El absoluto fracaso del sistema financiero actual, del tributario y de los métodos usados hasta el momento en las sociedades capitalistas es una evidencia.
Los complicados sistemas de contribución, que se enredan con los complejos e inefectivos sistemas legales hasta formar una maraña tupida que el gobierno se encarga de complicar más, son uno de nuestros lastres. Esto acrecienta unas desigualdades cada día más extremas y clamorosas.
Diferentes partidos políticos, así como diversos representantes gubernamentales, hacen declaraciones quejosas y acusatorias, señalando a diversos países como culpables de acrecentar los problemas de solvencia del ejecutivo. Países con sistemas contributivos más flexibles, con cuotas menores que no extorsionan de manera tan descarada a los empresarios que aportan trabajo y riqueza a un país, así como a los autónomos, luchadores incansables, ahogados en impuestos irracionales y abusivos.
Se han planteado ni por un segundo si el eficaz sistema de esos diversos países no es acaso mejor. Sino surtiría tal vez mejor efecto, bajar impuestos, para incentivar a las empresas obligadas al exilio a regresar e impeler a las extranjeras a afincarse en suelo peninsular.
Lo cierto es que durante décadas, los representantes electos del país y sus secuaces han estado reviviendo los comportamientos históricos más atroces, testimonio de etapas negras de la historia de la humanidad, compartiendo sin lugar a dudas con sus ancestros la falta de escrúpulos y la codicia desmedida.
Un sin fin de personajes que reunían en sí, lo peor del ser humano, mezquindad, crueldad, prejuicios y avaricia, escribieron la historia del hombre. Reyes egocéntricos que subyugaban al pueblo, cardenales que les robaban y eludían cualquier voto de humildad, señores feudales que expoliaban a los trabajadores artesanos y campesinos, quedándose con porcentajes ingentes de sus ganancias, terratenientes explotadores, predicadores que vendían mentiras, sagas familiares que construían monopolios con métodos de extorsión, comportamientos mafiosos varios y tratos ilegales.
Como decía, desde hace décadas, los gobernantes de una España democrática, han cometido todas estas fechorías y han llevado a término algunas de nueva cuña.
El pueblo debe seguir tributando según marca la ley, debe cumplir con los plazos impuestos por el gobierno para efectuar los pagos y sufre cada día más el acoso de una Hacienda sedienta de ganancias. Pero resulta que el gobierno, no cumple ni con los plazos, ni con las promesas. Se da el caso que los impuestos recaudados no han sido utilizados para financiar el bien común, sino, para aumentar las ganancias de algunos particulares, para garantizar la longevidad de la monarquía, para mantener el status quo. Esos ingresos que han ido in crecento, se han usado para mantener preservada la libertad de acción para los monopolios, para llenar sus bolsillos, pidiendo cada día más a las PIMES, a los autónomos, al ciudadano en general. Han robado, han sido y son artífices y cómplices de delitos fiscales y morales. Han transgredido la legalidad hasta el punto de vaciar las arcas públicas, embebidos en su propia autocomplacencia.
Si ellos, si nuestros representantes no han cumplido con las leyes que han ido modelando a su propia medida y para beneficio propio y el de los sectores más privilegiados, porqué tenemos que hacerlo nosotros, a costa de nuestros ingresos, de nuestra calidad de vida, de nuestros ideales. Acaso se nos explica, el sin fin de impuestos abusivos en que y como se emplean. Tal vez el estado ha establecido algún sistema compensatorio por el indebido uso de nuestro dinero. Quizá se ha esbozado un proyecto, para desposeer a todos los ladrones de medio pelo, aprovechados, enchufados varios y estafadores, que han vivido y/o viven a espuertas a nuestra costa.
La respuesta la conocemos y es NO. Eso es lo que deberíamos decir cuando nos suben los impuestos y nos ahogan más, cuando nos piden esfuerzo y austeridad, pero le regalan dinero a una banca que se enriqueció con la especulación, que no ha devuelto un euro y que son responsables, aunque no únicos, de la crisis que vivimos.
La respuesta es NO.
NO a los abusos y a las expropiaciones, NO a seguir haciendo las cosas del mismo modo obtuso para obtener los mismos resultados funestos. NO al complejo y abusivo sistema tributario y NO a todos los poderes fácticos que dirigen los hilos de las marionetas que conforman el gobierno.
Muchas cosas podrían hacerse de forma distinta, desde nuestros artículos hemos lanzado no pocas sugerencias.
Po ejemplo, porqué no anular el complicado, extenuante y enormemente abusivo, sistema tributario e implementar, un sistema de impuesto plano y de pago único, estableciendo una cuota asequible, como ya se ha hecho con éxito en numerosos países europeos. Este tributo plano, que se tildaba de inviable, no sólo ha demostrado su viabilidad sino su eficacia.
Por poner otro ejemplo. Suiza dentro de la más absoluta legalidad y con extensos tratados de tributación, ofrece importantes ventajas fiscales que ayudan a aflojar la presión que sufren numerosas empresas multinacionales, que viendo menguar sus ganancias de manera cada vez más alarmante a causa de los impuestos y extorsiones varias llevadas a cabo por los respectivos gobiernos, han visto en esas ayudas fiscales, un modo de respirar de nuevo.
Así diversas multinacionales como McDonald`s, Nissan o Yahoo!, han establecido allí su sede.
No sería pues más inteligente establecer un sistema fiscal como el suizo y dotar por ejemplo a las diferentes provincias de la libertad y potestad legal, para establecer el porcentaje de la tasa del impuesto corporativo para atraer a nuevos y viejos inversores.
Sistemas alternativos hay muchos, el gobierno no ha adoptado ninguno que suponga una mejora para la economía, ninguno que favorezca al pueblo.
Todas sus decisiones huelen a rancio.
Y todas sus actuaciones son llevadas a cabo bajo un lema que lamentablemente les representa y les define, como especimenes concretos de la raza humana, como una clase específica de grupo político. Dos palabras comunes en la historia más triste del hombre y que ellos intentan disimular con leyes, panfletos y discursos.
Al final se les reconoce por sus gestos, por sus respuestas, por sus actos.
Y ellos, en definitiva actúan y por tanto son seres SIN ESCRÚPULOS.