La Bella Donna
Carmelo Arribas
Las noticias de la utilización de la burundanga para anular la voluntad de unos y otros ya sea para robarles o para abusar sexualmente de ello/as han vuelto a poner de actualidad los viejos brebajes realizados con yerbas y que nos retrotraen a la época de las brujas eran las maestras de los secretos de las plantas alucinógenas.
La burundanga, no es nada más que el nombre que le han dado a una sustancia vieja conocida en medicina, llamada escopolamina, que en España se utiliza en fármacos comerciales tan conocidos como la Buscapina, que unida al Metamizol, la sustancia del tan popular Nolotil, es ampliamente utilizado en los dolores postoperatorios y en los dolorosos cólicos, sobre todo los nefríticos (de riñón) permitiendo sobrellevar mejor las molestias producidas por los cálculos renales, las popularmente llamadas “piedras”.
Basta darse una vuelta por el campo para encontrar varias plantas que poseen esta sustancia. Quizás las más conocidas y abundantes, sean el estramonio, el beleño y la belladona, aunque en esta es más abundante la atropina, muy semejante a esta.
Todas ellas producen en dosis no terapéuticas, delirio, psicosis, parálisis y hasta la muerte.
Este dominio de la voluntad, es utilizada para ante la ausencia de reacción del que la ha recibido poder ser robado a voluntad, o convertirse en una víctima del abuso sexual, por parte de gente sin escrúpulos.
No es extrañar que fueran en los filtros del amor, para conseguir los favores de una determinada persona uno de los componentes de los mismos, que vertían en la bebida o comida. Aunque estos contenían a veces sustancias como restos de menstruación, tal como se puede ver en el juicio que se realizó en Arcos de la Sierra (Cuenca) posiblemente en1554 contra una tal “Francisca la Noguerona…y que comúnmente le llaman la hechicera”. Es juzgada por facilitar un brebaje en el que según el escrito; “ y para alcanzar lo que pretendía y irse un hombre tras una mujer y una mujer tras un hombre, le daría un remedio que era, tomar una gota de sangre del menstruo de una mujer y echárselo en el vaso del vino al hombre, no sería dueño de sí y se amarían el uno al otro”
Es evidente que calla la utilización de hierbas, como sería el estramonio o la belladona, tan abundantes en este pueblo en los terrenos libres de labor, porque entonces sí hubiera sido considerada bruja.
¿Pero qué tiene que ver el título del artículo con la mujer además de ser utilizada esta sustancia por las denominadas brujas, que no eran sino herboristas, de las que nos ocuparemos más tarde?
Es evidente que ya el nombre de esta planta tóxica llama la atención? Bella donna, “mujer hermosa”.
Viejas leyendas nos hablan de la utilización en Egipto como narcótico, y en las orgías griegas y romanas como afrodisíaco, quizás porque hacía desparecer toda clase de inhibiciones, pero su nombre proviene de la belleza que proporcionaba a las mujeres romanas y sin duda su uso fue continuado en el tiempo, si bien en la Edad Media sus propiedades entran en lo mágico y secreto “lo alquímico” siendo las mujeres a las que se denominó posteriormente brujas las depositarias de su secreto. Se cree que las damas romanas hacían una infusión con sus hojas, para blanquear el cutis y vertiendo algunas gotas en los ojos para proporcionar una dilatación de las pupilas lo que les daría un aspecto más atractivo. La observación mostraba que en estado de excitación sexual la pupila se dilata y que los hombres se sentían más atraídos por aquellas mujeres cuya sexualidad percibían inconscientemente como más estimulada. Así, las mujeres de las cortes italianas de los siglos XVI al XVIII, lantes de los bailes de la nobleza, usaban la atropina de la belladona para dilatar sus pupilas y lucir así más atrayentes. De ahí que esta planta fuera denominada posteriormente “bella donna”. La absorción transdérmica que se produce es posible que también les proporcionara una sensación eufórica y deshinibitoria con lo cual todavía las haría “más interesantes”. Es posible
que este sentido de belleza se alargara en el tiempo, el nombre de “belladona” es medieval y nos encontramos estatuas como la de la “Virgen de los ojos grandes” de la Catedral de Lugo, en la que es posible que el escultor quisiera plasmar este canon de “gran belleza” que debía de mostrar alguna dama de su tiempo en la imagen de la Virgen para elevar al máximo la hermosura de esta.
El 5 de diciembre de 1484, Inocencio VIII emitió una bula: "Summis Desiderantes affectibus", que constituyó la base legal de la Inquisición para perseguir a las brujas. Aunque sería el libro: “Malleus Maleficarum (El Martillo de las Brujas), escrito en 1487, compilando diversas actuaciones e ideas anteriores, por dos frailes dominicos alemanes Heinrich Kraemer y Jacobo Sprenger , que aseguraban que les habían sido otorgados poderes para procesar a las brujas, aunque tal afirmación fuera falsa, el que se convirtió en breve período de tiempo y tras múltiples ediciones en diversos países, en el manual práctico para magistrados e inquisidores de esta persecución. En él vuelcan sus fobias hacia el sexo femenino, a las que acusan de todos los males de la humanidad y hacen especial hincapié en las relaciones sexuales que estas tenían con Satanás.
Pero no sería sólo la religión católica la que se volcase en la persecución de estas mujeres, los protestantes, puritanos y anglicanos lo hicieron todavía con más saña, Martín Lutero padre de la Reforma protestante, quería "matar a todas las brujas" ; y de su misma idea eran otros reformadores como Calvino que pedía que las "exterminaran".
El "Constitutio Criminalis Carolina" del emperador Carlos V ilegalizó en 1532 la brujería, el aborto y la anticoncepción.( Esta es la clave de la persecución) y
Pero ¿porqué este ensañamiento contra estas mujeres cuyos procesos, se cree que fueron unos 110 entre 1450 y 1750, produciendo unas 60 mil muertes, y en los que la religión y la acusación de brujería fueron sólo la excusa y el soporte ideológico para condenarlas?
(1) Las parteras las curanderas y las herboleras, fueron perseguidas con incomprensible saña. Efectivamente este fue el principal motivo, eliminar a las mujeres que proveían a otras de hierbas abortivas y anticonceptivas, en un momento en que se estimó necesario alentar la concepción, porque la epidemia de "peste negra" que se produjo durante el s. XIV, había aniquilado a un tercio de la población europea. A ellas se les acusó, en un período de gran mortalidad infantil, las mujeres solían tener un hijo cada dos años, y se sabe que en París, dos de cada tres niños eran abandonados al nacer, de causar la muerte de los niños para evitar que fueran bautizados y así entregarlos al diablo. Pero no se libraba ninguna mujer de poder serlo; también estaban bajo sospecha las ancianas viudas y pobres, porque como dice el inquisidor Martín Castañeda en su “Tratado de las supersticiones y hechicerías ” publicado en 1529: “Como en otros vicios la pobreza, es muchas veces ocasión de muchos males”.
Nadie se libraba, ni tan siquiera las beatas o sacristanas, porque eran mujeres que tenían fácil acceso a los sacerdotes a los que, engatusaban y mancillaban.
En definitiva, bastaba ser mujer para poder ser posible candidata a la acusación de brujería. Y ¿porqué habían de ser brujas las mujeres y no brujos los hombres? Kraemer y Sprenger, en su “Malleus” no tienen duda alguna: “El sexo femenino está mas relacionado con las cosas de la carne que el masculino, porque están formadas de las costillas de un hombre, son sólo animales imperfectos y aviesos, mientras que el hombre pertenece al sexo privilegiado del que Cristo emergió”.
Frente a la gran persecución y muertes producidas en toda Europa, en España se calcula que como máximo serían unas mil, casi todas en el País Vasco, y su persecución prácticamente fue nula después del proceso de 1610 en Logroño, en el que se juzgó a unos cientos de personas, entre ellas, las brujas de Zagarramundi.
Los médicos no solían atender a las mujeres que quedaban en manos de comadronas, parteras o mujeres que habían ido transmitiéndose de madres a hijas el conocimiento de las plantas medicinales, ( este es el motivo por el que algunas niñas de corta edad también fueron tratadas como brujas) y estas eran las que podían darles las hierbas adecuadas que les impidiera tener otro embarazo, siempre peligroso en aquellos momentos con una gran mortalidad en los partos por falta de higiene, y no siempre deseado por la escasez de alimentos y las hambrunas.
Este era el motivo principal. Tras la peste, los señores feudales e incluso la Iglesia que tenía también gran cantidad de posesiones, se quedaron sin siervos que trabajaran las tierras o formaran parte del ejército, así pues se fomentó la procreación, convirtiéndose en el principal deber de la mujer, tener hijos, y para ello había que perseguir a quienes lo impidieran ya fuera porque practicaran abortos o porque con sus conocimientos evitaran los embarazos.
El Malleus Maleficarum no tenía duda en ello : " Esto se refiere a cualquier acto de brujería, que pueda impedir la finalidad del matrimonio, v para que este impedimento produzca efecto pueden concurrir tres causas, a saber: la brujería, el demonio y el permiso de Dios. Más aun, la más fuerte puede influir sobre la que lo sea menos. Pero el poder del demonio es más fuerte que cualquier poder humano…"Nadie es más peligrosa y perniciosa a la Fe Católica que la partera (...) Las Brujas que lo son matan en variadas formas el niño concebido en el vientre y procuran un aborto; y ofertan al recién nacido a los diablos."
Nada tiene de extraño que en la iconografía que nos han trasmitido los pìntores de esa época, las mujeres incluso las santas vírgenes tengan el aspecto de estar embarazadas, como en el cuadro de Santa Catalina de Alejandría de Roger van de Weyden, que se conserva en Viena, en la que coloca su mano en el vientre en un gesto que recuerda mucho al de una mujer grávida. La Eva desnuda de Van Eyck tiene el mismo aspecto, pero incluso el español Fernando Gallego, representa también a la Santa de Alejandría desnuda y con un vientre ligeramente hinchado.
Como Europa tras todas estas medidas consiguió duplicar en un par de siglos su población, ya en el S. XVIII no hacía falta alguna ensañarse con las parteras, así es que desapareció la persecución. Aunque no sin haber batallado para conseguirlo, en el S.XVI el médico Johan Weyer y en el XVII, el jesuita Friedich Spee.
(1) Martínez de Leza, Toti. Brujas y brujerías. Rev.Memoria, la Historia de Cerca. NºXIII pag. 66.