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ISSN 1989-4163

NUMERO 65 - SEPTIEMBRE 2015

50 Escritores

Itziar Mínguez

Autores: Varios. Dibujos César Fernández Arias. Editorial Papeles Mínimos. Gráphica. 2015. 120 páginas. 14,25€.

 

“Como un amor hundido la ciudad acompaña a la escritura”, dijo Jaime Gil de Biedma. José Luis Morante inicia con las palabras de Gil de Biedma su texto sobre Dostoievski en el libro 50 Escritores publicado primorosamente por la editorial Papeles Mínimos en su colección Graphica . La idea es tomar como referencia el lugar de nacimiento de 50 escritores muertos para que 50 escritores vivos proyecten su mirada sobre el autor. El libro cuenta con 50 ilustraciones de César Fernández Arias que completan el conjunto, un díptico inusual donde el foco está más en el desde dónde que en el quién . Hasta qué punto la obra de los escritores seleccionados está influida por el lugar de nacimiento queda claro en cada uno de los 50 textos, ofreciendo una guía literaria para el viajero que no solo busca lo anecdótico de haber nacido en tal o cual ciudad o pueblo sino algo más profundo, la raíz, la semilla, a veces en forma de desarraigo otras en forma de exilio y muchas de huida voluntaria. A pesar del punto de arranque del libro, hay autores más marcados por el lugar de su muerte que por el de su nacimiento y otros que siempre serán asociados a los lugares que inventaron, como si pertenecieran solo a lo que su imaginación era capaz de proyectar. Y es que hay muchas formas de pertenecer a un lugar, ser expulsado, huir del mismo e incluso renegar también son formas de pertenencia. La lista la componen 50 escritores vivos, que miran 50 escritores muertos y 50 lugares que fueron puestos en el mapa literario a través de sus obras inolvidables: Mondovi, Portsmouth, Chicago, Moscú, Madrid, Aracataca, Santo Stefano Belbo, Lisboa, Sayula, Nueva York, Dublín, Praga, Barcelona… Se forman tándemes variados: Baroja/ Jon Kortázar; Camus/ Miriam Reyes; Cortázar/ Luis Arturo Guichard; José Luis Cancho/ García Márquez; Joyce/ Ignacio Escuín; Pessoa /José María Cumbreño… y así hasta 50 nombres donde escritores contemporáneos se afanan en ser topógrafos literarios e inesperados en un intento de desentrañar un secreto, una revelación, lo que de cada uno de esos lugares pesó en la obra de 50 clásicos. Tuve la suerte de ser una de esas miradas para proyectarla sobre mi autor más admirado: Juan Rulfo, quien se pasó la vida mintiendo sobre su lugar de nacimiento y, como no tuvo bastante, se inventó un lugar, Comala, donde nacer equivale a morir. A continuación, el texto que escribí.

 

JUAN RULFO/ ITZIAR MÍNGUEZ ARNÁIZ

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Le apilaron el nombre de todos sus antepasados, paternos y maternos. Como si fueran piedras en los bolsillos de un viajero perdido, fue desprendiéndose de cada uno de ellos, dejándolos por el camino que conduce a la Media Luna, detrás de aquella loma que parece vejiga de puerco. Desde Sayula vino a Comala siguiendo el dictado de murmullos susurrados por los ecos de las sombras y por la voz distraída de su tío Celerino, que le platicaba todo. Escribió Pedro Páramo quitando palabras y, al terminarlo, sintió remordimientos. Había creado un rencor vivo, el cacique que murió de amor por Susana San Juan, la mujer que soñaba mentiras. Igual que hizo su protagonista, el escritor se cruzó de brazos para ver morir Comala, un pueblo que huele a miel derramada y él mismo inventó, trazando sus contornos en el mapa de la eternidad y delimitando su frontera en el hueco que separa la vida de la muerte. Cuando la voz de sus ancestros se silenció la suya calló para siempre. Después se desmoronó como un montón de piedras. Sentía preferencia por el verbo “arracimar” pero le hubiera gustado tener un nombre más sencillo: Rulfo.

 

 

50 escritores

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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