Este 23 de septiembre se ha ¿celebrado? el día mundial en contra de la explotación y el tráfico de mujeres. Aparte de la seriedad del asunto, reconozco que esto de los “días mundiales” para todo acaban consiguiendo que ya nadie haga caso de la mayoría de ellos. Por curiosidad, podéis ver aquí la mayoría, algunos de los cuales rozan el absurdo. Pero volviendo al día 23, las televisiones, como cada año, se hicieron eco del terrible asunto. Vuelve a ser pagina de interior de los medios –no, nos engañemos. En ningún medio es asunto de portada; apenas un mini reportaje con las frías cifras estadísticas y unas cuantas imágenes de carne fresca de carretera que más parece disculpa para aumentar audiencia que denuncia sincera- y se limitan a repetir la letanía de número de detenciones anuales y casos más sonados de la temporada. Nada que pretenda realmente remover nuestras hipócritas conciencias, como sucede casi siempre.
Por mi parte, vuelvo a retomar el asunto como ya he hecho en otras dos ocasiones. En octubre del 2009, abogaba por la regulación de la prostitución. Podéis leerlo aquí. Basándome en que “la profesión más antigua del mundo” es imposible de erradicar, salvo que nos manipulen genéticamente a hombres y mujeres, lo más justo, seguro y práctico para evitar los peores males que se asocian a ese turbio mundo, es convertir a dich@s profesionales en parte visible de la sociedad. Además de disminuir hasta casi su totalidad la explotación y el tráfico de mujeres, su aportación a la hucha común de impuestos ascendería a unos 15.000 millones de euros. ¡Casi nada!
En enero del año pasado, una jueza de nombre altisonante -Gloria Poyatos-, puso el dedo en la llaga, demostrando que sí se pueden dar de alta en la seguridad social como prostituta y pasar a formar parte de la sociedad, con sus derechos y obligaciones. Aquí podéis leer el artículo. De hecho, por lo visto, en España la prostitución es legal, pero se mantiene oculta en sus catacumbas de siempre, como ese pobre hijo deforme y retrasado que se esconde a las visitas.
Desgraciadamente, el ejemplo de la jueza no cundió. Tanto las barraganas, como sus chulos, sus extorsionadores y nuestra hipócrita sociedad, prefieren que se mantengan en la clandestinidad, facilitando su explotación e impidiendo que aporten su grano de arena mediante impuestos directos. (Indirectos ya los pagan, porque aquí nadie se libra del IVA en lo que consume, si quitamos a los fontaneros, los dentistas y resto de los profesionales del país). Creo que se debería incidir mucho más en conseguir que abandonen su carácter de objetores fiscales y menos en denunciar un día al año los abusos a los que son sometid@s los trabajadores del sexo. Si un Nacho Vidal o una Lucía La Piedra –ejemplo de hetera del siglo XXI-pueden pasearse con la cabeza muy alta por las televisiones y cines de nuestro país, creo que ya estamos preparados para dignificar y hacer transparente a l@s trabajador@s de la esquina, clubes y pisos. Centrémonos en concienciar al pueblo de que sólo haciendo oficial su profesión se evitará la explotación de la mujer por ese motivo.
Habrá quien diga: “Pero en otras culturas no hay prostitución”, por lo que no tenemos que cejar en conseguir su erradicación. ¡Ja! “Oficialmente” en algunos países no hay prostitución. Así, los musulmanes, penan gravemente la prostitución, incluso con la pena de muerte. La realidad, sin embargo, viaja por otros derroteros. Hace muchos años un conocido me contó que lo que se hace es “casarse por horas”. Te casas, echas un polvo, y te divorcias o la repudias en un par de horas. Pensaba que eran imaginaciones de aquel hombre. Sin embargo, a raíz de una noticia publicada por El país, he podido comprobar la veracidad de aquella información. Para curiosos, podéis verlo aquí.
¿Por qué prácticamente en todo el mundo se prohíbe la prostitución pero se tolera? ¿Cuál es el problema de fondo? ¿Por qué se les sigue marcando socialmente como a la adúltera protagonista de “La letra escarlata” de Nathaniel Hawthorne? ¿Para qué rasgarnos las vestiduras en un día mundial en contra de la explotación y el tráfico de mujeres cuando es nuestra sociedad la que insiste en mantenerlas en la clandestinidad haciendo posible dicha explotación y tráfico? ¿No estamos tan orgullosos de nuestro pasado helénico, cuna de la filosofía? Como dice la Wikipedia: La prostitución fue, desde la época arcaica, una actividad común en la vida cotidiana de las ciudades griegas más importantes. Particularmente en las zonas portuarias, daba trabajo, de forma legal, a un número significativo de personas, constituyendo una actividad económica de primer nivel. Ejercida tanto por hombres jóvenes como por mujeres de todas las edades, la clientela era mayoritariamente masculina. Se atribuye a Solón la creación en Atenas de burdeles estatales a precios moderados.
Sólo si nos quitamos la máscara de nuestra hipocresía respecto a este asunto conseguiremos acabar con la explotación sexual de las mujeres y hombres.