Por inercia o por ideas preconcebidas tendemos a considerar que el teatro áureo está formado por obras plúmbeas donde una serie de personajes estereotipados esclafan sus monólogos insufribles. Y si desviamos la vista hacia una parte muy concreta de esa dramaturgia (los autos sacramentales), el desdén suele ser casi universal. Por fortuna, los grandes estudiosos de la literatura están entre nosotros no solamente para discutir los pormenores filológicos de una expresión o para desentrañar el sentido abstruso de unos versos zarandeados por el hipérbaton, sino también para mostrarnos con sus explicaciones el vigor verbal, la exquisitez psicológica o la rotunda arquitectura de cada pieza… En este volumen de Autos sacramentales del Siglo de Oro, Ignacio Arellano nos sitúa ante cuatro obras de notable factura, que son analizadas con finura, profundidad y clarividencia. En primer término nos encontramos con La puente del Mundo, de Lope de Vega, llena de referencias a las Sagradas Escrituras y al mundo mitológico grecolatino, y en la que Jesús es presentado sorprendentemente como un digno émulo de Amadís o de Tirante el Blanco (“El caballero de la Cruz”, lo bautiza el Fénix). El combate dialéctico que mantiene con el Príncipe de las Tinieblas alcanza cimas espectaculares de belleza. Después nos encontramos con El colmenero divino, de Tirso de Molina, quizá la propuesta más farragosa del tomo, por su gongorismo constante; en ella se nos presenta a diversos personajes de la Biblia (Adán, Eva, Caín, san Pedro, Judas) como sucesivos jugadores en una larga partida de cartas. El propio Tirso nos llama la atención sobre “la novedad de la metáfora”. Y cierran el volumen dos producciones de Pedro Calderón de la Barca (El árbol de mejor fruto y No hay más Fortuna que Dios), en las cuales se alcanza quizá lo mejor del tomo: los ritmos mejor trenzados, los diálogos más ágiles, la musicalidad mejor conseguida… En suma, un póker de obras donde podremos aprender, disfrutar y reconciliarnos con la mejor dramaturgia sacra de nuestro Siglo de Oro. Un nuevo acierto del sello madrileño Cátedra, que año tras año sigue enriqueciendo nuestras bibliotecas con ediciones inmejorables de textos clásicos.
