AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 66 - OCTUBRE 2015

Nostros H

Francisco Marín

Autor: Ignacio Ferrando. Editorial: Tropo Editores (2015). 144 pgs. 18,00 €.

 

Voy a intentar ponerles en situación; vaya por delante que no es una tarea fácil.

Veamos. Imaginen, que en su familia todos se llamen igual (mismo nombre) –pongamos, Paco-… Si dicen “Paco ven”, ¿quién acude? o “Paco pon la mesa”… ¿? Ahora piensen en una empresa donde todos los empleados se llamasen “Jacobo”, por ejemplo, ¡vaya lío! Si ya están situados, elijan una profesión… todos trabajan en lo mismo y de lo mismo, absolutamente cada uno de los Jacobo realiza la misma labor. Si elucubramos, nos podemos encontrar en una situación acadabrante si, a causa de un accidente, hay que dar una relación de fallecidos: Los fallecidos son –Paco, Paco, Paco, Paco, Paco,…- . Para volverse majareta.

Este “paisaje” es el que ha intentado reflejar Ignacio Ferrando en Nosotros H.

 Los protagonistas de Nosotros H son un grupo de individuos que responden al mismo nombre. Todos se llaman Hoffmann. Viven en un cuartel, en un desierto, aislados voluntariamente del mundo exterior. Sus días pasan rutinarios, en una cotidianidad casi monacal. Su misión es la de manipular información, la de crearla a partir de otra información, de estadísticas y gráficas, sin cuestionarse su origen o su veracidad. Un día, sin embargo, este equilibrio es roto por una inesperada noticia. Varios de ellos reciben el encargo de contrastar una información: la existencia (o no) de Arnold Schönberg. Esto obligará al grupo a un peregrinaje por el mundo «exterior». Los Hoffmann irán siendo exterminados por la materia, por las tormentas, por el sexo, por la necesidad de salvar a otros, incluso por la misma muerte.

Nosotros H es una novela difícil de clasificarla en un género concreto; por lo menos, yo no he sabido. Surgen, una vez leída, preguntas: ¿Qué tiene más importancia: el individuo o el grupo? ¿Quién domina a quién?

He de apuntar que la lectura de Nosotros H no es cómoda, pero una vez iniciada se vuelve adictiva, pues su prosa en contundente, como contundente es su contenido. Jamás, durante mis muchos años de explicar algebra y estadística, podía imaginar que se convirtiesen en personajes de una historia: La distribución Normal, La campana de Gauss –gráficas incluidas- o El algebra booleana. Estos elementos juntos con los Hoffmann son los protagonistas de la novela, interrelacionados unos con otros discurren los días en una tranquila monotonía, hasta que esa monotonía se rompe y los sucesos se truncan en vectores distintos.

Ingeniosa escritura, novela distinta a otras leídas; en cualquier caso, necesaria lectura que limpie y clarifique el pensamiento y el espíritu como el agua limpia el ambiente y hace que la respiración sea más sana y mejor.

Espero y deseo seguir leyendo a Ignacio Ferrando. ¡Mis respetos!

 

Ignacio Ferrando (Trubia, Asturias, 1972) es escritor e ingeniero. Fue profesor en la EUATM de la Universidad Politécnica de Madrid, actualmente es coordinador del Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores, donde también imparte talleres de relato y lectura crítica.

 

Es autor de las novelas La oscuridad (Menoscuarto, 2014) y Un centímetro de mar (Alberdania, 2011) que obtuvo el Premio Ojo Crítico de RNE y el Premio Ciudad de Irán. En narrativa breve ha publicado: La piel de los extraños (Menoscuarto, 2012; Premio Setenil 2013 al mejor libro de cuentos), Ceremonias de interior (Castalia, 2006; Premio Tiflos de relato) y Sicilia, invierno (JdeJ, 2009). Su trabajo ha sido reconocido con galardones como el Premio Internacional Juan Rulfo, el Premio Gabriel Aresti, el NH Mario Vargas Llosa, el premio de narrativa de la UNED , el Hucha de Oro o el Ciudad de San Sebastián, entre otros.

Su trabajosa sido incluido en varias antologías y libros colectivos. Destacan: Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento actual (Menoscuarto, 2010), Madrid, Nebraska (Bartleby ediciones, 2014), Perturbaciones (Salto de página, 2009) y Un nudo en la garganta (Trama editorial, 2009). Algunos de sus relatos han sido traducidos al inglés y al alemán.

Ha impartido conferencias sobre escritura y lectura crítica en la Universidad de Turín, el CSIC, el Orivesi Collage of Arts (Finlandia), la Universidad Complutense (Madrid), la Universidad de Alcalá o la Escuela de Escritura del Ateneo barcelonés, entre otros centros.

 

Acudimos a Ignacio Ferrando para que nos aclare nuestras dudas… lo que hace con gran amabilidad… ¡Gracias!

 

P.- ¿Qué es  Nosotros H ?

R.- Sospecho que la pregunta implica un cierto grado de desconfianza, así que trataré de aclarar mi intencionalidad. En mis libros anteriores siempre he tratado el tema de la identidad, es decir, lo que yo digo ser y lo que soy, o lo que los otros dicen que soy y me afecta y condiciona. En Nosotros H , sin embargo, quise ir un paso más allá y trabajar con el concepto de la identidad colectiva, de ahí el punto de vista elegido: primera persona del plural. Al grupo lo acotan y delimitan ciertas verdades aceptadas “democráticamente”, consensuadas desde un punto de vista cultural y, generalmente encuadraríamos dentro del concepto de “normal”. A velar por esa tarea se dedican los protagonistas de la novela. Viven encerrados en una especie de cuartel y su misión no es otra que preservar la normalidad, las verdades que ellos llaman “gaussianas”. El problema surge cuando una de estas verdades tutelares es puesta en tela de juicio y debe ser demostrada por el grupo: en este caso, la existencia, o no, del compositor vienés Arnold Schönberg. Para los Hoffmann (todos se llaman igual y parecen partes moleculares de lo mismo) Schoemberg vendría a representar la figura de Dios, y su cuestionamiento, por supuesto, está en la base de lo que define al grupo. Voy a poner un ejemplo que se entenderá mejor. Nuestra sociedad occidental se asienta en verdades fundamentalmente históricas como el Holocausto Nazi o la Guerra de los Cien Años. Pero, ¿qué pasaría si saliera a la luz una prueba incontestable de que el Holocausto Nazi no ha existido? El problema de base no sería si es o no verdad, sino la pregunta inmediata ¿y si esto es falso, en qué podemos creer ahora? Y por tanto, las verdades del grupo, y el grupo, se diluiría al instante. Esto les sucede a los Hoffmann que ven que estas verdades no pueden ser demostradas. Y ante el vértigo que les supone la posibilidad, deciden crear una parte de Schönberg a su imagen y semejanza: el tercer acto de su ópera inacabada Moisés y Aaron. Por otro lado, aunque no lo parezca, Nosotros H pretende ser una alegoría moderna sobre la identidad colectiva en el mundo actual. Me sorprende la facilidad con que el hombre de hoy sustituye la realidad –sensible o exterior- por esa otra realidad paliativa de lo digital. Las redes sociales, las second life , la exposición emocional, ese nuevo modo de existir evadido «en cualquier parte fuera del mundo», como decía Baudelaire… Sea como fuere, las llamadas verdades de ese mundo son casi siempre indemostrables. Creemos una determinada información, no porque la hayamos contrastado, sino porque viene de una fuente que suponemos fiable o porque, simplemente, apoya tesis que nos interesa creer. En la novela se dice que solo uno conoce la verdad y el resto se dedica a reenviarla. Si unimos estas dos partes del binomito resulta la intención temática del texto: desmentir las verdades en las que se asienta el grupo.

Y por último, pero no menos importante, Nosotros H es una investigación sobre los límites del lenguaje para conocer la verdad. No he escrito otra novela en la que me haya sentido tan libre y con tanta necesidad de renunciar a la omnisciencia autoral para dejar paso a la interpretación del lector. En una de las partes que terminé eliminando de la versión final, Hoffmann entrevistaba a Hoffmann. En realidad, se trataba de una declaración de intenciones similar a la que estoy haciendo ahora, solo que fuera de contexto. Pero recuerdo que al final de esa entrevista, cuando Hofmman le pregunta a Hoffmann ¿cómo le gustaría que la novela fuera leída?, Hoffmann le responde: «como lo que es, más un conjunto de preguntas que como una respuesta».

P.- ¿Cómo, cuándo y por qué se decide a escribir  Nosotros H ?

R.- Fue una novela que escribí antes de La oscuridad y después de La piel de los extraños. De aquellas noches de verano guardo la sensación habitar un mundo de irrepetible clarividencia y, por qué no, de fertilidad. Estoy convencido de que, aunque hoy me lo propusiera, no lograría escribir nada semejante. Ahí está la grandeza, creo yo, de este libro. Que es irrepetible y, hasta cierto punto, necesario. La versión editada por Tropo es muy similar a lo que escribí en aquellos días. Por norma general soy minucioso con las correcciones, pero cuando releía las páginas tenía un miedo terrible a perder la frescura y la espontaneidad del lenguaje que las había conjurado. Lo que sí hice fue cortar mucho, unas cincuenta páginas de las ciento cincuenta del manuscrito original, para lograr que la naturaleza orgánica –y casi azarosa- que compuso el libro, guardara un sentido último y, sobre todo, se convirtiera en una herramienta para interrogar y generar sentido en el lector.

P.- ¿Por qué Hoffmann y no Pérez, García, Paco, Gustavo, Ignacio,..?

R.- Me interesaba mucho tratar con la figura de Schönberg, que es vienés y que pasó algunos años en Berlín (también en Barcelona y Estados Unidos). En sus últimos años, el compositor se convirtió al judaísmo y quiso escribir una gran loa a Dios. Así compuso la ópera Moisés y Aaron que, sin embargo, quedó inacabada, interrumpida en el segundo acto. La ópera cuenta la liberación del pueblo judío y su tránsito por el desierto camino de la Tierra Prometida. En ese viaje, el pueblo es tentando por Becerro de Oro, que representa el mundo sensible, al igual que les sucede a los protagonista de Nosotros H , que son arrebatados por las tormentas, por el sexo, por la misma muerte –a la que, hasta ese momento, han vivido de espaldas- e incluso por la necesidad de salvar a otros. Así transitan del nosotros al yo. En la obra, Moisés es incapaz de verbalizar la grandeza de Dios a través del lenguaje y esto es algo que también he querido reflejar en este texto –la imposibilidad de alcanzar la verdad a través del lenguaje-. Esta obra y este compositor abrían una interpretación cultural y religiosa muy enriquecedora a la que no podía negarme. Y tratándose de Schönberg, lo más lógico, me pareció, era ambientarlo en Viena y Berlín. Por otra parte, a nivel humorístico, Hoffmann es un nombre bastante común en Alemania, ya que era importante remarcar el carácter anodino de este personaje coral. Nuestro homólogo vendría a ser Pepe o Paco. Imagínese llamarles pepes o pacos… o ignacios. Eso sería terrible (al menos estéticamente hablando).

P.- ¿Escritor e ingeniero o ingeniero y escritor? ¿En ingeniería cuál es su especialidad?

R.- Escritor e ingeniero, en ese orden. Mi especialidad es la Ingeniería de la Edificación , aunque no ejerzo como tal desde hace años.

P.- Solo siendo ingeniero se le puede ocurrir hablar en la novela de:  Distribución Normal, Campana de Gauss, Algebra Booleana...  ¿Lo tenía previsto desde el principio de la historia o sale sin más?

R.- No, no lo tenía previsto. Lo que sí tenía claro es que debía forzar el lenguaje y llevar mis capacidades al máximo y, cuando aparecieron esos tecnicismos, más que esquivarlos, decidí “literaturizarlos” y convertirlos en señas identitarias. Desde luego, los hice míos desde la convicción de que podía ser así y de que un lector lego no tendría mayores problemas para asimilar su significado, o al menos suponerlo. Siempre he pensado que las matemáticas, en esencia, representan el esfuerzo del hombre por modelizar un pedazo de mundo, algo que, hoy sabemos, resulta imposible. La invención del infinito, por ejemplo, es la demostración del fracaso poético de las matemáticas, porque el infinito es algo así como la fe de los cristianos para quienes aplican el sentido común a la religión. Una evasiva, en realidad. El infinito cubre la distancia entre la lógica booleana y lo inexplicable. Y en la novela, da la sensación de que estas matemáticas demuestran algo, cuando, en todo caso, solo son argucias a las que se agarran los protagonistas para justificarse y demostrarse a sí mismos. Como escritor era una técnica con la que embaucar al lector, ya que parece que una gráfica demuestra y soporta las verdades y los embustes con la misma facilidad. Demostrar a través de una curva de Gauss que la normalidad no existe, no es sino preguntar, ¿qué es la normalidad aplicada a 100 individuos? Y dado que cada individuo responderá de un modo diferente, podemos conjeturar que lo normal no existe. Pero solo es eso, un recurso del mundo ficcional de estos Hoffmanns

P.- ¿Cómo sitúa a cada Hoffmann en cada momento sin perder la cabeza, ni el hilo de la narración?

R.- Fue bastante natural. Ya había utilizado este artificio narrativo en Roger Levy y sus reflejos y quise explotarlo al máximo aquí. Obviamente, cuando escribo o corrijo, nunca considero las palabras o las oraciones aisladamente, sino dentro de párrafos o de páginas completas, teniendo muy en cuenta la sonoridad del texto. Leyendo a cierta velocidad –que es lo que hará el lector- uno se da cuenta de si algo no queda claro o de si algún Hoffmann, como bien dices, queda descabezado. Incluso confieso haberme sonreído alguna vez ante esas frases recursivas.

P.- Dicen los amigos escritores que de vez en cuando algún personaje adquiere vida propia y campa a sus anchas a lo largo de la historia, haciendo lo que le viene en gana. ¿Le ha ocurrido  eso con algún Hoffmann?

R.- Bueno, esto sucede, pero yo creo que, cuando sucede, siempre es bueno. Cuando escribo siempre escucho a la historia y si esta me dice que debemos desviarnos, nunca lo dudo. Obstinarnos en enderezar algo que progresivamente se irá torciendo, no parece muy inteligente. Lo que sí suelo hacer es estudiar cuál será el nuevo punto final. Aunque sobre Nosotros H se pueda flotar la percepción de un cierto caotismo, tengo mis teorías para mantener que cada uno de los Hoffmann –cada una de las escenas, en realidad- tiene su sentido pleno dentro del conjunto.

P.- No acabo de encajar  Nosotros H  en ningún género... ilústrenos.

R.- Yo tampoco. Algunas personas me han hablado de distopía, aunque soy bastante refractario a creérmelo. No es un texto fantástico, eso seguro, ni de aventuras, no es un drama tampoco… Pero si tuviera que quedarme con un género, diría que es una novela de tesis, es decir, una texto que orbita alrededor de una idea central y donde todo lo demás –personajes, trama, poética, etc…- está subvertido a ella -aunque por supuesto soy consciente de que la novela de tesis, como género, no existe, al menos que yo sepa-.

P.- El ser humano es, en esencia, ¿individual o grupal?

R.- Esta es la pregunta vertebral del texto. Hoffmann no puede definirse a través del grupo, pero tampoco a través de ese grupo, de menor entidad, que es la pareja. Ninguno de los dos da respuesta a su afán y, en este sentido, el texto alcanza una respuesta un tanto nihilista que prefiero no adelantar, pero que a mí me parece una de las escenas más interesantes del libro –el capítulo final de las zarinas-. En todo caso, el único modo de alcanzar la verdad se produce desde la individualidad, y que esta, llegado el caso, fructifique en el grupo, y nunca en sentido inverso, es decir, que el grupo no define a nadie, o no debería, porque nadie es un grupo.

P.- ¿Cuales son sus géneros y autores favoritos?

R.- Tengo una debilidad por autores como Becket, Pinter, Böll o Ionesco, es decir, por autores que consideran su literatura como un diálogo interpelativo con el lector, al que confieren la inteligencia necesaria para dialogar con sus textos. Por supuesto, también leo literatura mala, a veces involuntariamente.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?

R.- Un magnífico libro de Paula Lapido titulado Horror Vacui. Es un texto con una prosa absorbente y obsesiva. También recomiendo un libro de relatos que leí hace poco, por lo innovador y atrevido de la propuesta, de Javier Sagarna y que se titula Nuevas aventuras de Olsson y Laplace.

P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico o en papel?

R.- Los que me conocen saben que soy un integrista del papel, aunque mis motivos son un poco espurios. He invertido demasiado tiempo y recursos en mi biblioteca y le profeso una pasión rayana en lo patológico. Podríamos decir que le he cogido cariño a mis ácaros. A estas alturas sería un poco absurdo sustituirla por un aparato electrónico y un montón de ficheros. No sé, mucha gente tiene otros motivos igual de poco creíbles para pensar que estoy equivocado.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

R.- No tengo manías, la verdad. Escribo en un lugar sin ventanas, bastante claustrofóbico, con los niños lejos. Eso sí.

P.- Confiese alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora.

R.- ¿Curiosidad? Bueno, me pasó algo bastante turbador que nunca he contado. Fue en Málaga, en la librería Luces, durante la presentación de La oscuridad. Estaba con Bárbara Gil y un maravilloso grupo de lectores. Pero nada más comenzar, llegó un señor mayor con el pelo blanco (en realidad, a mí me pareció esa imagen tan iconográfica del Dios del Antiguo Testamento). Mientras hablábamos del libro, él estaba allí, hurgando entre las estanterías, ajeno al resto. A veces, eso sí, levantaba la vista. Era muy chocante porque todos estaban sentados y la estantería en la que buscaba quedaba justo en medio. Y cuando terminó la presentación y les invité a preguntar, él levantó la mano y preguntó: «¿y usted quién es?». Eso me dejó descolocado. Al principio pensé que era un loco, pero después pensé que había leído todas mis novelas y había sacado la conclusión de que no había aprendido nada. Esa es la pregunta más complicada que te pueden hacer, incluso si el que te la hace es un senescente, el mismo Dios (tesis esta última que me inclino a creer). Los que estaban allí pueden dar fe de todo es cierto.

P.- Sus planes a corto y medo plazo ¿son?

R.- Pues sigo trabajando. Y como nunca se sabe qué saldrá antes o después, o si saldrá o no, con tu permiso, prefiero guardarme cierta reserva sobre esto.

 

 

 

 

 

 

Nosotros H

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

@ Agitadoras.com 2015