Dos cuarenta y nueve se presentó en sociedad el día 9 de septiembre, dentro de los actos de ‘Cartagena Negra’. Un nuevo libro de Antonio Parra Sanz… libro que podemos englobarlo –por aquello de que hay muertes- dentro del género negro. Ahora bien, me imagino que aquellos que saben más que yo de dicho género tendrán subdividido el mismo en categorías o distintas capas.
Por qué digo esto… sencillamente porque nos encontramos con una novela opresiva psicológicamente; no se que puede sobrecoger más al lector, historias muy truculentas con muertos a gogó y asesinos varios o aquella narración en el que el tono pareciese tranquilo y sosegado pero que a medida que avanzamos en la trama hay momentos que, aunque estemos cómodamente aposentados en nuestro sillón de lectura, no podemos por menos que volver la cabeza para observar si alguien nos está observando… incluso, según la hora, levantarnos y mirar por la ventana a la calle para otear la noche y tranquilizarnos. Veamos cual es el planteamiento de esta historia:
¿Se puede matar en menos de tres minutos? ¿Se puede impartir justicia mientras se escucha un adagio de Vivaldi? Sobre las noches de Cartagena se cierne la sombra de un justiciero dispuesto a liberar a los impíos de sus pecados con el mayor de los castigos. Tres personas se verán envueltas en un ambiente opresivo y asfixiante: Elisa Montes, locutora de radio en un programa de madrugada; Alonso Marquina, un inspector de policía arrasado por las sombras familiares; Marcos Galván, un joven mensajero lector de la Biblia.
Las vidas de los tres se verán entrelazadas por el destino y la voluntad justiciera de un perturbado que anuncia sus crímenes en «La sonrisa de la luna», el programa de Elisa. Detrás de cada muerte no hay relación aparente, salvo el delirio de quien se cree elegido por la divinidad para condenar los pecados de los demás. Con cada crimen, con cada conversación radiofónica, afloran ante los lectores los fantasmas que estos tres personajes guardan en lo más profundo de su conciencia, justo allí donde creemos que están más a salvo de miradas indiscretas.
…ambiente opresivo y asfixiante… esas cuatro palabras definen perfectamente el tono de la historia. A pesar de algunas circunstancias que rodean a esta novela, opino que es la historia más visceral que el autor ha “vomitado” de entre toda su producción. Da la talla de un tremendo autor capaz de removerte y hacer que te posiciones de una u otra parte o de ninguna, ya que te zarandea como si estuviésemos en una montaña rusa con sus subidas y bajadas impactantes.
Elisa Montes y Alonso Marquina… cada uno con sus particulares fantasmas y sus miserias y un denominador común cual es un asesino justiciero que los mueve como si fueran un par de marionetas… consiguiendo que, en esas marionetas, el amor brote en sus pieles, sobretodo, y en la necesidad que tiene todo náufrago de asirse a ese madero que lo pueda arrastrar a puerto seguro, pues náufragos son el uno y la otra, al tiempo que maderos salvavidas.
En todo momento, el autor, consigue dominar a personajes que nos van acompañando a los que somos fieles seguidores de Antonio Parra –Doña Auri, Silvia Ferez, el propio inspector Marquina… y ese lugar de deshago cual es ‘La Bambola’-. Pienso en el esfuerzo mental que ha tenido que suponer el entrar en la mente, tan distintas, de cada uno de los protagonistas. Dominio psicológico y dominio de la escena, detengámonos en un ejemplo: «…Con paciencia de orfebre corta sus ropas hasta dejar todo el cuerpo desnudo, las esparce a su alrededor y solo entonces hunde la punta del cuchillo en las cuencas hasta despojarlas de ambos globos oculares…, buscando en ellos algún rastro de su propia cara, alguna memoria fotográfica… Sobre el capó había un ojo adherido entre sangre y un humor acuoso y amarillento…».
No me cabe la menor duda de que estamos ante un autor con un nivel que no tiene que envidiar a nadie. Y espero que nos sorprenda en cada una de sus próximas publicaciones… un poco más.
Antonio Parra Sanz (Madrid, 1965) es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Mediterráneo de Cartagena, profesor de Escritura Creativa en ISEN Centro Universitario. Ejerce como crítico literario del suplemento cultural Ababol, del diario ‘La Verdad’, y de la revista ‘Sólo Novela Negra’, es miembro del Grupo Promotor del Proyecto Mandarache de Jóvenes Lectores y también del ELACT (Encuentro Literario de Autores en Cartagena). Es uno de los organizadores de Cartagena Negra (CTN) y su Director de Contenidos Literarios. En su blog www.gomesycia.blogspot.com ejerce la crítica literaria y desgrana la actualidad con artículos de opinión.
Ha publicado las novelas de la serie Sergio Gomes Ojos de fuego y La mano de Midas (Premio Libro Murciano del año 2015); y Acabo de matar a mi editor. Es autor de los libros de relatos Desencuentros, El sueño de Tántalo, Polos opuestos y Cuentos suspensivos. Es autor también de los volúmenes de artículos La linterna mágica y Butaca de patio; y del ensayo Tres heridas (Aproximación didáctica a la Antología poética de Miguel Hernández), así como del guión cinematográfico Mala reputación.
Después de CTN 2017 y con la mirada oteando el horizonte de CTN 2018… nos atiende Antonio Parra Sanz… Gracias…
P.- ¿En qué condiciones y por qué escribió Dos cuarenta y nueve?
Esta novela tuvo un proceso de redacción un tanto complejo, porque en principio formaba parte de otra novela titulada Acabo de matar a mi editor, de hecho era el resultado de la creación literaria de Jaime Loynaz, el personaje protagonista de aquella novela. Con el tiempo, en cambio, llegué a considerar que podría tener autonomía como novela propia, y entonces se separó de la otra para vivir por su cuenta. Ahora hay que agradecerle a Ediciones Del Serbal que haya decidido publicarla, y a mi agente, María José De Miguel, que se empeñara en conseguirlo.
P.- Considero que es la historia más visceral que ha escrito ¿está de acuerdo?
R.- Posiblemente, el hecho de mostrar el triángulo que componen los personajes exigió entrar en sus mentes y tratar de sacar desde allí todo lo que les atormentaba u obsesionaba, y ahí sí que hay que ser muy visceral, porque de otra forma creo que no hubieran sido creíbles sus comportamientos. Si por visceral entendemos poner sobre el papel las pasiones humanas, sin duda es la novela más intensa que he escrito hasta el momento, sólo espero que el lector no se impresione más de la cuenta. Lo que sí puedo decir es que ha sido la novela cuya redacción más me desgastó y más me hizo asimilar la conducta de mis criaturas, con lo que eso conllevó, a veces, de doloroso.
P.- Historia con un componente psicológico muy alto, muy dura en muchos pasajes. ¿Los registros mentales son distintos a cuando se relatan hechos más físicos, por muy duros que sean?
R.- Me interesaba, como decía antes, ahondar en las motivaciones que llevan a un personaje a comportarse de una determinada manera, y eso supone enredarse en los antecedentes de cualquier hecho físico, por muy duro que este resulte. Es cierto que hay una serie de crímenes que se cometen en Cartagena, algunos teñidos de una brutalidad considerable, pero la intención era no detenerse únicamente en ellos, no caer en lo macabro, sino contarle al lector por qué se producían, y cómo influían en la psicología de los personajes, tal vez la trama negra era la excusa perfecta para ver hasta dónde podían llegar Elisa, Alonso y Marcos.
P.- No sé si la pregunta es pertinente..., si no desea contestar, no conteste ¿por qué machaca tanto al inspector Marquina?
¿De verdad cree que le machaco mucho? No era mi intención cargar demasiado las tintas sobre él, lo que ocurre es que en su vida se han producido hechos demoledores, y ese equipaje no es fácil de dejar atrás. Viéndolo ahora, es posible que haya creado uno de esos policías arrasados por la culpa que a veces monopolizan la trama de una novela, pero aunque Alonso Marquina esté solo, beba whisky o pase muchas noches en comisaría, en el fondo lo hace porque se está buscando a sí mismo (al igual que hacen Elisa o Marcos). Hay quien ha visto en la novela una gran presencia del amor, en concreto de la falta de amor que padece el trío protagonista, y ahí puede estar la clave, Marquina busca encauzar una vida que ha sido muy zarandeada, y eso nunca es fácil.
P.- ¿Qué ha supuesto para usted el que se presentara, el pasado sábado, día 9, su novela dentro de los actos de CTNEGRA?
R.- Pues una gran alegría, como uno de los organizadores del evento, ver que una de mis novelas era acogida por las jornadas me alegró mucho, al tiempo que me daba un poco de vértigo, por verla ahí, en un programa junto a grandes obras y grandes figuras del género negro español. Pero cuando en Ediciones del Serbal contemplamos los plazos de publicación, no lo dudé, y quisimos que estuviera lista para septiembre, algo que no fue fácil y que desde aquí me gustaría agradecer a la editorial.
P.- ¿Me puede hacer un balance de la tercera edición de CTNEGRA? ¿Está satisfecho?
R.- Creo que ha sido una edición muy completa, que ha terminado de situar a Cartagena del todo en el panorama de los festivales de novela negra. Nuestro objetivo, como en los años anteriores, era ese, acercar al público de la ciudad a los autores y sus obras, incorporar actividades que fueran más allá de lo puramente literario y, sobre todo, hacer que los autores que visitan la ciudad se sintieran bien acogidos, especialmente por la organización y el público asistente. Esas son las señas de identidad del festival, como usted bien sabe, y a mí personalmente me enorgullece pensar que las hemos mantenido, porque al mismo tiempo nos motivan para seguir adelante.
P.- ¿Pensando ya en la cuarta edición?
R.- Por supuesto, un evento de estas características exige una planificación a largo plazo, tanto en la preparación de actos como a la hora de contactar con los autores, cuyas agendas están siempre repletas de proposiciones. Tenemos la suerte de que el festival ya es conocido en toda España y ahora son las editoriales quienes se interesan por hacer que sus autores nos visiten, pero seguiremos eligiendo a aquellos cuya aportación nos parezca más interesante. Por otro lado, la idea de organizar actividades novedosas que no se hacen en otros festivales nos lleva a cuidar mucho esa planificación, y solo puedo decir que en la cuarta edición habrá más sorpresas, la intención es superarnos cada año, veremos si somos capaces de conseguirlo.
P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Pues como me apasiona leer y además realizo críticas literarias para algunos medios, a veces me encuentro embarcado en varias lecturas simultáneas. Es el caso en estos días, por un lado estoy leyendo una novela juvenil de Rosa Huertas, La sonrisa de los peces de piedra, y por otro un homenaje a la novela negra clásica norteamericana, El diez por ciento de tu vida, de Hiber Conteris, en la que el propio Marlowe aparece como un personaje, junto a Chandler o Hammett
P.- Venda su novela ¿Por qué hay que leerla?
R.- Esto siempre me resulta muy complejo, porque mi trabajo terminó al ponerle el punto final, pero como hoy un escritor no puede renunciar a ciertas labores de promoción, tendré que “mojarme”. Creo que Dos cuarenta y nueve puede interesar al lector porque, por un lado, contiene una trama criminal atrayente, dura e inquietante, con un asesino en serie aterrorizando a una ciudad mientras anuncia sus asesinatos en un programa de radio. Y por otro, porque se va a encontrar con algo más, con tres personas que intentan sobrevivir al vaivén de sus vidas, que se buscan a sí mismas, que necesitan encontrar el amor pero también la aceptación vital, y que se verán zarandeadas por esos crímenes hasta el punto de hacer que su resistencia psicológica se tambalee.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- Pues a corto plazo terminar una novela con la que me he estoy divirtiendo mucho (tal vez por eso esté demorando su finalización), y hasta hace poco ese era mi único plan, pero desde hace unos días se ha cruzado en mi camino un proyecto nuevo, intensísimo y que me está absorbiendo por varias razones de las que me permitirá que no le hable ahora, porque tiene una base real, lo cual es algo a lo que no me había enfrentado hasta ahora. Espero estar a la altura de las circunstancias porque cuando se toma un referente real tanto el método de trabajo como el resultado será mirados con lupa.