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ISSN 1989-4163

NUMERO 66 - OCTUBRE 2015

El Hombre y la Búsqueda

Juan Luis Calbarro

Josep Maria Alaminos. Edèn - Can Fondo (Alcudia, Mallorca)

 

Volver a escribir sobre arte y volver a escribir sobre Alaminos no puede ser solo una coincidencia gozosa. Lo importante es que este magnífico artista alcudienc vuelve a exponer y vuelve a hacerlo con el pensamiento de Ramon Llull de fondo. Elementos formales y semánticos del Fèlix o Llibre de meravelles determinan muy poderosamente la serie pictórica Edèn. Antes que cualquier otra consideración, me parece muy significativa la concepción de la obra como expresión de diálogo, viaje intelectual, búsqueda del conocimiento; una indagación que inspiró antes a Alaminos conjuntos magníficos como De anima, Afirmació-Dubte-Negació, Naturalis, Substantia, Espai-HOME-Temps, Camí-HOME-Vida, Origen...

Estampados mediante el uso de tampones que los estandarizan y materiales viscosos que, por el contrario, los dotan de cierta aleatoria indefinición y de la consiguiente pero mínima individualidad, hombrecillos simbólicos deambulan o, más bien, flotan sobre fondos abstractos, trabajados a fin de proponer reminiscencias entre lo geológico y lo orgánico, y también entre lo sólido y lo fluido, incorporando detalles de color que sugieren sutilmente entornos particulares (agua, sueño, luz...). Una vez más hay que decir que la factura de los cuadros de Alaminos es impecable.

Si el autor ha situado tradicionalmente a sus homúnculos en interacción (espacial, conceptual, social) con el resto de los elementos de su obra, en esta ocasión aparecen particularmente perdidos, como enfrentados a elementos de la naturaleza que los superan en solidez estructural, en definición, en arraigo en el paisaje y hasta en tamaño. Elementos vegetales introducidos y reiterados mediante la técnica de la transferencia ofrecen una imagen de lo natural propia del tratado científico: están ahí en descripción fría y objetiva, abiertos al estudio o a la inteligencia en su trazo claro y definido. Frente a ellos, la imagen del hombre -de hechuras más toscas, como apocado, aparentemente en busca de su propio lugar en la naturaleza- proyecta la idea del viaje luliano de aprendizaje y de la necesidad de una integración lógica y mística del hombre en el cosmos. Los hombrecillos casi rupestres de Alaminos, a diferencia de etapas anteriores del autor, oscilan entre el desorden relativo y un orden no muy bien asumido, como ajenos a un contexto que no entendiesen; a veces solitarios, a veces en formación, a veces dispersos y sin relación aparente entre sí ni con lo que los rodea... Y, sin embargo, en las series de plantas, flores, frutos o ramas sin color a menudo se incluye una copia coloreada: como si la mirada del hombre, focal y limitada pero al fin y al cabo aguda como ninguna otra, la estuviera dotando de su significado completo.

El enfoque laico de Alaminos -más antropológico que antropocéntrico- convierte la búsqueda luliana de Dios en una especie de panteísmo necesario, y al paraíso sobrenatural que se explica en el penúltimo libro del Fèlix en un edén natural completo en sí mismo pero siempre en grado de existencial tentativa, a medida de las necesidades de ese ser insaciable de conocimiento que es el hombre por naturaleza.

Es tarea difícil traducir la materia filosófica al lenguaje plástico; sin alharacas pero con un rigor técnico y de pensamiento envidiable, Alaminos lo consigue, ofreciendo unas sensaciones y un discurso (los elementos naturales, los conceptos metafísicos, la misma actitud ante el conocimiento…) actuales y, no obstante, plenamente emparentados con la cosmología luliana. No se entendería de ninguna forma que no fuese un artista de referencia en los fastos lulianos que nos proponen las instituciones. Ningún otro artista plástico ha explorado al Doctor Iluminado con tanta extensión e intensidad como este granadino alcudienc.

 

 

Alaminos

Sol - Home III (2015, técnica mixta sobre tela)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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