Lo que Mal Empieza...
Cristina Casaoliva
La jornada del 27S concluye rodeada de expectación. Los ojos de la Península y de toda Europa están puestos en este pequeño rincón del mundo que es Catalunya. Es mi tierra así pues, seguramente no soy imparcial aunque en cuestiones de nacionalidad no hay imparcialidad que valga puesto que es cuestión de sentimientos. Sientes lo que sientes y eres lo que eres sin más, no es un hecho que podamos cambiar. Esto último se me antoja sencillo, aunque parece que no lo es ya que a lo largo de mi vida he encontrado a muchas personas que no entendían este sencillo precepto.
Así pues aquí se dan situaciones complejas de explicación sencilla. Conocemos innumerables casos de personas que emigraron a un país X y al cabo de una vida, continuaban sin sentir ese país como suyo. Hijos de emigrantes afincados en sitios diversos que se sienten unidos a la patria que los ha visto nacer o bien a la de origen de sus padres, según el caso. No hay una regla establecida, no hay visado, pasaporte o ley que pueda cambiar esas emociones.
En Catalunya sucede, hay personas nacidas en otros lugares que aman y se sienten catalanas, así como hay personas nacidas en Catalunya que jamás lo serán. Así de complejo y sencillo a un tiempo.
La población se moviliza en unas votaciones históricas en las que el voto independentista obtiene 72 escaños. Ganando en todas las comarcas y en más de 900 municipios. Sin contar los votos por correo, los que se han encontrado con toda clase de obstáculos para llevarlos a cabo, siendo imposible en un alarmante número de casos, los votos independentistas suman el 48% algo así como cuatro puntos más de los que el PP obtuvo en las pasadas elecciones generales.
Esto son datos concretos y sinceramente no dejan mucho margen a la interpretación, aun así los miembros del PP y de Ciutadans( que tanto monta, monta tanto) consiguen reinterpretar los hechos, tergiversar los datos y negar la evidencia. Repitiéndolo como un mantra a la espera de que a base de repetirlo se convierta en realidad.
Algunos atónitos aún no dan crédito a tanto revuelo, no entienden por qué un millón y medio de personas de todas las edades y estatus sociales salió unida a manifestarse de manera ejemplar y pacífica. Y se sorprenden ante la petición de que Catalunya sea una nación soberana.
Su sorpresa me resulta tristemente desconcertante, aunque creo comprender su origen, a mi entender no hay memoria histórica. No hay herencia de vivencias generacionales. No hay respeto por el pasado, por los esfuerzos de los que nos precedieron. Y lo que es peor, impera una absoluta desidia y una exasperante despreocupación por las mismas.
Para que me entiendan es un poco aquello que rezaba el refrán “lo que mal empieza mal acaba”. Las uniones desiguales en las que una de las partes lo hace a la fuerza tienen un mal comienzo y desde luego un esperado final.
Catalunya era una nación soberana muchísimo tiempo antes de que esta España abocada a la pluralidad y resistiéndose de continuo a ella existiera.
Antes de que este país dictatorial, estático, anquilosado y con alergia a la justicia y al cambio existiera Catalunya ya hacía muchísimo que era una nación soberana, que tenía una lengua, una historia, un sistema monetario, una cultura, un temperamento y unas costumbres.
La gente olvida o simplemente desconoce y le importa un comino conocer la historia catalana, a Guifré el Pilós por ejemplo. Desconoce” Els Comtes i Reis” que lucharon por defender esta tierra.
Muchos ignoran la sangre que vertieron “Els Segadors” en 1640, hace mucho en estos tiempos en los que sólo la inmediatez importa.
Obvian a los muchos mártires que lucharon en 1714, desconocen los abusos a los que el pueblo castellano sometió al catalán. Como abolieron “Les Corts Catalanes”, como cerraron las Universidades, prohibieron la lengua así como la enseñanza de la misma y nos impusieron la lengua castellana como lengua oficial.
Nadie recuerda o acaso no les importa como abolieron la totalidad de los órganos de gobierno de nuestra nación, extinguiendo la Generalitat, ni recuerdan que se abolió nuestro sistema monetario y nuestra moneda. No sienten como propio el dolor y el agravio de hechos como el que encarcelaran a los defensores de la ciudad de Barcelona en ese mismo año, sin respetar al vencido como prometieron al aceptar el acta de capitulación.
Pero algunos recordamos, por nuestros abuelos que lucharon en la guerra civil y trabajaron para la República y por nuestros padres que crecieron aprendiendo su lengua a escondidas y perseguidos por los grises, por ellos y por muchos otros recordamos como en 1714 obligaron a muchos al exilio, como destruyeron castillos e innumerables tesoros culturales, ejecutaron a casi 4000 personas, violaron a más de 10.000 mujeres y torturaron y ultrajaron los restos de los que nos defendieron y dirigieron en la batalla.
Recordamos por respeto y gratitud a los muchos mártires que han luchado por este país .Por cultura y por educación recordamos, recordamos que a lo largo de los siglos han usado todas las excusas para expoliarnos bienes y libertades.
La falta de respeto a la historia hace que se ignore el sacrificio de Pau Claris que dijo basta a una corona que no era la nuestra. La falta de interés en la historia y la desvirtuación de la verdad en el ejercicio de su enseñanza hace que se olvide a Prat de la Riba, a Puig i Cadafalch, que se sepulte en el olvido el sueño incumplido del President Macià, a Lluís Companys y a tantos anónimos víctimas del fascismo.
Yo soy catalana, bilingüe,me expreso y siento en ambos idiomas a diario, he viajado y viajo siempre que tengo ocasión, he aprendido y aprendo a la menor oportunidad.
Leo, me queda mucho por leer pero desde que recuerdo leo todo cuanto puedo, cada día, me alimenta el alma.
Soy catalana de nacimiento y de corazón y sin embargo no soy radical, no odio España, ni aborrezco su lengua, ni pretendo promulgar la injusticia, ni clamar por la incoherencia.
Pero tengo memoria y veo que a menudo la prensa olvida que Catalunya es una nación que fue invadida y tratada con injusticia.
En la unión Catalunya/España más reciente como en la de antaño, se ha usado Catalunya sin comprenderla, sin amarla ni respetarla y aunque los catalanes tenemos aguante y paciencia, el inmovilismo de una España centrista, con un anacrónico e inculto Rajoy a la cabeza, la actitud del gobierno fascista que ocupa el ejecutivo y la ceguera ante una realidad histórica y un sentir legítimo ha colmado un vaso que estaba lleno.
Lleno de agravios históricos por los que aún nadie ha pedido perdón. Lleno por el abuso económico, judicial y burocrático. El repetitivo malestar contra nuestra cultura, las acciones contra nuestra lengua y el expolio descarado de nuestras ganancias han llenado el vaso.
Cada vez que hemos sentido el odio de habitantes mal informados, con campañas de boicot, con archivos privados robados durante la guerra que no querían ser devueltos. Con campañas de desprecio, mentiras y prohibiciones para poder expresarnos, todo ello ha colmado nuestra paciencia.
Nuestros corazones se han hastiados del rechazo de una España que nunca nos ha acogido como debió, que ha promulgado falacias sobre los hechos y que nos ha tratado como al país que ocupó por la fuerza hace ya tanto tiempo.
Ha llegado la hora de separarnos, ya que las uniones son cosa de dos. Y está clarísimo para el mundo entero menos para España que uno de nosotros ya no desea esta relación.
Espero que por una vez nos demuestren el respeto que sin duda merecemos, nos deseen suerte y nos liberen, aunque me temo que sus instintos se inclinan más hacia la ocupación militar a la que están históhistóhistóricamente acostumbrados.
Ahora empieza el mañana, un mañana escrito entre todos, unidos en la separación. Contendremos la respiración y seguiremos esperando, parece que ahora, el sueño de libertad está irremisiblemente más cerca.