Los Oýdos de las Estrellas
Ramón Asquerino
(Oda mínima a Luis de León)
[…] si ya no estuviera usado a hablar en los oýdos de las estrellas, con las quales comunico mis cuydados y mis ansias las más de las noches. Luis de León: De los nombres de Christo
Las noches de par en par,
cuando el calor es un desnudo
aliento, denuedo frágil y sordo,
a la orilla del Tormes, mojada
su sombra, verde espejismo,
cristal entre deseos oasis
bajo los asombrados claustros
de inaudibles musgos y silbidos.
El sofoco repiquetea la tarde,
inquieta, expectante sideral,
usado a la querencia de leerte:
traductor de madrugadas,
intérprete de la noche
--los oýdos de las estrellas--,
del zodíaco auriga,
profesor entre envidias,
la voz baja de templanzas,
reto continuo esa garganta
por derrotados derroteros,
rasados los ojos en lágrimas,
reclusos de desamor y cátedra
acechan tu perseguida claridad,
número en melodiosa armonía.
Por el lubricán en Salamanca,
ante el patio somnoliento
con manantiales hebreo y latino,
mudas declinaciones en crepúsculos,
murmullo a los oýdos de las estrellas,
a quienes tus cuydados
y tus ansias, callados,
encallados por la noche, fías
tu costado y aire azorados,
azarado el ínvido enemigo,
bañados en agua estancada sus celos,
en agua rosada tus manos.
Mientras despunta La Flecha
tras las riberas, el eco del aire,
tan quieto bajo aquel manzano,
cuyo mordisco de ira
aprieta tu garganta de hilo
tejiendo la soga de un lustro,
trenza nombres escondidos,
grabados en la espalda con culpas
tiznadas de rencores.
Transcribe en voz alta el árbol del cielo,
los oýdos de las estrellas miran
--la palabra baja por el costado--
relojes de luto, que aún no han nacido,
cuenta señales horarias de puntillas
el leve, latente aliento sutil, venial.
Y ardientes flechas, despacio,
resbalan fosforitas ansias de espejismos:
que todo lo demás es triste lloro.
