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ISSN 1989-4163

NUMERO 105 - SEPTIEMBRE 2019

 

Chinos

Rosa María Ortega

   Vaya verano largo de notorio calorcillo de los que a mí me gustan hemos y estamos (tenido) y (teniendo), ¿eh? Porque septiembre es verano, te pongas tú como te pongas. Septiembre ha sido verano de toda la vida de Dios, no me lo rebatas. Si llueve, te mojas o coges paraguas y te llevas a todos lados la media manga y manga larga en el bolso (chaquetilla, por si refresca), pero septiembre... te digo yo que es verano, hazme caso. Sólo no es verano para los chinos. Que ya hemos hablado muchas veces de los chinos, y no están dispuestos al disfrute de las vacaciones estivales ni que un cirujano plástico les redondee los ojos para percatarse de las suculentas ventajas que conlleva descansar. No, descanso no quiero (piensa un chino). Por ahí no pasan, los chinos. Esos no cierran la persiana nunca, ni de noche, ni de día, ni en julio, ni agosto, ni por supuesto, septiembre. A ver si te crees que en septiembre un bazar chino va a poner el cartelillo “cerrado por vacaciones”. Ni hablar de Huawei. A LOS CHINOS NO LES GUSTAN LAS VACACIONES. EA. PUNTO.

   Eh, que no es que yo quiera meterme con el colectivo chino, que es muy grande y no es menester. Pero las cosas como son, ellos no quieren, no quieren, no quieren días libres. No saben qué hacer, se aburren ellos ahí, en el limbo vacacional, no es su hábitat. Todo lo más, he leído yo, dales 10 días. Con 10 días de vacaciones al año es suficiente, no quieren más. Claro, es que tú date cuenta de que los chinos son seres de baja estatura, piernas arqueadas, culo feo y cabello pincho negro azabache. ¿Qué van a hacer esos seres con tiempo libre? ¿Lo ves, o no? ¡Claro! Bueno, se pueden rascar, eso sí. Las chinas no, pero los chinos sí, que tienen todos las uñas largas mugrientas. Yo, cuando voy a comprar una lámina de papel de fieltro con purpurina roja sombreada a la izquierda... porque es esa clase de chorradas las que vas tú a comprar a los chinos, no vas a ir a por una lavadora, que te meten dentro y te centrifugan y se te zampan cual lestrigones en la trastienda del bazar. Te acuerdas de Ulises, ¿no? Pues mira lo que le pasó. Bueno, a él no, que era el prota de la historia y tenía que volver a Ítaca, pero a otros griegos que iban con él se los comieron los estrigones, que era un pueblo de gigantes antropófagos malo malísimo de mil demonios. Y ahora voy a hacer un inciso (hago tantos, ¿verdad? que te pierdes...): si te vas a buscar a la wiki "antropofagia", te dice que es el acto de incluir carne u otros tejidos humanos (excepto sangre) en la dieta. Como te lo cuento, Manolo. Vaya manera de decir que te comes a un señor así, por las buenas, porque tienes hambre. 

   Bueno, total... la cosa es que yo, cuando voy a un chino, al pagar, en el mostrador, me fijo siempre en las uñas largas de mugre que tienen todos, y me pregunto por qué y para qué. ¿Es necesario que un chino te dé el cambio del dinerillo que le acabas de pagar por un paquete de 3 bolis negros...con las uñas largas sucias? ¿De qué, eso? ¿De pelar berenjenas? Porque yo no sé si los chinos comerán muchas berenjenas. No sé, ¡pues que no las pelen! Las berenjenas se pueden trocear con piel y asarlas. Más de una vez he estado a un volver la esquina de preguntarle al chino que me da el cambio al pagar que por qué come tantas berenjenas. A ver, que hay otras verduras, que por qué se ciñen sólo a las berenjenas. Que si son el sustituto de las vacaciones en su tierra o cómo es la cosa, no sé. A lo mejor en Zhengzhou les dicen que las vacaciones de verano son un asco pero que comer berenjenas hasta reventar es la leche. No sé, no sé. El raciocinio de los chinos es muy curioso. 

   También me he planteado que los chinos pueden ser unos virtuosos guitarristas y a lo mejor por eso tienen las uñas largas, para poder tocar la guitarra a las 2 de la madrugada, al llegar a casa, después de cerrar el bazar pasadas la doce para dormir unas horillas. ¡Pero entonces no duermen, tocan la guitarra! Ya tengo otro enigma poliédrico y complejo a resolver. Mil millones de chinos tocando la guitarra a las 3 de la mañana (eran las 2, pero con el cambio de horario en primavera, las 2 son las 3, claro). No es cosa fútil, esta. Casi que te levantas de la cama y te vas a tomarte un café al bar, que también son chinos, y seguro que abren a las 3 de la mañana y tendrás café recién hecho por señoras chinas que no pueden dormir, porque sus maridos chinos están tocando la guitarra, entonces van y abren el bar y ya se ponen a preparar los bocadillos para el desayuno de la demás población. ¿Eh? Qué te parece. Pensando, pensando, al final vas dando y a Dios rogando con el por qué de las cosas. 

   No sé por qué he mencionado a Dios, si yo soy más bien atea. Pero mira, no sé...el subconsciente... yo qué sé, oye... o los chinos...

 

 

 

 

 


 

 

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