La visión cristiana de los Mandamientos de Moisés, hace hincapié en el sexo. Así los viejos Catecismos al citar el sexto Mandamiento decían: No fornicar.
Sin embargo en la Biblia ( Ex. 20, 14) pone: No adulterarás
Casi todos los comentaristas bíblicos de este párrafo coinciden en que: “Más que la simple fornicación, mira aquí el texto el adulterio, por ser la ruina de la paz conyugal. No hay que olvidar el aspecto social de la ley mosaica”.
No se trata pues de una condena explícita del sexo, sino de sus consecuencias.
El otro Mandamiento de condena del sexo en el Catecismo, el noveno, dice: No desear la mujer de tu prójimo.
Pero la Biblia dice:(Ex.20,17)”No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de cuanto le pertenece.
Y nuevamente esta interpretación poco tiene que ver con el sexo, sino con la propiedad, convirtiendo a la esposa en un bien, de un valor inferior a una casa ( aunque en el Deuteronomio, el relato de los Mandamientos de Moisés, la coloca antes).
Quizás este sentido de propiedad y de utilización de la mujer, como un elemento de intercambio en los negocios, ha llegado hasta hace relativamente pronto, en el que las princesas eran un elemento fundamental, con su matrimonio, en la pacificación y acuerdo entre los diversos reinos, pese a su rechazo personal, en muchos casos. Quizás uno de los más conocidos sea el de Felipe II con Ana de Austria, con la que tuvo 4 hijos y una hija, y a la que llevaba 20 años de diferencia, que en aquella época eran muchos, pero que había sido escogida anteriormente para su hijo Carlos, este personaje que a juzgar por lo que se cuenta de él, era un violento impresentable, se rebeló contra su padre, lo que ocasionó que este lo recluyera, y muriera al poco tiempo, circunstancia que alimentó la leyenda negra, e inspiró la ópera de Verdi, Don Carlos.
Llaman la atención los capiteles eróticos que encontramos en muchas iglesias románicas, que casi nos hacen pensar más en que vamos a entrar en el barrio rojo de Amsterdam, que en la casa de Dios, y hasta la literatura erótica del momento, que nos describe con todo detalle, los pasos de una relación erótica:"Visus et alloquium, contactus et oscula amantum; postremus coitus, luctati clausula belli". Lo que traducido vendría a decir “ Primero se ve, luego se habla, posteriormente se mete mano y se besa entre los amantes, y tras el coito, se da fin a la dura lucha”. Sin embargo todo esto cambiará. La lujuria se convierte en uno de los pecados más perseguidos, convertido en pecado mortal, y la mujer tiene como una de sus mayores virtudes, o la mayor, el pudor. La ideología religiosa ve en la carne, y especialmente en la de la mujer, el mayor enemigo del alma que nos llevará a la condena eterna.
La situación provoca anécdotas trágicas, que nos han llegado en los relatos, y que nos dan pie a pensar , hasta qué punto se había llegado.
Al famoso rey Carlos II, llamado el Hechizado, le buscaron una mujer, para dar continuidad a la Corona. Llegó el momento en el que se pensó, por razones de Estado y para lograr un heredero, casarlo, y tras una búsqueda, la elegida fue María Luisa de Orleáns, hija mayor del duque de Orleáns, hermano menor de Luís XIV de Francia y de la princesa Enriqueta de Inglaterra. Entre otras cosas por su carácter divertido, que lo sacaría de la postración. Tras recibir la noticia, y una miniatura con su figura, se enamoró de ella, mejorando su carácter y arreglo personal. Cuando la comitiva pasó por Zamora, el gremio de tejedores quiso obsequiar a su futura reina, ofreciéndole “trescientos pares de calzas” (medias). Al oír esta oferta, la camarera real consideró que esta pretensión era ofensiva para el pudor de la futura reina. Respondiéndoles muy indignada . “La Reina no tiene piernas”.
Y es que este reparo, de mostrar parte alguna del cuerpo, le acabaría incluso costando la vida, a la madre de este desdichado rey, Mariana de Austria, víctima de un “zaratán” (palabra de origen hispanoárabe que significa cangrejo), un cáncer de mama, cuyos terribles dolores aguantó de modo estoico para no enseñar su pecho, hasta que llegó a un tamaño “ de la cabeza de un recién nacido”, y del que murió.
Pues si, como parece, el tema de la sexualidad es secundario, y está más unido a otros elementos, como, primogenitura, sucesión (tras las dudas de la sucesión de Pedro I, en España se instituyó, que cuando la reina diera a luz, tenían que estar presentes en el parto, nobles y notarios que dieran fe que el niño había nacido de la reina y no había sido suplantado. La reina Isabel la Católica, se tapaba la cabeza con la ropa, cuando daba a luz, unos afirman que por pudor y vergüenza al mostrar su intimidad ante tantos hombres presentes, y otros, para que nadie viera si ponía gestos de dolor, lo que en su opinión era un gesto de debilidad, que no quería mostrar), o fidelidad por la ruptura del pacto matrimonial. Llegándose incluso, como en el caso de Abraham, a ceder e incluso ofrecer a su mujer Sara, en Egipto, a la corte del Faraón, para preservar su vida, e incluso, conseguir ventajas económicas y sociales.
Entonces, ¿cuándo y por qué comienza esta pudibundez, que llegaría hasta la época Victoriana, en la que la reina Victoria obliga a que los manteles lleguen hasta abajo en las mesas, para evitar que se le vean las patas?
La religión siempre ha sido un elemento que el poder o los intereses sociales o económicos han utilizado, para elevar un hecho determinado, a un nivel superior (incluso hubo una época en la que se afirmaba que el poder venía de Dios).Stalin después de una cruel persecución contra los cristianos, siguiendo la de Lenin, matando y destruyendo iglesias, tras la invasión alemana, el 22 de junio de 1941, para conseguir el apoyo de la población, molesta por las persecuciones religiosas, y que podrían aprovechar para derrocarlo, cambió totalmente la política eclesiástica, estigmatizó las actividades anticristianas de los fanáticos del partido, y las iglesias fueron restauradas, alentó las ceremonias religiosas, se restauró el patriarcado, se reabrieron los seminarios y se le permitió a la iglesia tener propiedades.
Tras el descubrimiento de América. Llegaron muchas cosas a Europa, y no todas buenas, entre ellas las enfermedades venéreas. Había que poner coto a su propagación. ¿Cómo? Una recomendación de prudencia por parte de las autoridades, era inútil, había que elevar el listón y convertir la promiscuidad en pecado.
Pero una vez más, la culpable era la mujer, “porque se iban insinuando lujuriosamente”, y ya se sabe que los hombres no son de piedra. Esta negación del sexo llega, incluso por parte de la mentalidad inglesa victoriana a considerar una debilidad el que gozaran, las mujeres decentes, de las relaciones sexuales, estas eran sólo para tener hijos, lo que originó una enfermedad llamada histeria, palabra derivada etimológicamente de la griega “ystera”, útero/matriz, por la represión de los deseos y la ausencia de orgasmos. Así, mientras se perseguía la homosexualidad de personajes como Lord Byron, pasaba desapercibida la de Virginia Wolf, porque para la mujer no existía el disfrute del sexo. Esta presión sobre los temas sexuales, por parte de la doctrina de la Iglesia, fue minorando tras la aparición de los antibióticos, y la curación de estas enfermedades y se han reducido todas las referencias al sexo, convirtiéndose ciertos actos, todo caso, a un pecado venial.
Cierto es que las doctrinas siempre se hacen para los demás porque tras la muerte de su esposo, la reina Victoria se encaprichará de su caballerizo. Nadie sabe si se llegaron a casar en secreto, o sólo existió el; aquí te pillo, aquí te mato, porque evidentemente no es lo mismo predicar que dar trigo, y desde el principio de los siglos, ya se sabe que el asunto de la jodienda, no tiene enmienda, se sea hombre, o mujer.