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ISSN 1989-4163

NUMERO 75 - SEPTIEMBRE 2016

MML

Ramón Asquerino

 

     

(Quid moror?)
[…]la hermosura de Adriana dalla Roza, la maravilla de sus ojos violeta, color del Egeo,[…]: Manuel Mujica Lainez: Bomarzo
«y las sábanas se han callado por fin»: de Por el álbum vacío de tus sueños

*
Si le hubiese hecho caso a ella
y hubiera leído Bomarzo antes,
Violetas del Egeo habría llevado
esa cita, y el libro tendría una vida
en vez de tanta muerte, MML,
porque cada uno tiene su propio Bomarzo.

**
La noche se está pasando el día gimiendo,
recuerda su propia oscuridad silente,
la inquieta luz velada de sus ojos,
la paz latente en sus esquinas,
el dolor alérgico al alba,
 destino sin fronteras inteligible,
 miedo con pimienta y láudano de sueño.

Es la noche que gime. La noche gime como Dido:
Quid moror?, ¿para qué seguir viviendo?

Y se sacude el incendio incesante de su horizonte,
el esplendor caduco de otro día
que rebusca en su madriguera
la oscuridad topo con su ensueño,
como una fiesta que nunca acabara
bajo las eternas alas de su juventud.
Aras suicidas donde el puñal del tiempo
vegetaría sin herida, sin miedos,
escarbando bajo el altar de sus mismas entrañas
el odio áspero de los besos
hasta que las sábanas se callen por fin
en el álbum vacío de tus sueños:
Es la noche que gime. La noche gime como Dido:
Quid moror?, ¿para qué seguir viviendo?

***

Te estaría leyendo otra vez, MML:
Miles de esas veces hasta aprenderme los nombres de las calles de Florencia,
escribir esos ojos violeta color del antiguo Egeo,
descifrar contigo, hasta encontrar las tumbas de todos mis muertos,
los libros de fórmulas mágicas usados por los hechiceros,
 grimorios cuyos oráculos me bendijesen el silencio al futuro
absorto en su presente continuo, con anorexia,
bulimia impaciente, ansioso, lexatín bajo tus palabras,
canción que se repite entre las bóvedas del palacio, sus ecos;
hallar la no labrada y quebradiza ternura de Diana Orsini,
el oso encerrado tras su sinople, blasón sin fronteras:
la sombra en el muro y gibosa de Pier Francesco Orsini,
y rozar su mano en aquellos huecos de Ravenna.
Te estaría leyendo otra vez, MML,
hasta recitar  in memoriam esa batalla de Lepanto cuyos barcos ocultaban el mar,
o el territorio de los bosques, con sus sombras sin luna,
los límites por aquellos misterios de tus pasadizos,
el color de la pintura de esos ojos de siempre,
incrustados en el remordimiento
hasta su cáliz final:
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
 comprendí que me habían asesinado*.

 (Miguel Ángel y Tommaso Cavalieri
perfilan los bordes de la Creación
y de sus sonetos beben el sabor de blandas bilabiales,
con un olor a bóveda y besos prohibidos).

Cierro los ojos, Excelencia, y escucho el rumor de las abejas en las terrazas.

Cerrar los ojos, escuchar tus iniciales, releerte, MML:
2050 veces,
voces, hasta que 2050 ya no exista:
Quid moror? : ¿a qué espero?,  si no a haberte vivido,
 haberme aprendido de memoria tu barroco renacentista
o de belleza sin sexo tu manierismo de roca bemolada,
saludarte entre el cielo seseante de tu Argentina,
rozar la mano de ella en aquellos huecos de Ravenna,
solícito, velar Italia para oler Bomarzo entero en su primavera,
y bajo sus pasadizos de sombras esconder la noche gimiente de Dido:
?¡Vicino, duque Pier Francesco Orsini!:

MML.

 

Madrid, 18 de agosto, LXXX aniversario del fusilamiento de García Lorca:
*Fábula y rueda de los tres amigos: Poeta en Nueva York.



 

 

MML

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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