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ISSN 1989-4163

NUMERO 115 - SEPTIEMBRE 2020

 

Mujeres por las que Perdieron la Cabeza los Hombres

Carmelo Arribas

De todos son conocidas las historias Bíblicas, (bueno en la actualidad con el desconocimiento de libros como la Biblia, me parece que me he pasado en esta afirmación)  por las que un hombre perdió la cabeza por una mujer, aunque hubo alguna por la que no perdió la cabeza, pero le tomaron bien el pelo, y perdió la vida, como le ocurrió a Sansón, con Dalila, con la que se casó , y cuando estaba dormido le cortó el pelo en el que residía su fuerza.
Los artistas, sobre todo mujeres, han reflejado en sus cuadros con frecuencia estas escenas, entre otras cosas como descargo sicológico ante las humillaciones que sufrieron por parte de los hombres, como le ocurrió a Artemisia Gentileschi, y en otras, han sido los hombres  los que han representado en cuadros y estatuas, estas escenas, para mostrar, de que a pesar de su belleza, no hay que fiarse mucho de ellas. Y antes de que estos cuadros pasen a los almacenes, en este período  de censura contra lo políticamente incorrecto que estamos viviendo, voy a recordar alguno de ellos.

Artemisia Gentileschi fue un genio precoz de la pintura. a los 14 ó 15 años, fue violada por su profesor de perspectiva, Agostino Tassi. Agostino, era amigo y colega de su padre Orazio Gentileschi, y colaboraban ambos en la decoración del Casino de las Musas de Scipione Borghese. Tras la violación, esperaba que Agostino reparara esa afrenta con el matrimonio. Pero aunque prometió que lo haría, mintió porque ya estaba casado. Un año después de la violación, al descubrir el engaño, Orazio le denunció acusándole de violación. Pero la denuncia, fue más por incumplimiento de la promesa de matrimonio, que por la violación. En el juicio, el abogado de Tassi, la acusó de comercio carnal con diversos hombres. Esto le llevó a un auténtico calvario de revisiones ginecológicas, ante prelados y soldados, (circunstancia que influiría enormemente en su trayectoria personal y artística, condicionando los temas de sus obras), y ella que era la ofendida tuvo que sufrir la tortura, con la aplicación de  las “sibilli”, tormento que consistía en apretar los dedos de las manos con una cuerda, hasta que el torturado dijera la verdad. Este tormento le podía producir un daño doblemente doloroso, ya que no sólo le producía una lesión física, sino que no era menor el peligro de que la tortura, aplicada a sus dedos, pudiera provocarle una incapacidad que la inutilizara para el ejercicio de la pintura. Viendo el cuadro, pintado a edad temprana, “Susana y los viejos”( 1610), basado en el conocido relato bíblico, se descubre además de su atormentado mundo interior, que efectivamente, su padre no pecaba de exageración al afirmar la calidad de su pintura.La joven Susana, con la que parece identificarse, se encuentra desnuda en una escena, que más parece desarrollarse ante un tribunal que en un jardín recién salida del baño, como narra la Biblia. Tras sí, dos personajes masculinos, que no representan la edad que el relato bíblico les asigna, la miran y acosan.
"Ambos estaban heridos de amor por Susana, pero no se lo habían comunicado entre sí, porque sentían vergüenza de confesarse uno a otro su pasión y el deseo que tenían de unirse a ella y a porfía buscaban cada día la ocasión de verla. Dijéronse pues el uno al otro: Vamos a casa que es la hora de comer. Y salieron cada uno por su lado, pero dando la vuelta, vinieron a juntarse ambos en el mismo sitio. Preguntándose  la causa, se declararon su pasión y en común espiaron el momento de poder hallarla sola.

Mientras esperaban la oportunidad entró Susana en el jardín, como de costumbre acompañada sólo de dos doncellas, para bañarse, porque hacía mucho calor. Nadie había allí, fuera de los dos ancianos que la observaban. Y dijo a las doncellas: Traedme el aceite y los ungüentos y cerrad las puertas que voy a bañarme...

En cuanto salieron las doncellas se levantaron estos  y se acercaron a Susana diciéndole: Las puertas están cerradas, nadie nos ve y nosotros ardemos de pasión por ti: consiente pues y entrégate a nosotros: de lo contrario daremos testimonio contra ti de que estabas con un joven y por eso despediste a las doncellas...

Si me niego, no escaparé de vuestras manos. Mas prefiero caer inculpable en vuestras manos a pecar contra el Señor.

Y levantando ella la voz, la levantaron también los dos ancianos contra ella. Corrió uno de los dos a abrir las puertas del jardín...Y luego que los ancianos se explicaron, quedaron los siervos grandemente confundidos. “

Durante mucho tiempo se consideró que este cuadro, pese estar firmado y fechado por Artemisa había sido realizado por su padre, ya que parecía impropia la seguridad y perfección con que fue realizado, en una niña de diecisiete años. “Susana y los viejos”, es una obra que muestra del calvario psicológico, que esta bella mujer tuvo que pasar, y de la que hablan sus contemporáneos con admiración, tanto por su hermosura, como por sus conocimientos artísticos. Pero en sus cuadros como en Judit y Holofernes muestra esa especie de rictus de venganza en los labios de Judit mientras le corta la cabeza. Pero no será el único cuadro en el que se deleite cuando como en el de Jael y Sísara, en el que la protagonista, como relata la Bíblia clava un clavo de la tienda en la cabeza de Sísara, cuando está dormido.
Jael , significa en hebreo, "la más hermosa," y aparece como una heroína que salva a Israel de las tropas de Jabin, rey de Canaan, matando a su jefe.
"Bendita sea entre las mujeres Yael, Mujer de Heber Ceneo; Sobre las mujeres bendita sea en la tienda. El pidió agua, y dióle ella leche; En tazón de nobles le presentó crema. Su mano tendió a la estaca, y su diestra al mazo de trabajadores; Y golpeó a Sisara; hirió su cabeza, llagó y atravesó sus sienes. Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido: Entre sus pies cayó encorvado; Donde se encorvó, allí cayó muerto" .

No sería ella sola la que se deleitara representando a Judit con la cabeza de Holofernes, otras pintoras como Elisabetta Sirani, también representan la escena, aunque con menos carga sicológica.

Aunque si hemos de ser sinceros, quien más disfruta con estas escenas es Caravaggio, que tenía un puntito de sádico, sólo hay que ver la expresión de Holofernes o la expresión de Salomé en la Degollación del Bautista.

Todo un mundo digno de un tratado de psicología, que con estas mentes planas que  rigen los destinos políticos y ¿culturales? actuales tenemos el peligro de que cuando pasen la apisonadora de lo "políticamente correcto" nos los quiten de nuestra vista, para que no ofendan nuestra sensibilidad.


     Pérez Carreño Francisca. Artemisia Gentileschi. Vol. 13 . El arte y sus creadores. Ed. Historia 16.

     Nacar Colunga. Sagrada Biblia. Octava edición. Ed. BAC.1958.

 

 

 

 


 

 

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