Viene la Muerte
Sergio Manganelli
Viene la muerte y se instala
en tu riñón
tu boca
o tus pulmones,
te taladra la sien
o desquicia tu sístole
y tu diástole.
Se amarra
como un ancla de inciertos
en tu hipófisis,
tapona tus arterias
o te ahoga
de tos sanguinolenta.
Le hace zancadillas
al frágil porvenir
y se come tus huesos
como un pac-man,
o invade tu torrente
con furias de probeta
y vergüenzas genéticas.
La cosa es que ahí está.
Apática y paciente,
callada, estéril, prolija.
Tan ingenua y tan muerte.
Usa cada mañana tu cepillo de dientes.
Se sienta a tu costado
en la mesa del bar,
amarga tu café,
ahuyenta a tus afectos,
y hace un guiño burlón
ante cada punzada
o mareo de alerta.
Ella sabe que al fin de cuentas gana.
Pero uno no es tan fácil.
Uno silba hacia adentro
aquello de Beethoven,
sonríe fugitivo,
abraza con más pausa,
prueba todos los postres,
entibia cada copa,
rehúsa puñaladas dialécticas
y revive en las faldas
que vuelan en la acera.
Mañana nos veremos
y si no, paciencia.