A Dedo
Cristina Casaoliva
A estas alturas del partido está claro que en cuanto a política y políticos se refiere, la justicia, la lógica y la ecuanimidad son sólo figurativas. Está claro también que las enrevesadas leyes que se supone nos representan i/o defienden a todos por igual, en la práctica favorecen a los altos cargos electorales y a los grandes capitales, de manera desmedida y descarada de manera habitual.
A estas alturas del juego imagino que nadie se engaña, esperando que los procesos judiciales españoles arreglen los desperfectos legales, o castiguen de modo implacable e inminente los abusos obvios de las altas esferas de poder que por ende acaban formando parte o constituyendo en sí mismas grandes cúpulas financieras.
No esperamos, yo no al menos, que las tramas de corrupción investigadas en una u otra comunidad, a miembros de uno u otro partido, a particulares eminentes o a miembros o conyugues reales, o a grandes entidades bancarias, se resuelvan castigando a los verdaderos culpables. Y por supuesto, lamentablemente, tenemos la certeza de que ni unos ni otros, devolverán ni un euro y por lo tanto no indemnizará a ninguno de los afectados que a la postre somos todos, la sociedad en su conjunto, su calidad de vida, los ingresos personales medios, el bienestar social.
Tras un verano de tiempo inestable y crisis perpetua a pesar de los titulares maquillados de recuperación económica, a sólo ocho meses de la celebración de las próximas elecciones municipales previstas para mayo del 2015, los genios del Partido Popular intentan sacar un conejo de su chistera e imponer una de sus modificaciones de ley de calado claramente caciquista, muy en la línea del fascismo político que llevan ejerciendo a lo largo de todo su mandato, apelando en última estancia, como llevan haciendo hasta el momento, a su mayoría parlamentaria.
La reforma a la que hago alusión es una reforma de ley electoral que según los expertos está llena de lagunas, que afectaría a la asignación de votos y por tanto a la elección de alcalde en los más de 8000 ayuntamientos existentes en España.
Los cambios de la ley electoral, que ya sabemos que cuando se trata del PP, sólo son inamovibles las leyes que les afectan de modo directo, se basaría en la elección directa, pese a que no aclaran demasiado el calado de lo que esto supondría. Otorgaría el gobierno municipal a la persona en función del porcentaje de votos eliminando la posibilidad de pactos postelectorales, la unión de fuerzas de partidos minoritarios y anularía claramente la representación de una parte del electorado.
Según datos publicados en distintos medios de comunicación y contando con los resultados de anteriores comicios, los partidos más beneficiados serían los grandes partidos, es decir PP y PSOE. Resultando en este caso el Partido popular, artífice de la propuesta el más beneficiado.
Esta modificación que sólo afectaría casualmente a las municipales, cambiaría radicalmente el sistema de voto actual, y las normas del juego por añadidura. Y hablando en clave económica y según cálculos de diversos expertos, el cambio que a más correr ocurría a pocos meses vista de las próximas elecciones, supondría un considerable aumento del coste electoral previsto. Pero ya se sabe que los recortes son imprescindibles sólo en aquellas áreas que los todo poderosos dirigentes estimen oportunas.
Siento nauseas ante la dictadura gubernamental a la que estamos sometidos, siento vértigo al ver sus posturas altivas y escuchar sus clamorosas mentiras.
Siento asombro, vergüenza y horror, ante la visión de sociedad antidemocrática en la que nos sumen y no veo el momento de que el pueblo pueda liberarse de su yugo.
