Descansar de Lilas tu Voz
Ramón Asquerino
Pudo tanto el dolor que no le dejó tomar aliento. Cervantes: El celoso extremeño
Como un filo espinoso que brota,
al musgo mismo de tu suave tilo,
silencioso jardín de tu costado
-letal suicida a mí, liviano tuyo-,
rubia de labios y cintura
como denso fruto intenso,
tú, recóndita a la mar,
que marea, me acantilas
las playas donde descansar de lilas tu voz,
tú, desierto arrebatado callas,
y la pleamar encallas de espejismos.
Brisa hasta el paladar, blando de niñez,
nadando fábula de cien fuentes
donde beber agosta calles de primavera,
durante esta angosta loca guerra
roca y agosto de los sentidos:
sedentes oasis a desesperar
en la casapuerta sedientos entre dunas,
donde descansar de lilas tu voz:
Pudo tanto el dolor que no le dejó tomar aliento.
Releída de palabras como yemas rebrotas,
y procrean la sangre rota de tu pregunta
una selva en ansia de dientes que se muerden,
río, madreselva de lunas, ojos abrazados,
avezados, atenazados a un aliento
donde descansar de lilas es tu voz.
Esbelta y aguamarina más que azulazul,
berilo despacio la plenitud de la orilla,
espacios morenos como arenas tímidas,
miles como íes que se asoman a la esquina,
como diéresis en tus palmas aplazadas
-dátiles de abril por pestañas-
reciben, alzadas, el viento en viento
tras la desnuda nuca de un nunca.
Cuando no haya a quién vivir
más que a la sombra de las eras,
serás un nombre impasible, fuera de la poesía,
dentro de los páramos horizontes del secano,
mano donde solo cosecha lágrimas el peregrino,
penan veinte dedos para contar otra derrota,
por el derrotero de los márgenes de un río:
agua, mar, ola, espuma, orilla, marea
abruma, y se estampan
las estampas de tu coleta:
más lejana que la mar,
donde descansar de lilas tu voz.
(Pudo tanto que le dejó este desaliento a lilas el dolor).