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ISSN 1989-4163

NUMERO 56 - OCTUBRE 2014

Lotería

Francisco Gómez

 

Algunos dicen que tenemos nuestro futuro predeterminado desde antes incluso del nacimiento. Como si una estrella ignota, un ángel desconocido, un hado burlón o un destino determinante jugase con nosotros a las cartas. Pero esta estrella, el ángel, el hado o el destino parece que empezara la partida con manos de ventaja y las cartas marcadas. Nosotros, simplemente viviríamos nuestra vida y sus acontecimientos sin saber que el edificio de nuestra casa en continua creación está prefigurado de antemano desde el minuto 1.

Otros, en cambio, piensan que todas estas ideas son paparruchadas, letanías inventadas en noches de insomnio y soledad. Que la vida se edifica  a golpes de voluntad, esfuerzo, trabajo, sacrificio, riesgo y cojones u ovarios según la X o la Y. Que nada está decidido y todo por inventar, que el hombre es el supremo forjador de su obra sin ningún ojo que desde lo alto le señale la senda a recorrer.

Los hay que se quedan en mitad de entrambas filosofías.  En el puchero de su devenir personal se mezclan los condimentos. Unas pizquitas de tesón, otras de suerte, unas gotitas de azar y la ruleta de la fortuna dándole vueltas al guiso.

Las cosas no están claras y más en estos tiempos de indeterminación. Valentín es muy posible que mire con asombro y cierto sentido trágico el por qué le ha tocado a él la china. ¿Dónde compró las papeletas para que salieran los décimos tan averiados mientras a otros la vida cada mañana no deja de sonreírles con un beso en la boca?

Al final, nuestro héroe anónimo impenitente, efusivo seguidor de su equipo de siempre, fiel mantenedor de las costumbres típicas de la ciudad bimilenaria, no acababa de entender el motivo de tener las cartas tan rotas.

Pasó por un matrimonio que acabó en separación y dos hijos que decidieron quedarse con él. Imagen prototípica de los tiempos actuales, reproducida hasta la extenuación en los centros de atención y recelo multitudinarios. Un pequeño negocio como autónomo que le daba mínimamente para seguir tirando con deudas acarreadas por proveedores y agujeros tras agujeros. La supervivencia escasa en estos tiempos de p.c (puta crisis) que se ha llevado por delante tantos negocios, tantos trabajos, tantas casas, tantas ilusiones, tantas expectativas, tantos sueños...

Un día como tantos, Valentín empezó a sangrar por la nariz y preocupado porque la hemorragia no cesaba acudió a los médicos. Vino el terrible diagnóstico. A falta de una, dos enfermedades y una de ellas rara. Sólo cuatro personas en todo la vieja, castigada y hermosamente desunida Europa la tenían. Y a él le había tocado el Gordo inverso de la lotería en Iberia, Hispania, Al-Andalus o como gaitas quiera llamársele. 

Se abría paso la lucha por la vida, la supervivencia en momentos difíciles sin saber dónde había comprado aquellas papeletas tan aciagas. Pero él no cejaba de persistir  en el empeño de rebuscar entre sus bolsillos algún boleto que le cambiase el color del destino.  Algo que nunca dejé de admirar en Valentín- el nombre del más famoso santo sentimental del calendario vigente- es su capacidad de sonreír pese a soplar las circunstancias más adversas. 

-Oye, Luis, que vamos a hacer una fiesta por mi tema y me gustaría que vinieras .

La cita en la noche gélida y allí vi lo que un hombre necesita para sentirse pasajeramente feliz: mujeres guapas, música sugerente y bebercio en cantidades y modalidades industriales. Vamos, la repanocha para el lobo estepario desdentado. Él, a sus cosas, hablando con unas, tratando con otros, un líder de las relaciones sociales, oiga. No todos los cupones eran derrotados. Y desde arriba o de una esquina oculta Alguien observaba el escenario al tiempo que jugaba una timba secreta con nuestro querido amigo anónimo, el siempre vital y optimista Valentín.

“Oye, escuchar quien esté ahí. No sé quién cojones será ese tío que está escribiendo esta historieta pero no hacerle mucho caso porque sé de buena tinta que a veces desvaría y arrima el ascua a su puchero.

Que nadie sabe cómo gasta la vida uno más que quien la está padeciendo y vive de primera mano. Que no es lo mismo ver los toros desde la barrera que lidiar con el morlaco en el albero. 

Vale, sí. Las cosas están chungas pero al mal tiempo buena cara y aquí hace mucho que cada cual encara el temporal como puede. Si a mí me ha tocado este décimo es una mierda, pero a quién vas a pedirle cuentas y cómo cambiar el rumbo de las cosas. Supongo que habrá que aguantar la posición y seguir p´alante como los de Alicante y tener un un par bien plantao.

Y al tío este que está contando esta historia n.p.c, que habla sin saber apenas y le gusta mucho el protagonismo y meterse en veredas que no le importan. Que yo sé por buena fuente que sus novias no le aguantaban porque era un liante y un contador de rollos por segunda, tercera o quinta mano. Que no le soportaban porque era un variable y le iban las cosas según salía el sol por Pontevedra o Antequera. 

Vamos, que no le hagáis mucho caso. Ya lo dice la palabra con la que se autodenomina: escritor. ¡Menuda peste de gente! Indeseables que quieren vivir del cuento. Bueno, que cada quisqui cuente lo que le salga...Aquí tenéis un amigo y cuidadín con el escritor ese de marras que por saber, me parece que no sabe dónde tiene la mano derecha.

Y que se mire sus cartas. Que él si las tiene bien jodidas”.

 

 

 

 

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