Decía Duchamp que las piezas de ajedrez son los bloques del alfabeto que moldean los pensamientos y aunque formen un diseño visual en el tablero, expresan abstractamente su belleza como un poema.
No es casualidad que Duchamp se refiera al término belleza asociado al ajedrez. Es un calificativo que los ajedrecistas acostumbran a utilizar al referirse a determinada partida, posición o secuencia de movimientos.
Pero ¿Por qué se asocia un término fundamentalmente estético al ajedrez? ¿Es sólo una cuestión simbólica o es, más bien, la armonía inherente al movimiento de las piezas, su geometría, la matemática que la envuelve o, quizás, su complejidad lo que mueve a la contemplación de una partida de ajedrez?
La serie de pinturas Chess Harmonies es un punto de partida hacia una investigación plástica en torno a esta poética. Una sinergia a partir de la recreación estética de la partida de ajedrez.
Pero además de su carácter contemplativo la serie parte de un presupuesto empírico.
Chess Harmonies invita a abrir un dialogo con el receptor a partir de un código de análisis personal de Visualización de Datos de ajedrez. Mediante este sistema he traducido la partida de ajedrez a colores y formas geométricas que se corresponden directamente con cada jugada.
Este procedimiento, como en un experimento conceptual, pretende comprobar hasta que punto se puede trasladar ‘la estética (mental) del ajedrez’ a la plástica visual. Incidiendo en la forma de mirar (y disfrutar o aprender) ajedrez y resaltando su aspecto más estético y creativo.
Aunque este proceso se adhiere a un régimen, las pinturas, en última instancia, permanecen como formas de improvisación; concibiendo la investigación como una re-creación (que no reproducción) de datos, que permita ampliar así su marco interpretativo.
“El Espíritu es la Verdad; a través de la Verdad, el hombre es libre; fuera de la Verdad, es el esclavo del destino. Ésa es la enseñanza de la partida de ajedrez; el Ksatriya que se entrega a ella no sólo encuentra en él un pasatiempo o un medio de sublimar su pasión guerrera y su necesidad de aventura, sino también, de acuerdo con su capacidad intelectual, un soporte especulativo, y un camino que conduce de la acción a la contemplación.” Titus Burckhardt
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