Autor: Joan Sales. Barcelona, Destino, 2012
(IN)CIERTA GLORIA
Ambientada durante la Guerra Civil española en el frente republicano de Aragón —y reescrita durante 15 años de la segunda postguerra (1956-1971)—, Incierta gloria no es, pese a lo que pudiera preverse, una novela “histórica” sobre la Guerra Civil en el bando republicano —que también—, sino una novela “de tesis” sobre el carácter sagrado del vínculo matrimonial —“lo único que puede hacerlo sagrado es su carácter indisoluble, que procede, no de la ceremonia externa, […], sino de la voluntad expresa de los dos cónyuges” (p. 514)—, al margen de la Iglesia y de la Ley —“se casa sin la iglesia y sin la ley”, parafraseando al nuevo trovero castrense—, en un grupo de anarco-pacifistas conversos al Cristianismo —“Dios […] ofreciéndose crucificado en un espectáculo obsceno y macabro para redimir lo Obsceno y lo Macabro (p. 482)— entre dos fuegos: el de los nacionalistas en/frente y el aniquilador de “los caníbales de la FAI” (p. 349) —“Ahora Barcelona vuelve a estar en calma; cuesta entender lo que pasó. Total, fue cosa de los anarquistas; siempre los anarquistas” (p. 265)—, en la retaguardia de Cataluña:
“¿O es que guerras limpias no las ha habido nunca, es que siempre la abnegación de los soldados de los frentes —de los dos frentes— habrá de verse ensuciada por crímenes de las dos retaguardias, es que no sólo hemos de crucificar a Jesús sino que además hemos de hacerlo entre dos ladrones?” (p. 333).
Y ello desde la perspectiva ideológica de esa “tercera España” acuñada por Trapiello:
“Por encima de todo aquel galimatías de motivos ideológicos hubo una división geográfica; para la inmensa mayoría —y yo era uno más— que no entendíamos de política, contaba esto y tal vez nada más. Fuimos republicanos porque la zona en la que nos encontramos, y de la que éramos hijos, era la republicana; si nos hubiésemos encontrado en la otra, hubiésemos sido de la otra. Había algunos, eso sí, que pasaban de la una a la otra y viceversa; yo mismo […] estuve a punto de hacerlo […]” (p. 378). “Ahora iba a elegir; a partir de aquel momento, por obra de mi libre voluntad mis amigos pasarían a ser mis enemigos y viceversa (p. 417). “Y de cada lado desertan por el mismo motivo: todos asqueados por los horrores de las retaguardias” (p. 422).(1)
DÍAS Y NOCHES DE AMOR Y GUERRA
“—Y la gloria de verdad, ¿cuál te parece que es?
—La guerra y el amor, ¡matar y lo contrario! […]
— […] La gloria cansa, sólo se soporta un instante. ¡Pero qué instante! ¡Todos vivimos para ese instante!”
Joan Sales, Incierta gloria (p. 205)
Concebida como un tríptico dividido en sendas partes, Cierta gloria trenza el relato de tres varones —el seductor Brocá, el atrabiliario Solerás y el acobardado Cruells— en su relación con una mujer, Trini, formando una tríada que aspira al misterio de la Trinidad.
Inspirada en la experiencia biográfica del autor como oficial republicano en la Guerra Civil, la novela tiene algo, en su composición, del carácter alegórico de otra gran novela concebida durante la Guerra Civil, pero en el otro bando, la Rosa Krüger de R. Sánchez Mazas, en cuanto a la presentación de varios personajes que encarnan otras tantas ideas —en aquel caso cuatro estereotipos femeninos que desembocan en el dechado de mujer estrasburguesa que da título a la novela, como esencia de lo europeo continental franco-alemán—, si bien en este caso desde la desazón de cierto existencialismo para-cristiano en conflicto interior, mitad miembros de falansterio, mitad templarios monjes guerreros: Brocá, el marido donjuanesco utilizado por la viuda franquista a la que intentó seducir; Solerás, el misógino que oculta en su iconoclasia el deseo por la mujer del amigo Brocá; y Cruells, el seminarista apocado que encontrará en (la) Trini(dad) la tentación secular, conforman sendas tablas de un tríptico en cuyos fondos se perfila un numeroso elenco de secundarios que sirven de contrapunto —el comisario anarquista Liberto, hermano de Trini; su padre, Milmany ; el P. Gallifa—, más colectivos de carácter coral y episódicos.
¿AUTO SACRAMENTAL DEL MATRIMONIO O AUTO MATRIMONIAL?
Tres relatos convergentes de sendos hombres de letras, “tres huérfanos criados por las tías respectivas” (p. 506) y oficiales de complemento —incluido el “declarado inútil a causa de su miopía” Solerás, que, en grotesca contrafigura española del soldado Svejk, “movió cielo y tierra para que le admitiesen en el ejército” (p. 58)—, y a través de los cuales va progresando la capa freática de la acción —correspondencia en estilo medio de Brocá a su hermano, “hermano de San Juan de Dios”; de Solerás en un estilo ínfimo a Trini, como el “correveidile” de la infidelidad de su marido; y de Cruells, en un estilo sublime ¿dirigida a qué narratario?—, hasta esta última parte de Cruells, donde aparece Trini como la hipóstasis del eterno femenino de un auto sacramental del matrimonio —auto (judicial) matrimonial entre los tres letrados—. Es la tragi/comedia del arte de una Colombina que, enamorada del histriónico Arlequín Solerás, desdeña con crueldad a un Pierrot Cruells y, desencantada del Polichinela Brocá, queda “compuesta y sin novios”, en un desenlace críptico, folletinesco y melodramático —“¿Por qué? ¿Qué esplendor y qué gloria? ¿La gloria del pecado y la tragedia? Qué melodrama, Dios mío” (p. 66)—, que hará depender, merced a la resiliencia de los amigos y a la porosidad de la línea del frente, la vida del hijo de Trini con Brocá del estraperlo de aquella “carlana” viuda —¿la bolsa o la viuda?—, instalada en el bando nacional, a la que había cortejado Brocá.
¿ABRIL ES EL MES MÁS CRUELLS?
«[…] me pareció que a aquel palo obsceno y macabro le nacía otro palo transversal… ¡algo a que aferrarse! “La cruz o el absurdo”, me repetía sin acabar de comprender.»
Joan Sales, Incierta gloria (p. 245)
Y es desde la figura central —personaje principal y narrador de la II parte—, Solerás, desde la que irradia, en su dialéctica del cínico vs. el escéptico Brocá —más el corolario del creyente Cruells, tentado por la secularización—, el tema de la “incierta gloria” —“¿The uncertain glory of an april day?”—, ese “momento de la sensación verdadera” —del Eros y el Thánatos—, donde se anudan, en bajtinesca hibridación grotesca —“la entrada obscena, la salida macabra” (p. 41); “Está visto: venimos de lo obsceno y vamos a lo macabro” (p. 236)—, el matrimonio y el entierro —“a la momia que hace de novio le han encajado un cirio […] en forma grotesca” (p. 65), y/o “al corriente de un secreto grotesco” (p. 108)—, en la con/fusión de lo ridículo —“La prohibición me exaltó hasta hacerme perder el sentido del ridículo” (p. 107)— y lo patético —“[…] las tragedias son ridículas” (p. 133); pero “el amor es sublime para quien lo hace y obsceno para quien lo mira” (p. 151)—, en “lo sagrado” —anterior al sexo y posterior a la muerte: “la entrada gratis, la salida a palos” (p. 41)—, en “lo no discontinuo” (vid. El erotismo, G. Bataille dixit) —“los matrimonios in articulo mortis […] noche de bodas y muerte, lo obsceno y lo macabro” (p. 164): “Bodas macabras […] ¡Una super-pornografía digna de nuestra época” (p. 203)—. Y en un juego de vasos comunicantes en el que la fe “ni se crea ni se destruye”, “sólo se trasvasa” —de Cruells a Brocá—, y las líneas del frente se permutan en la tierra quemada de nadie —los combatientes son carne de cañón intercambiable de sus respectivas retaguardias—, en un carnavalesco “mundo al revés” de zurdos diestros —¿o zurdos contrariados?—, salvados de la “discontinuidad” de una existencia profana — “¿No has pensado nunca que abril, el de la incierta gloria, se nos está escapando de entre los dedos? E incierta o no, es la única gloria” (p. 80); “la incierta gloria por la cual Adán trocó la gloria cierta y tranquila del Paraíso (p. 199)”— merced al logro de cierta gloria: “Por lo menos ha conocido su instante de gloria, todo lo incierta que quiera. Un instante, […] ¿Para qué vivir más? Un instante así vale por toda la eternidad” (p. 201).
Es ese instante del sueño —“El sueño es una tierra de nadie entre la vida y la muerte, entre lo obsceno y lo macabro” (p 475)— que comprime el paréntesis del “origen y el fin” del cuerpo —“dos misterios, lo obsceno y lo macabro, simas sin fondo” (p. 398)—: “Y por esta sola gota, por este único instante, por ese relámpago de gloria tan incierta” (p. 387).
Continuará… El viento de la noche, segunda parte de esta opera magna de Joan Sales.
(1)
“Pobre humanidad, ¿cómo podrá ser alguna vez futura? Siempre será presente, atrozmente presente, siempre desgarrada entre dos llamas: la de la felicidad, la de la crucifixión.
”La llamada de la crucifixión… ¿es que las guerras son otra cosa? Agitan pretextos, claro; causas, grandes palabras… […] Nuestros biznietos reirán cuando sepan que nosotros nos matábamos por los proletarios contra los burgueses o por los arios contra los semitas, y, no obstante, en nombre de esas palabras vacías y risibles se han creado los campos de concentración stalinianos y hitlerianos” (p. 478).