Creo que todas las personas, en algún momento, nos hemos hecho las mismas preguntas: ¿Qué se esconde tras la muerte? ¿Nos espera algo en otra dimensión? Sí, además, la formación de quién hace las preguntas, cual es mi caso, te lleva a cuestionarlo todo y a creerte las cosas previa demostración… todo lo que lees y te dicen, poco menos, te resbala.
Muchas religiones, de una u otra forma, intentan dar respuestas; algunas de ellas con promesas absurdas como las “tropecientas” vírgenes que te esperan deseosas.
Todo esto traspasa lo normal, ‘paranormal’ lo llaman, y ese es el fundamento de Tres minutos de color donde lo policial, podríamos decir, es secundario. Sirve como pistoletazo de salida a otro espacio paralelo al de los vivos, según nuestro concepto.
Nos enfrentamos, no a una novela negra, ¡no!, nos encaramos a una “novela acromatópsica” -sólo blancos y negros-, reitero… no sólo negro. Por lo tanto, es una historia distinta a todo lo que el lector haya leído hasta ahora… totalmente distinta.
En la mesa redonda en la que participó en CTNEGRA-2017, como moderador, le pregunté cuál era la base de esta historia. Confesó en público lo siguiente: «Fui observador para la Unión Europea en Bosnia y para la ONU en Kosovo. En un viaje en coche por Sarjevo con mi intérprete, una mujer bosnia de 45 años que había sido doctora, rompió a llorar al paso de una fosa común. Iniciamos una conversación sobre la muerte, confesándome que no creía que todo acababa en este mundo y que había presenciado una ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte) con un moribundo al que había atendido».
Esta conversación despertó el interés de Pere Cervantes en este fenómeno, fenómeno que plasma negro sobre blanco en esta novela.
Coque Brox, el protagonista de la historia, es un inspector de policía de mediana edad, separado, parco en palabras, amante de todo aquello que conserve su esencia y acromatópsico, o lo que es lo mismo, percibe la vida en blanco y negro. Herido de por vida tras sufrir una pérdida irreparable, solo le alienta la lucha por recuperar el cariño de su hija adolescente.
En una Barcelona en caída libre, cuyos locales de diseño no logran acallar la apremiante nostalgia de sus habitantes, investigará la violenta desaparición de Palma, amigo y compañero de profesión. Durante el tiempo que duren las pesquisas se las verá y deseará para mantener engañado a un suspicaz comisario que no lo quiere en la investigación, sufrirá los persistentes intentos de suicidio de su exmujer, y conocerá muy de cerca qué es una ECM (experiencia cercana a la muerte). Lejos de las clásicas novelas de procedimiento policial, el inspector Coque Brox se verá obligado a visitar un terreno verdaderamente desconocido para él y para el resto de los mortales. Lo que un descreído como él nunca la verdad, aunque el camino que conduce a ellos todavía siga siendo un misterio. Y como dijo Jorge Luís Borges: «Lo sobrenatural, si ocurre dos veces imaginaría es que hay lugares sobrenaturales que albergan, deja de ser aterrador».
Tres minutos de color explora una cuestión para todos inevitable: ¿qué hay después de la muerte?No es una novela escrita solo para que te guste, sí lo es para que te estremezca, te haga dudar y reflexiones.
La densidad psicológica de los distintos personajes que la integran servirá de contrapunto a una trama policial hasta la fecha inédita.
Tres minutos de color son tres maneras de sentir la vida. Documentación máxima, hace que lo imposible sea “casi” posible. Sensaciones máximas y distintas a las que hemos podido disfrutar con otras historias negras.
Hemos de dejar que el autor nos guíe hasta la última página de la novela… sin hacernos preguntas, sin cuestionarnos nada. Al cerrar el libro algo ha cambiado en el interior de uno… por muy científico y descreído que seas.
Pere Cervantes (Barcelona, 1971) se crio a caballo del Poble-sec y el barrio marinero de la Barceloneta. Tras veinticinco años pateando las calles de este país con una placa en su bolsillo y un arma de fuego en su cintura (prefiere no imitar al inspector Méndez, de González Ledesma), afirma disponer de una mirada en modo grabación que le sirve de primera mano para crear sus novelas. En su paso por los Balcanes como miembro de las Naciones Unidas, aprendió que la hostilidad, al margen de etnias y religiones, suele atemperarse con la lectura.
Esta es su tercera novela policíaca después de haber publicado las veneradas No nos dejan ser niños y La mirada de Chapman, ambas en Ediciones B.
Desde el año 2016 es colaborador habitual en la Cadena SER (SER Cat), en «3-14-16: La nit que no s’acaba», y coguionista del largometraje La soledad de las ballenas, del director de cine Rodolfo Carnevale, en la actualidad en fase de preproducción en Argentina.
En el año 2018 ha publicado Golpes (Alrevés).
Después de conocer la obtención del Premio… charlamos con Pere Cervantes… Gracias y ¡Felicidades!
P.- ¿Qué supone para usted haber ganado el II Premio de novela Cartagena Negra?
R.- Tres minutos de color es la novela que me llevó a abandonar la gran editorial en la que publicaba y renunciar a otros proyectos. Cuando quien debía creer en ella y apostar por ella no lo hizo, yo no me vine abajo, y continué reescribiéndola para que llegara a los lectores la mejor versión de la historia. Fue La editorial Alrevés la que le llevo apenas 15 días para darme el SI tan ansiado por los escritores. Siete años me llevo terminarla, siete años de esculpir una historia que llevaba dentro cuya estructura fue más compleja de lo planificado. Por lo que el premio de Cartagena Negra ha significado ese plato caliente y una cama para quien anda a solas por la senda turbulenta que es la literatura. Y ese calor que estoy recibiendo merece toda mi gratitud y mi ilusión para este festival que tantas alegrías dará al género negro de este país.
P.- Por si alguien anda despistado... ¿Quién es Pere Cervantes?
R.- Un contador de historias que también procura vivirlas.
P.- ¿El apellido le supone un hándicap?
R.- Es más anecdótico que otra cosa. Si me sirve para que no me olviden, bienvenido sea el ilustre apellido.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace Tres minutos de color?
R.- Como la mayor parte de la literatura, Tres minutos de color nace de una inquietud. En este caso la novela me sirvió como bálsamo ante el vacío que provoca la posibilidad de que tras la muerte no haya nada.
P.- ¿Cree que hay "otra vida" después de esta?
R.- Creo en lo que la ciencia está trabajando hasta la fecha a través del estudio de las ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte), y no es más que la posibilidad de que nuestra conciencia nos sobreviva. Creo que el estudio de las ECM es el modo más directo de conocer el proceso de la muerte.
P.- ¿Es complicado escribir sobre una dimensión, sobre algo que no podemos palpar o acotar?
R.- Es muy complejo escribir sobre lo inefable. Por ello intenté documentarme únicamente desde el prisma de la ciencia, al margen de las licencias literarias que me permití. Al fin y al cabo, estamos hablando de una novela de ficción y no un ensayo, y mis máximas siempre son entretener y a poder ser, emocionar.
P.- La acromatopsia ¿la utiliza como un recurso literario?
R.- Efectivamente. Que Coque Brox, el personaje principal vea la vida en blanco y negro me permitió trasladar al lector a esa Barcelona bicolor que tiene algo de triste y mucho de nostálgica. Con un defecto físico del personaje intento proporcionar una atmósfera que se quede dentro del que lea la historia, sin querer, casi sin darse cuenta.
P.- Venda su novela. ¿Por qué hay que leerla?
R.- ¿Te has preguntado alguna vez que pasará cuanto todo esto acabe? Si es así, lánzate a por Tres minutos de color, ante todo una novela negra distinta, muy distinta.