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ISSN 1989-4163

NUMERO 66 - OCTUBRE 2015

Los Tobillos

Maite Pagazaurtundua

 

En algunas culturas los hombres y mujeres consideran que si les sacan fotos les roban el alma o la pierden.

Si eso fuera verdad, y no una creencia, a la mayoría no nos quedaría ni un jirón, ni un gramo de alma. Y que el alma no se gasta en las fotos lo podemos acreditar las madres de adolescentes, porque hay que ver la capacidad de sacarse miles de fotos que tienen…y no percibimos que tengan menos alma que nosotras a su edad. Lo que habríamos disfrutado nosotras… De hecho, lo que con los medios actuales no habríamos dejado de fotografiar milimétricamente cada rasgo físico que nos atormentaba entonces.

Pero en algunas culturas las mujeres no tienen cuerpo, ni cara, porque no pueden mostrarlo. Y no sé qué efecto puede causar en el alma de la prisionera, ni en la de los torturadores, porque extreman el cerrojo sobre ellas para que no supongamos una influencia perturbadora.

Una mujer que conozco bien, con una altísima responsabilidad politica, acaba de regresar de la capital de Irán donde tomó parte en una delegación parlamentaria europea. No pasó desapercibida, porque es guapa -muy guapa-, alta -muy alta- y rubia -muy rubia- así que jugaron a criticarla en los medios de comunicación y es que no les parecía suficiente recato el de vestir pantalones negros, una prenda negra anodina con cremallera hasta las rodillas y un tocado cubriendo gran parte de la melena, pues… se le vieron los tobillos y se organizó una absurda tormenta diplomática. La cremallera tampoco debió gustar mucho, entiendo yo, porque la cremallera se puede bajar, no sé, quiero intentar entenderlo.

Irán es uno de la países en que se ha legalizado la obsesión contra el cuerpo de la mujer, junto a la férrea represión de la la libertad en las costumbres personales. Pues bien, es un país donde la estimación de personas drogadictas asciende a más de dos millones sobre una población de 80 millones de habitantes. Y bien pensado, tampoco es de extrañar la espiral de huida artificial para olvidar que les roban el alma en cada espacio público o para olvidar las ejecuciones públicas – asesinatos desde el poder político en realidad – de homosexuales, de forma especialmente aterradora.

Maritje, la rubia, alta y guapa holandesa nos contó a la vuelta que, cuando en las reuniones indicaba algo que no gustaba a los masculinos y misóginos poderes iraníes sonreían incómodos señalando que “es que estaba mostrando su lado femenino”.

“Paternalismo”, denominó ella a la desacreditación de su trabajo como representante pública, y se quedó corta, pero es una mujer tirando a políticamente correcta y extraordinariamente tolerante. Si “el lado femenino” es equivalente oficialmente a no tener inteligencia, ni capacidad de pensamiento articulado, la represión adquiere una dimensión totalitaria extraordinaria, pero menos visible.

Los totalitarios, digamos, pululan, ellos sí, a sus anchas por nuestros entornos. No hará dos años que pude asistir en un aeropuerto europeo a la operación de sacar a un grupo de mujeres muy cubiertas del aeropuerto para hacerlas montar en un gran monovolumen. La obsesión paranoica de la operación era para que ni un centímetro de piel o ropa quedara al descubierto. Dos hombres pastoreaban al grupo de mujeres evitando tocarlas, mirarlas y había violencia moral y chulería ante los que nos fijábamos mientras esperábamos nuestro transporte. De haber visto un tobillo, seguro que no estoy contándolo.

Publicado originalmene en Yo Dona.

 

 

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