Carmen Riera: " la literatura no es más que un invento para escribir sobre cuánto hemos perdido".
Mi acompañante de lujo de estas vacaciones ha sido Carmen Riera en forma de libro. Un libro poco o nada inocente, a pesar de su título. La autora de "Dins el darrer blau", la gran novela sobre los chuetas (judíos mallorquines) aún no superada, endulzó mis sesiones de playa en Formentera gracias a su último libro, "Tiempo de Inocencia", al que aún no sé si definir como novela o simple sucesión de estampas costumbristas, a cual más hermosa. No me sorprendió descubrir que Carmen se había sumado a lo que algunos autores denominan "La literatura del yo", un género que muchos consideran impúdico y narcisista dado que convierte al autor en protagonista de su obra. No soy yo uno de ellos.
El nacimiento de su primera nieta ha llevado a la mallorquina a la introspección memorialista, ese volver atrás en el tiempo para descubrir que la infancia es en realidad la verdadera patria del ser humano, un regreso agridulce sin otro fin que rescatar del olvido a unos personajes y unos escenarios cuya desaparición lamentamos cuando sólo nos queda el recurso de la memoria para hacerlos revivir. En este caso, la escritora recupera sus recuerdos más íntimos (los primeros días en el colegio, las visitas a los parientes, la casona de Sa Marineta, donde la familia pasaba los veranos, la sorprendente personalidad de su abuela, las recetas culinarias tradicionales, etc) con la maestría de quien domina la prosa y los recursos de la narrativa, logrando una obra tal vez poco ambiciosa, pero a su modo, redonda. La niña tímida que fue, muy bien educada por una familia burguesa ilustrada, se muestra al lector a corazón descubierto, pero sólo hasta cierto punto. Es muy evidente, en muchas de sus páginas, una especie de recato final que es, a la vez, una excitante insinuación.
Conociendo a la autora, no sólo a través de su obra, sino personalmente, sé que ha sabido poner sus múltiples recursos como escritora al servicio de un oportuno frenazo, un gesto que le permite detenerse en el mismo umbral del territorio- delicado, cristalino- en el que el recuerdo reanimado comporta un peligro y también un compromiso. Porque sus recuerdos de un mundo provinciano y cerrado, donde reinan la prohibición, la culpa y la disciplina, son, en ocasiones, los recuerdos compartidos con otras gentes, con todos los que habitaron una época en la que vivir sólo era - aparentemente- cuestión de ganas y oficio.
En el libro que hoy os recomiendo no hay grandes revelaciones ni sorpresas demoledoras. Sólo literatura en estado puro, puro y depurado. Una delicia.