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ISSN 1989-4163

NUMERO 56 - OCTUBRE 2014

Avidez Confundia por las Sombras

Ramón Asquerino

 

[…] y que se llama el Valle de las Damas: Decamerón : VI, Conclusión

Tan solo los muchachos tienen un cuerpo: «Atavismo», Cesare Pavese

Este miedo del cuerpo en las esquinas: Fernando Beltrán: «Madrid»

 

 

 

El tedio del mar sin un cuerpo

entre su afán de cinturas inasible

insiste en la audacia de los besos

como un crepúsculo en estampida,

aguja de mareas en comisuras hila.

 

La orilla, hecha ausencias, sin esencias,

jirones ya de piel como un desierto

cuya firma rubrica en rojo,

de los ojos al labio impasible,

avidez confundida por las sombras.

 

Al menos encuentras afanes en calma,

olas hasta la desmemoria donde,

mareas, no hallaste tu tiempo,

áspera y desazonada ceniza:

tu voz, lubricán lento y maduro.

 

Ya no eres mar aquí, ola sin adiós,

sino el Tiempo a hombros

que se te apiada, y ensordece

el descampado espacio por caracolas:

insensato jardín de las delicias.

 

Esos ojos sin nísperos, con nubes

aburridas hasta su mismo tormento:

la sangre se pesa en la frente

y por sus violentos tallos

la mirada talla aquel cuerpo inasible.

Ese miedo de oasis sin cara,

escondido, escindido, escandido:

de su presencia, de su filo, de ti,

pies y sílabas que mides y cortas

entre una mala dialefa sin labio.

 

Esta avidez confundida y a la sombra

del encierro precoz por tu mirada,

contra el rocío sangrado de los renglones

como un pulso en cuerpo y miedo tirita,

desnudos en la maleza de su llovizna.

.

 

Avidez confundida por las sombras,

amarga luz que tropieza en su boca

y muerde un rastro de mañana infinito,

un temblor de espadas oscuro,

con arañas de cristal mojando el pecho.

 

 

Y luces de neón apagadas a besos

con el porvenir desmantelado a lamentos

haciendo cola ante los caballos,

crines que azotan la espalda del aire:

este miedo del cuerpo en las esquinas.

 

Ya no hay turnos para la boca,

ni para el azul de una falda,

ya solo queda la coartada de oír la fiesta

desde la partitura del Tiempo

y celebrarla con la piel apagada.

 

Pues todo el silencio es abandono,

sueño de aquellos años sin dueño,

avidez confundida por las sombras:

tan solo los muchachos tienen un cuerpo

y que se llama el Valle de las Damas.

 

 

Sombras

 

 

 

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