Robe Iniesta y Monago: ¿los Extremeños se Tocan?
Gabriel Rodríguez
Vaya por delante que no soy uno de esos presuntos descubridores de talentos que babean con grupos desconocidos que solo actúan en cavernas y reniegan de los mismos en cuanto los absorben las radiofórmulas. Desde luego no es el caso de Robe Iniesta, cuyo trabajo ha funcionado siempre a ritmo de sus propias ventoleras, gustara más o menos lo que hiciera.
Por otra parte, hay demasiados directores de cine, músicos o escritores que produjeron alguna obra genial, imagino que por haberse pasado quince años dándole vueltas a una misma idea, y que luego ceden al facilismo en su reválida, supongo que por las prisas que exige manejar otro presupuesto y otras expectativas. Pero no, tampoco es el caso de Robe. A lo de las ventoleras me remito.
Como miembro de una clase obrera del rock, Robe Iniesta ha tenido una trayectoria ejemplar. Exagerando un poco, se puede decir que inventó el crowdfunding (o al menos lo utilizó muchos años antes de que el término se popularizara) y se fue construyendo su carrera a base de componer las canciones que le daba la real gana. Ni su música ni sus letras han sido sencillas. Ignorado por los medios de comunicación, de espaldas a una industria miserable que no ha tenido el menor empacho en endilgarnos auténtica basura, la palabra de Robe fue expandiéndose sin más ayuda que su talento, sin más herramienta promocional que la emoción que despertaba en cada uno de los oyentes, como si fuera el profeta que predicara una nueva religión. Tan diferentes han sido siempre sus canciones que han terminado por arraigar bien hondo en la memoria sentimental de al menos un par de generaciones.
Una vez en la cumbre del éxito, o mejor dicho en la meseta, Robe ha sido siempre reacio a las entrevistas. Se diría incluso que se ha mostrado bastante arisco con los medios. Sin duda, se lo ha ganado. Tal y como le escuché decir alguna vez, si nunca le hicieron caso cuando a él le hubieran venido bien, ¿por qué carajo hablar con ellos ahora que ya no los necesitaba? A fin de cuentas, vendía miles de discos sin necesidad de someterse a las típicas gansadas promocionales a las que la mayor parte de músicos suele prestarse. Sinceramente, creo que muchos seguidores de Robe valoraban esa integridad.
Por eso sorprende y hasta duele ver a Robe Iniesta recibiendo la medalla de la comunidad de Extremadura de manos de José Antonio Monago. Tal y como está el patio patrio, con una clase política pringada hasta la hez, chirría hasta provocar un intenso dolor auditivo ver a Robe con Monago en la foto, como si fuera un rockero domesticado, como un Bono con George W. Bush, como un Miguel Ríos apoyando a Zapatero o un Springsteen con Obama. ¿No cantaba Robe aquello de “me ha contado mi abogado/que si no quiero ir al trullo/he de poner mucho cuidado/en no juntarme con capullos”?
Uno no puede dejar de fantasear con que cuando el presidente de la comunidad de Extremadura le estrecha la mano al músico suena de fondo aquello de “extrema y dura, tus mujeres nos la ponen” o “cagó dios en Cáceres y en Badajoz”. Pero no, nada de música. Solo unas sonrisas prefabricadas y un par de topicazos. Como dijo Sabina cuando Bod Dylan tocó ante Juan Pablo II, ¿pero qué necesidad había, Bob?
Tampoco ayuda mucho su discurso, vagamente reivindicativo. Tal y como sospechábamos, Robe se maneja mucho mejor con la poesía que con la prosa. Lo cierto es que lo único que necesitamos de él es seguir escuchando sus canciones.
¿Qué necesidad había, Robe? ¿Te veremos algún día sonriendo bobaliconamente en “El Hormiguero”?