Rey de los hidalgos, señor de los tristes…
RUBÉN DARÍO (Letanía de nuestro señor don Quijote)
Rey del comentario sesudo y volcánico,
modelo indigesto del rollo galvánico,
patrono del texto cohechado y cabrón
y del justo toque de melancolía
por hacer que vuelvan las cosas un día
a andar el camino de la perdición:
Tú que escribes rudo cuando te conviene
y olvidas de pronto que no se sostiene
por más de dos días el discurso falso
y aunque juntes firmas y te victimices
y andes de la mano con tus meretrices
diciéndote a punto de izar el cadalso
de pronto olvidaste chamaco pecoso
que eras partidario de la grasa de oso
y que te encantaba lamer la cuestión
y que pululabas por las catedrales
armando vendimias, consiguiendo jales,
poniendo tus nalgas en exhibición.
Tú te dedicabas a urdir componendas,
a ser contlapache de tienda y trastienda,
a inventar agendas ¿que el tiempo borró?
Fíngete morlaco con la pepitoria
de que a los infames los premia la historia
y que lo que pasa nunca más pasó.
Por si sirve de algo, detengo mi trote
para que ya acabe todo este borlote.
Te cedo mi yelmo bastante oxidado
en los exabruptos de la verbocracia.
Por si mi plegaria no te cayó en gracia
te dejo mil dosis de ajo serenado
para que te apliques en algún costado.
Ruega por nosotros, señor don Chayote,
tuércele las trancas a este padrote
que hace de la línea su caparazón,
haz que su memoria retorne al instante
cuando se servía con la mano grande
bajo la floresta de un sauce llorón.