mañana escribí el cuento, de un tirón» (Cortázar y Prego, 2006, 88-89).
Pues bien: irracionalidad del terror a lo desconocido elaborada luego artísticamente. Y, aunque la intención consciente —o, en su defecto, la interpretación— del autor no garantiza el sentido del relato frente al que pudiera atribuirle un lector especializado o con buen ojo crítico a esa irracionalidad vehiculado por el autor inconscientemente , está en el guion contar con el juicio de intenciones de su primer e imprescindible lector:
«Al principio Julio negó que su intención al escribir “Casa tomada” fuera desarrollar una metáfora sobre el peronismo. Incluso le confesó a Aurora Bernárdez que los ruidos amenazadores que acaban expulsando a los hermanos eran en realidad fantasmas. Pero con el tiempo tuvo que aceptar que su inconsciente había trabajado en la sombra. Según reconoció en la entrevista de Joaquín Soler Serrano: “Esa interpretación de que quizá yo estaba traduciendo mi reacción como argentino frente a lo que sucedía en la política no se puede excluir porque es perfectamente posible que yo haya tenido esa sensación que en la pesadilla se tradujo de una manera fantástica, simbólica” (Dalmau, 2015: 153).
Pues bien. Obviando lo evidente —y en este caso, lo invisible, valga la paradoja—, Cortázar se desliza desde una interpretación gótico -literaria—cuento de fantasma— a una de trasfondo político-social, en un momento en que aquel niño fantasioso, hijo de un padre que abandonó a la familia, ha tomado conciencia política y se relee como tal revolucionario —la declaración es de 1983— en esa nueva interpretación sobrevenida .
La sociología literaria ha desalojado en él a la crítica psicoanalítica. El izquierdismo del pseudomarxista ha desplazado al análisis de Freud —¿o es Jung?— y, por seguir en la pesquisa biográfica de Montes-Bradley (2005) y Dalmau (2015), en esa tentativa de lo colectivo de echar tierra sobre lo individual, la fobia antiperonista acaba ocultando en el propio autor el tabú del hijo abandonado por un varón satanizado por el matriarcado familiar.
CUANDO RUGE LA MARABUNTA o LA NOCHE DE LA BESTIA
“Anduvo por las solitarias ochavas de las calles Arenales y Talcahuano, por las esquinas de Charcas y Rodríguez Peña, en los cruces de Montevideo y Avenida Quintana, apeteciendo el espectáculo de esas calles magníficas en arquitectura, y negadas para siempre a los desdichados.”
Roberto Arlt, Los siete locos
“No andamos jugando a la rayuela, sino destruyendo y proyectando civilizaciones.”
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
“Los farenses son lo que aquí denominaríamos insectos.”
Julio Cortázar, “De las simetrías interplanetarias”
Es sabido que numerosos críticos han querido ver en esa “violación” de la Casa el fantasma peronista. “Por raro que parezca, insistimos, el auge de la narrativa fantástica argentina le debe bastante al general Juan Domingo Perón”, afirma Dalmau (2015. 146). O, “Dicho de otro modo, el peronismo no sólo ha tomado las calles sino que de algún modo —los altavoces, el eterno ruido — ha irrumpido en la propia vida de cada uno en su casa” (Dalmau, 2015. 143). “Un universo desconocido que hace ruidos extraños —el ruido, siempre el ruido— y que se vuelve amenazador” (Dalmau, 2015: 152). Pero, no obstante, “Aquí hay algo que no cuadra, el coronel subió al poder en 1946 y Cortázar se fue de Argentina en 1951”, como apostilla, más adelante, Miguel Dalmau (2015: 207) .
ASALTAR EL MÁS ALLÁ: SALTO —o S/ALTILLO— CUALITATIVO
O
PASAJE AL CIELO: OTRO PASO —o PASILLO— METALITERARIO
“Tenemos que forzar la voz para oírnos entre el clamor de las mancuspias, otra vez las sentimos cerca de la casa, en los techos, rascando las ventanas, contra los dinteles.”
Julio Cortázar, “Cefalea”
“Por eso, al apartar ahora los claros ojos del tejido —un pull-over gris simplísimo—, se acentúa en su rostro la sombría conformidad del que alcanza la paz a través de moderado razonamiento y no con el alegre desorden de una existencia total. Es una muchacha triste, buena, sola. Tiene veinticinco años, terrores nocturnos, algo de melancolía.”
Julio Cortázar, “Bruja”
“(…) solamente me acuerdo de que debí de soñar algo maravilloso y que al final me sentía como expulsado (o yéndome, pero a la fuerza) que irremediablemente quedaba a mis espaldas. No sé si incluso se cerraba una puerta detrás de mí, creo que sí; (…) Pero yo seguía durmiendo, lo de la expulsión y la puerta cerrándose también lo soñé. Una certidumbre sola y terrible dominaba ese instante de tránsito desde el sueño: saber que irremisiblemente esa esa expulsión comportaba el olvido total de la maravilla previa. Supongo que la sensación de puerta cerrándose era eso, el olvido fatal e instantáneo.”
Julio Cortázar, Rayuela (1980: 577)
“Ahora Laura volvía a tener la pesadilla. Soñaba mucho, pero la pesadilla era distinta. Luis la reconocía entre muchos otros movimientos de su cuerpo, palabras confusas o breves gritos de animal que se ahoga.”
Julio Cortázar, “Cartas de mamá”
“En el recuento matinal Talita ponía placer o congoja, pero Traveler se obstinaba secretamente en buscar las correspondencias. ¿Cómo era posible que la compañía diurna desembocara inevitablemente en ese divorcio, esa soledad inadmisible del soñante?
Julio Cortázar, Rayuela (1980: 610)
—“Detesto la onironacia. Cebá mate, bicho.”
Julio Cortázar, Rayuela (1980: 322)
Sin embargo, esos sonidos inquietantes, pero reales, pueblan los relatos de Bestiario identificados con el bisbiseo y los secretos de la intimidad familiar —“¿No estás bien?, un silencio, toda la casa como una inmensa oreja, después un murmullo, y otra vez la voz de Luis” (“Bestiario”, 1994: 173); “oía la respiración de los Mañara levantados, escondiéndose en el comedor para espiarlos, estaba seguro de que los Mañara habían oído y estaban allí, contra la puerta, en la sombra del comedor, oyendo cómo él hacía callar a Delia” (“Circe”, 1994: 154)— o de animales amenazantes —“nos conmueve el alborozo de las pequeñas mancuspias y sus madres, su rumoroso parloteo sostenido” (“Cefalea”, 1994: 135-136) —.
Y resulta significativo a este respecto que la única secuencia del relato que aparece entre paréntesis —“(…)”—, la relativa a la vida nocturna, sea aquella en la que se da con diferencia una mayor presencia de las voces de contrarréplica —“En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta” y “Muy pocas veces permitíamos allí el silencio”— y en especial de Irene, en una neta regresión a la infancia —“o Irene cantaba canciones de cuna” (Cortázar, 1994.:110)—,
que encuentra su correspondencia en la regresión de ese narrador que se abisma en la ensoñación de las estampillas de Bélgica —país en que había nacido el autor en 1914—.
Se trata de un pasaje, en su doble sentido, por cuanto que al significado de ‘secuencia’ bien puede yuxtaponérsele el sentido acuñado por el propio Cortázar de ‘deslizamiento de lo real a lo fantástico’ y, en este caso, de la vigilia al subconsciente, por lo que hay de descenso al subterráneo, del pasajero que “baja al sueño” del que procede justamente el germen del relato y ese discurseo en voz alta de Irene en sueños —“(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. (…) Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)” (Cortázar: 1994. 110)— y, por ende, de salto del yo consciente del lado de acá al lado de allá del Ello oracular, del nosotros a los otros, a los antiguos moradores de la Casa.
LAS MANCUSPIAS NO EXISTEN, PERO HABERLAS HAYLAS
“Una noche las hormigas nos invadieron la camioneta y fue una batalla espantosa salvarnos de ellas, y cosas así. [Los autonautas de la cosmopista] Está contado homéricamente.”
Julio Cortázar y Omar Prego, La fascinación de las palabras
“En la casa era lo mismo, tenían sus dormitorios, el corredor del medio, la biblioteca de abajo (salvo un jueves en que no se pudo ir a la biblioteca) y el comedor de cristales.”
Julio Cortázar, “Bestiario”
“(Entonces la casa es nuestra cabeza., la sentimos rondada, cada ventana es una oreja contra el aullar de las mancuspias ahí fuera.)”
Julio Cortázar, “Cefalea”
Finalmente, y puesto que se da por cierta esa presencia —desconocida, pero descrita explícitamente mediante los símiles—, nada permite negar —al igual que en “Bestiario” se acepta que esté la “casa tomada” por un tigre real—, y con arreglo a la” teoría de los mundos posibles” —en virtud de la cual un relato presupone como predeterminado, o por defecto, el mundo real, salvo que se explicite lo contrario—, la condición de plaga de la toma de la Casa, sin perjuicio de que al sentido literal, lectura al pie de la letra, se le yuxtapusiera los otros espíritus de la letra. (En el bien entendido, dicho sea en defensa de tal obviedad, de que ha de ser el lector que niega la existencia real de la plaga quien lo demuestre y no quien se atiene a la literalidad de una invasión real de sentido oculto.)
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“La expulsión definitiva sobreviene en un segundo movimiento, que finalmente los deja en la calle” (Alazraki, 1983: 144).
“(…) por invisibles no son menos reales (…)” (Alazraki, 1983: 113). “No se trata, pues, de presencias sutiles, vagas e inasibles” (Salazar, 1981: 251).
«Personalmente, creo que al más profundo nivel, numeral, metafísico, “ellos” son seres fantásticos, malignos. Invisibles y, por ello mismo, sumamente inquietantes. Una clase de cazadores maléficos, de ángeles de la guarda de signo negativo. (…) Nos toman la casa» (Georgescu, 1994: 73). «La venganza que toman las fuerzas reprimidas cuando asoman es terrible. La anticultura, nihilista e irracional, amenaza en sordina a la humanidad, intenta expulsar a los hombres de su propia casa. El reducto de seguridades que ha urdido la cultura occidental se desmorona. Los bisabuelos, los abuelos, los padres de los protagonistas de “Casa tomada” les han construido una casa segura, les han dejado riquezas suficientes para que los dos hermanos puedan vivir con soltura, hasta les han dejado tradición de entretenimientos:él colecciona sellos, ella teje prendas que no sirven para nada; todo está en orden, todo está previsto y controlado y seguro, pero se oyen ruidos en la casa y los dos hermanos se van retirando y dejando atrás sus bienes, sus colecciones, su casa» (Bobes, 1981: 94).
«En el relato bíblico, la transgresión de Adán y Eva está claramente explicitada; en “Casa tomada” no hay referencia directa a culpa alguna, y tampoco es indispensable asumir que la haya» (Alazraki, 1983: 145).
“(…) el texto escoge la ambigüedad; no tiene un significado unívoco, (…): es un elemento polivalente o un término polisémico. Esta polivalencia o polisemia no es un accidente, sino una elección del texto, y desde ella el texto rechaza la atribución de un valor o significado definido y exclusivo, (…)” (Alazraki, 1983: 146-7). Y, en la medida en que integra lo fantástico en lo histórico-realista, “Casa tomada” entraría por derecho propio en lo que el propio Alazraki ha calificado de “ficción neofantástica” (1983. 69).
«No es casualidad que el primero de los relatos, “Casa tomada”, se refiera a la actitud de los hombres que abandonan su propia casa (su propia cabeza) al sentir síntomas extraños y hasta tiran la llave para no volver» (Bobes, 1981. 92).
“Quizá no podía ser de otro modo en un ambiente donde la parálisis infantil de la tía, y el asma, la epilepsia, la bronquitis y las migrañas de sus sobrinos estaban casi a la orden del día” (Dalmau, 2015: 62). “En este sentido se cuenta que en vísperas de su huida de Argentina tuvo que acudir a un especialista para tratar sus migrañas” (Dalmau, 2015: 293).
«En alguna parte de su vasta Summa Theologica, Santo Tomás de Aquino, maestro de Dante, inventó un engaño literario llamado quem auctor intendit, “lo que el autor pretendía”, que desde entonces se ha convertido en hebra de todo tapiz literario, tan parte de cada libro como la trama o el protagonista. A la pregunta implícita del lector, “¿Por qué me estás contando esto?”, Dante ofrecía varias respuestas implícitas: (…)» (Manguel, 2012: 226).
“Los críticos imaginativos descubren una serie de constelaciones, de simetrías en mis cuentos, muchas de las cuales sin duda deben ser ciertas” (Cortázar y Prego, 2006: 143).
“(…) digamos los cuatro primeros libros de cuentos, fueron escritos, yo no diría de una manera automática, pero sí (…) dejando que el cuento fuera tomando poco a poco su forma con una intervención de alguna manera secundaria del escritor” (Cortázar y Prego, 2006: 57).
“Siempre dijo que su domicilio de Rodríguez Peña era un lugar gótico, no por su arquitectura sino por la acumulación de terrores que nacía de las cosas y las creencias, de los pasillos oscuros y de las conversaciones de los mayores. En alguna entrevista recordó que la casa de su infancia estaba llena de sombras, rincones, sótanos, altillos. A la caída de la noche las distancias se agrandaban (…) y el suburbio escondía peligrosos vagabundos y ladrones” (Dalmau, 2015: 50).
“Pero no creo, como pude cómodamente creerlo en otro tiempo, que la literatura de mera creación imaginativa baste para sentir que me he cumplido como escritor, puesto que mi noción de esa literatura ha cambiado y contiene en sí el conflicto entre la realización individual como la entendía el humanismo, y la realización colectiva como la entiende el socialismo” (Cortázar y Prego, 2006: 33)
“Y yo me daba cuenta de que eran síntomas neuróticos por la sencilla razón de que en mis largas horas de ocio, cuando profesor en Chivilcoy, me leí las Obras completas de Freud” (Cortázar y Prego, 2006: 260).
«Acertadamente decía Mario Benedetti, en un trabajo reciente, que un cuento como “La casa tomada”, de Julio Cortázar, está más conectado con la realidad, siendo un cuento fantástico, que los prolijos inventarios de más de un autor del nouveau roman francés. Mediante símbolos certeros, “La casa tomada” representa el Dunkerque de una clase social que poco a poco va siendo desalojada por una presencia a la que no tiene el valor de enfrentar» (Galeano: 1987: 46). Y valga este ejercicio sociológico de Benjamin: “PISO DE LUJO, AMUEBLADO, DE DIEZ HABITACIONES La única descripción satisfactoria —a la vez que análisis— del estilo del mobiliario en la segunda mitad del siglo XIX, la ofrece cierto tipo de novelas policíacas en cuyo centro dinámico se halla el terror suscitado por la casa. La disposición de los muebles es al mismo tiempo el plano de las trampas mortales, y la hilera de habitaciones prescribe a la víctima el itinerario de su huida. El que este género de novela policíaca comience con Poe, es decir, en una época en que casi no existían esta clase de viviendas, no prueba nada en contra” ( 2002: 19).
«Como sugiere Eduardo Jozami: “Quizás en esa abrumadora desproporción entre la amenaza y su resultado resida el carácter paradigmático que asume “Casa tomada” como metáfora del nuevo orden peronista: si cualquier mínima señal puede indicar un peligro extremo es porque se inscribe en un contexto de grave amenaza que está siempre presente y no es necesario explicitar» (Dalmau, 2015. 152).
“El móvil que inspira a Cortázar es otro: las turbulentas aguas familiares, y más en concreto el incesto. (…] El Cortázar que escribió Bestiario no sólo era un estudiante solitario que padecía fobias a los insectos, por ejemplo, sino un hombre asustado que tenía pesadillas incestuosas con su hermana. (…) Todo es demasiado denso. Miedo, locura, fobias” (Dalmau, 2015: 210, 211 y 212). A la hora de explicar la fuga de Cortázar a Europa, se suma, pues, Dalmau a la corriente que ve la clave de “Casa tomada” en el incesto. Y, “hecho un incesto, hecho un ciento”.
“Todo eso tendrá, me imagino, una raíz edénica. Tal vez el Edén, como lo quieren por ahí, sea la proyección mitopoyética de los buenos ratos fetales que perviven en el inconsciente” (1980: 577).
“(…) y es imposible seguir en la casa cuando de los corrales llega un rumor nunca oído” (“Cefalea”, 1994:139) y “entonces no eran las mancuspias las que hacían ruidos en la casa” (“Cefalea”,1994:141).
“Puede decirse que lo fantástico que contienen [esos cuentos] viene de regiones arquetípicas que de una u otra manera todos compartimos, y que en el acto de leer esos cuentos el lector es testigo o descubre algo de sí mismo. He comprobado muchas veces ese fenómeno con un viejo cuento mío titulado “Casa tomada” que yo soñé con todos los detalles que figuran en el texto”, en Alazraki (1994:71). Y “¿Se sueña despierto al escribir un cuento breve?” (Cortázar, 1986: 73). “(…) en especial los cuentos fantásticos, son productos neuróticos, pesadillas o alucinaciones neutralizadas mediante la objetivación y el traslado a un medio exterior al terreno neurótico” (Cortázar, 1986: 66).
“Desde el punto de vista de una semiótica textual, un mundo posible no es un mundo vacío, sino un conjunto lleno o, para usar una expresión que circula en la literatura sobre el tema, un mundo amueblado” (Eco, 1981: 173).” De manera que un mundo narrativo toma prestadas, salvo indicación en contrario, ciertas propiedades del mundo real y, para hacerlo sin derroche de energías, recurre a individuos ya reconocibles como tales, a quienes no necesita reconstruir propiedad por propiedad. El texto nos presenta los individuos mediante nombres comunes o propios” (Eco, 1981: 184).