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ISSN 1989-4163

NUMERO 66 - OCTUBRE 2015

Neruda y la Primavera Infinita

Sergio Manganelli

 

         Estamos en primavera, una estación que comienza a regalarnos sus mañanas más tibias, en tanto el verde extiende su fresco territorio hasta envolverlo todo. Hasta que todo renazca, hasta que todo germine.

         Pablo Neruda nació un 12 de Julio en Parral, allá por 1904, y pasó la mayor parte de su infancia en Temuco, rodeado del verde eterno, primaveralmente inextinguible de los bosques de su Chile natal. Allí, en medio de hojas repletas de sustancia, de piedras desbordantes de misterio y colores inéditos; entre coleópteros y obreros del ferrocarril que día a día le obsequiaban los más preciados tesoros de la selva, se encendió su poesía, se cargó la savia que nutrió sus versos, se potenció su fuerza creadora, sus ansias de descubrir y descubrir, hasta la última gota, hasta el último sorbo de fresca poesía.

         Así crecía Pablo, que por aquél entonces era sólo Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, hijo de don José del Carmen Reyes y doña Rosa Neftalí Basoalto de Reyes, quien fallece un mes después de dar a luz a su hijo.

         Don José del Carmen Reyes era un ser noble, de buen corazón, ferroviario por oficio y por naturaleza, pero carente por completo de sensibilidad poética, y sumando a ello un profundo temor por que su hijo le resultara un "jote", uno de esos extraños personajes ataviados con capas y trajes oscuros, a la usanza de los poetas de la época, conjurados con la noche y bebedores a destajo.

         A ello se debió, que en sus comienzos, estuviera obligado a emplear varios seudónimos, evitando fuera descubierta su autoría en los poemas publicados por las revistas estudiantiles de la década. Primero empleó el nombre heredado de su madre, es decir "Neftalí", más tarde el de "Sacha" para las críticas literarias, y tiempo después adoptó definitivamente el de Pablo Neruda, tomando como propio el apellido del célebre poeta checo Jan Neruda, y sin suponer que se tratara de un bardo de tanta trascendencia en esa nación. Muchos años después, en una visita a Checoslovaquia, depositó una ofrenda floral en la estatua del poeta checo.
               
         Todos supieron de la fuerza y la belleza de sus versos, todos.
Los que bebieron de sus "Veinte poemas de amor y una Canción desesperada" como del néctar más puro. Quienes compartimos los crepúsculos de su "Crepusculario", tal vez no desde la calle Marúri, pero desde otros miles de calles en el mundo. Desde las calles y las casas en las que amamos al son de estos versos, y en cuyas camas nos recostamos depositando en "Farewell" nuestra fe en la conquista. Quienes sabemos del frío, quienes hemos vivido nuestra poesía y nuestra adolescencia entre las cuatro paredes de un cuarto de pensión, sabemos del candor y la tibieza que irradian estos versos. Hemos germinado cobijados por el resplandor que habita en ellos.

         "...(Amo el amor de los marineros
              que besan y se van.

              Dejan una promesa.
              No vuelven nunca más.

              En cada puerto una mujer espera;
              los marineros besan y se van.

              Una noche se acuestan con la muerte
              en el lecho del mar.

              Amo el amor que se reparte
              en besos, lecho y pan.

              Amor que puede ser eterno
              y puede ser fugaz.

              Amor que quiere libertarse
              para volver a amar.

              Amor divinizado que se acerca.
              Amor divinizado que se va.)....."

                         ("Farewell", Crepusculario-LOSADA)

                   Bien, sin ser prolijo en la cronología debo contar que Pablo terminó sus estudios en el Liceo de Hombres de Temuco, en 1920, habiendo aprobado su 6to. año de Humanidades. Para ese entonces ya es merecedor de varios premios en concursos literarios, entre ellos el de la Fiesta de la Primavera en Temuco, haciéndose depositario del Primer Premio del concurso de la Federación de Estudiantes de Chile con su poema "La Canción de la Fiesta".
                                                      
                   Es Presidente del Ateneo Literario del Liceo de Temuco y colaborador permanente de la revista "Claridad". órgano de la Federación de Estudiantes de Chile.

                   En 1923, en Agosto de ese año, aparece la primera edición de "Crepusculario", perteneciente a la Editorial Juventud y con una portada de Juan Gandulfo, a lo que se debe que en las nuevas ediciones de Losada, la dedicatoria reza: "A Juan Gandulfo, este libro de otro tiempo."

                   Un año después, en Junio de 1924, aparecerá su primera edición de "Veinte poemas de amor y una Canción desesperada", un libro con un alto grado de carga melancólica. El mismo Neruda dijo en una conferencia en 1945: "Es un libro que amo porque a pesar de su aguda melancolía está en él el goce de la existencia". (Universidad de Chile, 1945 "Neruda", Volodia Teiteilboim, Ed. Losada)

                   En 1927 es nombrado Cónsul ad honorem en Rangún (Birmania) y de esa experiencia asiática surge otro libro  particular, un documento de gran valor vivencial, testimonio de toda una época en la vida de su autor y el medio en que habita, un claro signo de su "Residencia en la tierra".

En esta etapa conoce a Jossie Bliss con quien vive, y que constituye un tormentoso amor entrañable a lo largo de su vida, la inspiradora de "El tango del viudo". Un año después es nombrado Cónsul en Colombo (Ceylán) y se aleja de Jossie Bliss para siempre.


                   "Oh, Maligna, ya habrás hallado la carta,
                    ya habrás llorado la furia,
                    ya habrás insultado el recuerdo de mi madre
                    llamándola perra podrida y madre de perros,
                    ya habrás bebido  sola, solitaria,
                    el té del atardecer
                    mirando mis viejos zapatos
                    vacíos para siempre.

                    Maligna, la verdad, que noche tan grande,
                    que tierra tan sola!
                    (...)

                     Cuánta sombra de la que hay en mi alma
                    daría por recobrarte,
                    y que amenazadores me parecen
                    los nombres de los meses,
                    y la palabra invierno
                    que sonido de tambor
                    lúgubre tiene.
                    
                    (...)      ("Tango del viudo"-Residencia en la tierra,
                                   editorial LOSADA)

                   Luego de haber sido cónsul en países de culturas exóticas, en territorios inhóspitos, se traslada a España. Allí conoce a Federico García Lorca y a Rafael Alberti, con quienes traba una gran amistad, y tiempo más tarde aparece la publicación "Caballo Verde para la Poesía", dada a luz por un grupo de los más selectos poetas unidos en jornadas de labor en la legendaria "Taberna del Caballo Verde" y al amparo de la guitarra de García Lorca. Por decisión unánime le es confiada a Neruda la dirección de esta revista.

                   En 1936 se desata la Guerra Civil Española, en que la lumbre y el oscurantismo libran su más encarnizada batalla por la libertad de la península, y el 18 de Julio es asesinado Federico García Lorca. El corazón de la España libertaria había sido vulnerado. Algo se quiebra dentro de Neruda, y comienza a escribir un libro dedicado a España y a esa época de sangre y destrucción de la cual fue activo testimonio. Debido a esta obra es destituído de su cargo consular.

                   Un hecho curioso se produjo con la edición de esta obra, y merece ser mencionado. Manuel Altolaguirre, amigo de Neruda e infatigable improvisador de imprentas, logra instalar una, sumamente precaria en un viejo monasterio al Este, cerca de Gerona. En esta humilde industria gráfica los soldados aprendieron lo esencial del oficio, y a falta de papel, decidieron instalarse en un molino cercano para fabricarlo.

                   Este papel, dedicado a la impresión de "España en el corazón", fue concebido con una extraña mezcla de todo lo que podía ser rescatado del fuego, es decir, banderas del enemigo, trapos, uniformes ensangrentados y todo cuanto aportara consistencia a la insólita fusión  con la que estos improvisados imprenteros darían luz al libro del poeta americano dedicado a España y sus luchas.

                   Apenas terminada la primera edición, sobrevino la derrota de la República, y cuentan que en el éxodo, los hombres empujados al destierro, prefirieron cargar con los ejemplares de su libro, antes que sus provisiones de alimentos y abrigo.

                   Este libro constituyó el orgullo de aquellos hombres y penosamente les fue arrebatado de las manos por la muerte, que se abalanzaba desde el aire con su carga de fuego y destrucción. El bombardeo esparció junto a la sangre joven los ejemplares de "España en el corazón", libro que fue considerado por quienes llegaron a conocerlo como una obra magnífica, un libro extraño en medio de una guerra fratricida.

                   En la Biblioteca del Congreso, en Washington, hay un ejemplar de esta edición, dignamente preservado, y se lo expone como uno de los libros más extravagantes de nuestros tiempos.


                   "España en el corazón", un libro heroico, amasado con el esfuerzo y la sangre de hombres aferrados a un ideal, que independientemente de las razones que esgriman los unos y los otros, cumplieron la humana perfección de abrazarse a un sueño y regalaron a la historia un nuevo capítulo en la vida de su pueblo, y una obra poética testimonio de él.

                   Para darle forma a este relato, desprolijo y salpicado, tiene por finalidad la pretensión de recordar al más grande poeta de América, algunas imágenes de sus últimos días, junto a su mujer, la más amada, la inspiradora de "Los Versos del Capitán", libro que Neruda publicara bajo el seudónimo Rosario de la Cerda, en medio de su secreto romance. Matilde Urrutia, destinataria de "La carta en el camino".

Pablo se instala en la casa de Isla Negra, que ellos mismos diseñaron, una casa brotada del tiempo, del polvo y del mar. En 1971 había obtenido el Premio Nobel, lo que les permitió costear el final de la construcción, ya que los primeros pasos habían sido llevado a cabo con dinero que le adelantara su editor.

                   Son días de felicidad, en una casa sencillamente hermosa, cargada de poesía y fragancia marina. Repleta de los objetos a los que tanto amaba, de sus "juguetes", en un hogar mecido por las olas subterráneas y el bramar del océano en la playa. En una "fortaleza" de puertas sin candado, una nave terrestre de corazón abierto. Las horas pasan también para el poeta, que siente dentro suyo la necesidad del esfuerzo superior por culminar su legado. Son horas de profunda creación, y sensaciones intensas.

                   Con la ayuda del poeta Homero Arce, su secretario, su amigo, logra darle forma a sus dos tomos de Memorias, cuyo volumen último queda inconcluso en algunas de sus partes. Posteriormente fueron excelentemente editados por Losada y Bruguera.

                   Neruda ya padecía un cáncer avanzado.

                   El 11 de septiembre de 1973 se desata el golpe militar en Chile, y doce días más tarde, en medio de la convulsión y el dolor de su pueblo, se marchó. El 23 de septiembre de 1973, a las 22.30 horas, fallece en una clínica de Santiago el embajador poético de Chile, el padre de la más esencial poesía hispanoamericana.

                   Quienes hayan leído sus obras coincidirán conmigo en que se trata de un poeta sencillo y profundo, infantil y terrible, pleno de luz y sombra. Un obrero de la poesía. Un navegante de la fertilidad. Sus versos seguirán brotando en un territorio celeste, en donde la libertad de crear y de pensar no sea abofeteada, y la muerte no esterilice la belleza. En donde el hombre conviva con el hombre, y con el lobo.
                           
                   Estamos en septiembre. Observo en derredor y el verde empieza a erguirse, a alzar su voz de fresca enredadera. Los pájaros desatan su arte, y yo, como quien espera una brisa, una estela de mar, un tañir de campanas sepultadas, agazapo mis ojos y acecho una sonrisa.

                   Es ya la primavera, Pablo Neruda renace y canta.

 

Pablo Neruda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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