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ISSN 1989-4163

NUMERO 66 - OCTUBRE 2015

De un Golpe de Vista

Inés Matute

 

Los resortes que mueven el deseo o el rechazo tampoco son tantos. De hecho, las primeras impresiones son rápidas y duraderas, aunque no siempre sean acertadas. De un vistazo, sabemos si algo nos gusta o no nos gusta, si lo compramos o no lo compramos, si le votamos o no le votamos, si le ayudamos o pasamos de largo. Menos de un minuto es suficiente para sentenciar una cita a ciegas, para desestimar a un candidato en una cita de trabajo, para twittear una gilipollez dinamitera o para odiar a Merckel por su desafortunada (aunque sensata) respuesta a una niña inmigrante. Con dos fotos, podemos borrar a todo un país- ¿puede ser Hungría?- de nuestra lista de destinos turísticos probables, hacer un donativo a UNICEF tras llorar un poco con la foto de Aylan ahogado o concluir que los periodistas son una subraza deleznable al ver cómo cierta señora, de nombre Petra Laszlo, no duda en poner la zancadilla a un pobre sirio que nada hizo por provocarla.

Estos resortes, a menudo ocultos, mueven el deseo, la publicidad y hasta nos hacen escoger al peor candidato posible si el envoltorio es el adecuado. Porque cuando una imagen funciona, la repetición sólo sirve para reafirmarnos sin entrar en debates sobre si la primera impresión es o no es falsa apariencia. Por ello, no hace falta ser un lince para saber que de aquí a las Generales nos vamos a aburrir viendo políticos haciendo running en pensadísimo chándal, paseando perros o besando niños, aunque todo ello sea ya más viejo que la tos o que la estúpida sonrisa de Artur Mas, que siempre sale a pasear en los momentos más insospechados (¡qué poca vergüenza tiene este tío, Dios!).

Pero, más que hablar de la campaña electoral que nos espera, me apetecía hoy hablar del “efecto mascota” que acompaña a más de un cuarto de refugiados sirios que solicitan asilo y que son menores. La expresión no la he acuñado yo, sino alguien que trabaja para una ONG y que ve de todo, a diario y sin dejarse llevar por falsas impresiones. La gran novedad de esta nueva tragedia humanitaria es que los acuerdos internacionales protegen a los refugiados menores y no acompañados y…. que las familias de buen corazón lo saben. Debe ser tremendo ponerse en fila – o convertirse en ficha- y esperar a ser el elegido por criterios tan extraños como una bonita mirada, estar más o menos aseado o tener una edad “poco conflictiva”. Debe ser tremendo saber que también aquellos que abren las puertas de sus hogares a un perfecto extraño se dejan llevar por la primera impresión, y se quedan con el chico más mono, más vivaracho o de sonrisa más amplia. Pero es que en eso, como en todo, también nos dejamos llevar por lo que vemos.

Curiosamente, tengo un amigo que cuando va a la perrera municipal siempre pregunta por el perro más feo, más enfermo, más débil. Y a ese es al que rescata. Un día le pregunté por qué lo hacía y me dijo: “porque así viviremos juntos dos desgraciados”.

Toda una respuesta.

 

 

De un golpe de vista

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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