Ha querido la casualidad que acabase de leer “La dentellada” un 19 de septiembre, curiosamente el mismo día que acaba la historia que se desarrolla en ella.
Una vez más me congratulo de descubrir autores ‘noveles’ y ‘óperas primas’ muy dignas y que, en muchos momentos, le lanzan el aliento en el cogote a “escritores asentados”.
“La dentellada” alberga un ritmo trepidante concentrado en 11 días vertiginosos. Con una prosa muy clara y sin dobleces, el autor narra unos luctuosos hechos en la ciudad de Zamora…
«El inspector gallego Martín Brétema ha sido trasladado a Zamora, una capital tranquila, donde se dispone a comenzar una nueva vida sentimental junto a Adriana; una joven periodista que ha conocido en el transcurso de una investigación anterior. Todo evoluciona a un ritmo acompasado en la vida del inspector, que intenta cerrar su etapa anterior sin mucho éxito, hasta que la apacible capital del Duero se despierta con la noticia del brutal asesinato de una joven.
Mientras el Grupo de Homicidios se esfuerza en dar cuanto antes con el culpable, la prensa consigue hacer pública información relevante sobre el caso. Brétema, que por su relación con la periodista que firma los artículos será tomado como el culpable de las filtraciones, tendrá que tomar una serie de decisiones que lo acabarán comprometiendo cada vez más en su vida profesional y personal.
Nada de todo esto ayudará a tranquilizar a una población poco acostumbrada a este tipo de sucesos en sus calles, y que en los últimos días se ha convertido en un hervidero de protesta social para intentar salvar un antiguo edificio modernista de la piqueta especulativa y de la corrupción política local».
Eduardo Fernán-López ha compuesto una novela policial con un ritmo vertiginoso en la que los distintos hilos narrativos tejen una red de la que resulta muy difícil desprenderse. Y nos llama la atención sobre varios hechos:
- No puedes fiarte ni de tu sombra.
- Desamor. Amor. Egoísmo. Intransigencia. Envidia.
- No sabemos en qué momento ocurrirá lo inevitable
Cincuenta y seis capítulos marcados por el paso inexorable de las horas. Con una bajada de telón ¡¡¡IMPRESIONANTE!!!
¡Felicidades! Eduardo.
Eduardo Fernán-López Malatesta (Villalpando, Zamora, 1985) es doctor en Historia Contemporánea y licenciado en Historia del Arte. Miembro del Grupo de Estudios Históricos “Esteban Boutelou”. Trabaja como gestor cultural y es colaborador de la revista ‘Khronos Historia’.
En los últimos años ha participado como ponente en el Congreso de Cine y Literatura Policial organizado por la Universidad de Salamanca, en el Seminario Tenerife Noir de investigación en el género negro de la Universidad de la Laguna y en el Festival Internacional de Literatura Policial Buenos Aires Negra (BAN!).
Su labor como divulgador histórico ha sido premiada en varias ocasiones por la revista ‘Hades’. Además, ha sido finalista del Concurso Internacional de Relatos Policiacos de la Semana Negra de Gijón en 2016, y en el Congreso Literario Internacional Ángel Ganivet en 2018.
“La dentellada” es su primera novela.
Desde Orense habla Eduardo Fernán-López para los lectores de Agitadoras… Gracias…
P.- Por favor, presente a Eduardo Fernán-López Malatesta.
R.- (Empiezo por un matiz, el Malatesta no es apellido, sino un apelativo cariñoso que arrastro desde época de estudiante: nunca supe si se debía a la influencia de Enrico o de Gualterio).
Soy un zamorano de 36 años, que después de muchas idas y venidas por diferentes partes del mundo ahora vive en Galicia. Me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Valladolid y después hice un máster en Estudios Hispánicos en la Universidad de Cádiz, donde también me doctoré, previo paso por la Universidad Nacional de la Plata de Argentina, en Historia Contemporánea. Dedicó mi vida a la investigación histórica y literaria, algunas veces incluso cobrando por ello, y desde hace unos años también a la escritura. Formo parte del Grupo de Estudios Históricos “Esteban Boutelou” de la Universidad de Cádiz y colaboro en medios de divulgación histórica como la revista digital Khronos. Acabo de publicar “La dentellada”, mi primera novela.
P.- ¿Desde cuándo escribe y por qué?
R.- Siempre he sido un lector voraz y al llegar a la universidad me encontré con una biblioteca extensa y completa que me ayudó a atesorar lecturas que hasta ese momento eran nuevas para mí. Me cambiaron la forma de ver el mundo y me abrieron la mente. Al poco tiempo participé por primera vez en un concurso que organizaba la propia universidad, pero todo quedó ahí. Años después, mientras realizaba mi Erasmus en Lisboa me decidí a abrir un blog en el que publicaba una vez a la semana, por lo que me obligué a escribir más a menudo de lo que lo hacía hasta ese momento. Al año siguiente gané el concurso literario universitario. A partir de ahí ya no lo dejé, pero en el año 2015 todo dio un nuevo giro. Por aquel entonces vivía en Buenos Aires, abrí un nuevo blog en el que escribía a diario y tenía una mayor capacidad a la hora de narrar historias. En esa época tenía mucho contacto con un grupo de jóvenes escritores argentinos que querían comerse el mundo (la juventud, para lo bueno y para lo malo) y me lancé. Comencé a esbozar una primera novela, proyecto que abandoné porque no estaba preparado, y me centré en construir buenos relatos. Con el primero que envié a un concurso de ámbito nacional quedé finalista en el concurso El Viajero que organizaba El País. Con el segundo, un relato de corte policial y mucho más extenso, quedé finalista del Concurso Internacional de relatos de la Semana Negra de Gijón. Ver mi obra premiada y publicada por un certamen tan importante fue un espaldarazo para seguir adelante. Hoy en día escribo porque no concibo vivir sin crear historias. Disfruto mucho haciéndolo, casi tanto como leyendo las que otros crean para mí.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace "La dentellada"?
R.- “La dentellada” nace en los primeros meses del año 2018. Venía desde tiempo atrás tomando notas, esbozando personajes e hilvanando la trama, pero hasta febrero de ese año no tuve tiempo para ponerme a desarrollar la idea. Acababa de entregar el texto de mi tesis doctoral para que fuera evaluado por mi tutor y comenzara el proceso administrativo para su defensa, por lo que sabía que tenía unos cuantos meses libres por delante para poder escribir con calma y me puse a ello. Fue una liberación poder escribir ficción después de muchos años escribiendo una biografía histórica en la que había que demostrar, con documentos, que todo lo que aparecía en el texto era cierto al cien por cien. “La dentellada” nace como una vía de escape a ese trabajo que me absorbió durante tantos años. Ahora, después de un tiempo de separación también he vuelto a escribir historia.
P.- ¿Cuál ha sido su base documental? ¿Por qué la ambienta en Zamora?
R.- Al ser una novela policial y de procedimiento, la documentación clave ha sido centrarme en la manera oficial de proceder del Cuerpo Nacional de Policía, de los cuerpos médicos y jurídicos, así como de la prensa, ante el escenario criminal que quería plantear. Cada vez que me asaltaba una duda procedimental mandaba un mail, levantaba el teléfono o navegaba por internet para intentar solventarla. Quería que todo lo que envolviera a la investigación fuera lo más real posible. El resto ha sido trabajo de campo, creado a base de muchas conversaciones y de interminables paseos en busca de las mejores localizaciones para las escenas.
La novela se ambienta en Zamora porque he querido homenajear de alguna manera a mi tierra. Aunque nací y me crie en Villalpando, un pueblo de la provincia, siempre he considera la capital zamorana como un nexo de unión con mis raíces. Además, soy partidario de esta nueva ola de autores y autoras que se dedican a descentralizar la novela negra y policiaca de las grandes ciudades españolas para llevarlas a su sitio de origen. Al fin y al cabo, pocos lugares conocemos mejor que en los que nos hemos criado y crecido.
P.- ¿Cuánto tiempo tardó en redactarla?
R.- El primer borrador lo escribí en poco más de tres meses de trabajo diario. De lunes a domingo. Después pasó un tiempo en el que lo dejé reposar antes de volver a la reescritura, corrección, lectura de pruebas y demás. La última versión de la novela se terminó prácticamente un año después del inicio de la escritura.
P.- ¿El inspector Brétema es totalmente imaginario o tiene algún modelo real?
R.- Martín Brétema nace de una mezcla entre realidad e imaginación, casi al cincuenta por ciento. La parte imaginaria es la del policía, pues no está inspirado en ninguna persona que conozca, aunque sí arrastra algunos detalles de la personalidad de la gente que me ha ido asesorando. Al final es casi imposible dejarlo puro de esas influencias. Pero sin duda, es en la parte más personal del personaje donde hay mucho más de modelo real: en sus recuerdos de infancia, en su amor por su tierra de origen, en el respeto al océano que ha marcado la vida de su familia marinera, en esa morriña presente en toda la novela… También en su incapacidad para aceptar el clima extremo que se encuentra en Zamora, o para entender a la primera el carácter recio pero noble de los zamoranos. Esa fue la parte más sencilla, pues por mi situación vital lo percibo a diario.
P.- Además de entregar a los lectores una historia ¿ha querido transmitir algún tipo de mensaje?
R.- Hay un mensaje que aparece casi de inmediato: la sensación de amnesia de una sociedad que tiene mucha facilidad para traumatizarse por un hecho delictivo bestial, pero que luego, en pocos años, lo lanza al cajón del olvido. El germen de “La dentellada” aparece por casualidad, mientras me documentaba para un trabajo que nada tenía que ver con la novela. Estaba escribiendo sobre el crimen en la Zamora rural cuando me topé con el caso de una mala bestia que, en el año 1983, había asesinado salvajemente a dos jóvenes en una de las islas del río Duero a su paso por Zamora y que, al ser puesto en libertad apenas trece años después, había secuestrado y violado a otra joven en la misma zona. Mi sorpresa fue que, a pesar de ser uno de los crímenes más salvajes que ha vivido la provincia, mucha gente no lo recordaba. Incluso, y esto se debe a que Zamora suele ser un destino de paso, muchos de los profesionales de las fuerzas del orden, de los juzgados o de la prensa tampoco recordaban el caso con profundidad. Esa es la premisa que uso para la novela, aunque nada tenga que ver con la historia real, y que me sirve para dar un tirón de orejas a una sociedad que vive en lo inmediato y olvida demasiadas cosas importantes en muy poco tiempo.
P.- En sus historias prefiere ¿psicología o sangre? ¿Tiene un arma favorita a la hora de matar?
R.- Si nos fiamos de lo que hay en “La dentellada”, desde luego soy más de psicología que de sangre, pero no deshecho las historias sangrientas. Eso sí, tampoco me gusta recrearme en lo morboso. He de confesar que me desconecto de la historia cuando el autor se regodea en lo truculento, sin que sea necesario para hacer avanzar la trama.
De momento “he matado” con estrangulación mecánica y con disparo de una pistola 9 milímetros, que dentro de lo que cabe es bastante limpio. Aunque siempre he tenido interés en profundizar en las armas mortales que a simple vista no lo son y que todos tenemos en casa: martillos, cuchillos, punzones para hielo… Veremos que se tercia en las siguientes novelas.
P.- ¿Tiene referentes en la novela negra/policíaca/de misterio?
R.- Supongo que al final escribes intentando parecerte a lo que admiras, aunque no siempre lo consigas. Mi primer contacto con la novela negra fue mediante la serie juvenil del detective Flanagan, creada por Andreu Martín y Jaume Rivera. Eso se lo debo a un genial profesor de lengua y literatura que supo ver que, a un chaval de quince años, al que le encanta leer, hay que engancharlo con algo que no sean los clásicos del Siglo de Oro. Que cada cosa hay que leerla a su debido tiempo. Cuando fui creciendo busqué la obra para adultos de Andreu Martín y de ese modo enlace con Vázquez Montalbán, con González Ledesma, con Giménez Barlett.... Un día, casi por casualidad, durante una visita a Barcelona caí en la librería Negra y Criminal y allí el tristemente desaparecido Paco Camarasa me hizo conocer a la nueva generación de escritores de novela negra y policiaca. Desde entonces son un espejo en el que mirarse.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?
R.- Lo cierto es que leo casi de todo. De todos los géneros se aprende algo a la hora de escribir. Aunque sin duda lo que más consumo es literatura negra y policial, histórica y narrativa contemporánea. Es cierto que esta última categoría es muy amplia, porque en ella podemos incluir desde las novelas tremendistas de mediados del siglo XX español hasta el realismo mágico.
Tengo un abanico bastante amplio de autores y voy por temporadas, a veces más literatos y otras veces más ensayistas. Aunque si tuviera que nombrar a los que tarde o temprano siempre vuelvo a releer esos serían Miguel Delibes, Antonio Muñoz Molina o Manuel Vázquez Montalbán. Entre los más actuales siempre recomiendo a Jordi Ledesma, Ernesto Mallo, Olga Merino o Benito Olmo.
P.- Cómo lector, se decanta por: ¿libro electrónico, papel o audio libro' ¿Qué está leyendo en estos momentos? Recomiende, por favor, un par de títulos.
R.- El libro electrónico y yo no nos llevamos demasiado bien. Tengo uno guardado en el armario desde hace años y solo lo he utilizado un par de veces. Me gusta abrir y cerrar los libros, pasar las páginas y buscar las novedades o los clásicos entre las estanterías de una librería y no en una web de internet. Los “audio libros” si me atraen más, aunque he de reconocer que aún no soy un cliente habitual. Veremos qué ocurre con el paso del tiempo, pero de momento me quedo con el libro el papel.
Suelo leer varios libros a la vez, siempre de diferentes temáticas. Hace un par de días comencé a leer “Bajo la piel”, la última novela de Susana Rodríguez Lezaun que me traje de Cartagena Negra, y estoy a punto de terminar “Magnetizado”, de Carlos Busqued: una conversación real entre el escritor y uno de los asesinos seriales más extraños del Buenos Aires de los años ochenta. Además de estas, recomendaría “El inviernoen Lisboa” de Antonio Muñoz Molina, una novela que me cambió la perspectiva literaria cuando la leí por primera vez. También recomendaría “El mundo de ayer” de Stefan Zweig, una obra magnífica que nos explica lo frágiles que podemos llegar a ser como sociedad. Un continuo aviso a navegantes.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Pues diría que bastantes. La más importante, tal vez, sea que siempre escribo por la tarde o por la noche, jamás por la mañana. Ni siquiera en vacaciones o los fines de semana. Lo hago en silencio, con el teléfono móvil lo más lejos posible y sin libros a mano, salvo lo que esté usando para la documentación. Soy bastante disperso cuando no consigo desarrollar una escena con claridad y cualquier cosa me despista. Por eso siempre escribo en casa. Las correcciones las hago tomando café, té o mate y no le dejo leer nada a nadie hasta que la historia no está totalmente desarrollada.
P.- Ha asistido a las jornadas de "Cartagena Negra" ¿qué impresión se ha llevado de las mismas? ¿Las recomienda?
R.- Ha sido mi primera vez en Cartagena Negra, y eso que gente de confianza y amante de los festivales y de la literatura me lo venía recomendando desde la primera edición. Pero no siempre es fácil compaginar agendas. La impresión ha sido fabulosa, superando con creces lo que me habían contado. La relación entre lectores y autores es constante, tanto en la sede del festival como en las subsedes en las que se convierten los cafés, bares y hotel participantes, lo que lo convierte en una experiencia única y cercana. Personalmente me crucé la península de punta a punta para asistir y puedo asegurar que volveré a hacerlo. Solo puedo agradecer a los organizadores su trabajo y buen trato, y decirles a los amantes del género que deberían conocer de primera mano lo que se hace en Cartagena Negra.
P.- Venda su libro, ¿por qué hay que leer "La dentellada"?
R.- “La dentellada” es una novela de parámetros clásicos, pero con una mirada joven y actual que nos mete de lleno en una trama policial que se acelera desde los primeros capítulos y que sorprende hasta el último párrafo, donde llega la verdadera dentellada para el lector. En ella se puede paladear la cara más oscura del ser humano, a la vez que disfrutamos de una ambientación en un entorno monumental nuevo, como es el casco histórico de Zamora. Si algo ofrece “La dentellada” al lector es una historia intensa, donde los acontecimientos se van solapando de un modo casi frenético. Esto empujará a sus personajes a enfrentarse a una situación extrema, tomando una serie de decisiones que no solo influirán en el devenir de una investigación por asesinato, sino también en la vida de las personas que les rodean. Y todo ello en mitad de una sublevación popular contra la corrupción urbanística de sus políticos locales.
P.- ¿Cómo ha convivido con el bichito Covid-19? Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Supongo que he convivido con él todo lo bien que me ha dejado. Por suerte no ha afectado a nadie cercano, al menos no de una manera dura, por lo que por esa parte solo puedo estar contento. En lo personal me ha tenido alejado de amigos durante muchos meses y eso acaba pasando factura mental. Por suerte ahora parece que todo está mucho más controlado y, aunque con mascarilla y precaución, podemos volver a una relativa normalidad que se agradece mucho. En el momento más duro, confinamiento mediante, estuve recluido en la casa familiar de mi pueblo, por lo que al menos ahí pude respirar con algo más de libertad y permanecer alejado de los grandes focos de contagio. Utilicé el tiempo en buscar editorial para “La dentellada”, en escribir una novela que nada tiene que ver con los mundos policiales, aunque los que la han leído dicen que negra es un rato largo, y que de momento está en un cajón. También en leer todo lo que tenía en mi lista de pendientes y en ponerme al día con las series que no había podido ver en los diez años anteriores.
A corto plazo mis planes consisten en intentar llevar “La dentellada” al mayor número de lectores posibles y en terminar antes de fin de año mi segunda novela. En este caso dejo atrás el procedimiento policial para internarme en una trama negra que trascurre en Buenos Aires, una ciudad en la que viví hace unos años y que tiene un gran potencial para albergar temáticas de este género. A medio plazo espero poder seguir compaginando mi tarea como historiador con la literatura, e intentar crecer como escritor.