Yo le veo mal, achacoso, viejo, intermitentemente enfermo. Vale que es campechano y simpaticón, pero no es ese el debate en curso. Ni siquiera lo es (ha quedado un tanto trasnochado) el perjuicio evidente al que la que la corona se ha visto sometida con los tejemanejes del golfo de Urdangarín, la pava – o no tan pava- de la infanta y los deslices de Corinna, amiga entrañable. El debate, ante la mala salud del Rey, es el futuro de la monarquía en España.
La formación que lidera Rosa Díez presentó hace unos días una proposición instando al Gobierno a llevar a la cámara, en el plazo de seis meses, un proyecto de ley que regule la institución monárquica con el fin de garantizar el mejor cumplimiento de sus funciones, ayudarla a tener una “auctoritas” que trascienda a la persona que la encarna y sirva, además, para legitimarla. El recorrido de esta iniciativa es incierto- como todo lo que propone, cargada de razones, UPyD- pero un amplio número de diputados de todos los colores creen necesario desarrollar ya el título II de la Carta Magna. Como siempre, Don Mariano I el huevón opina que este no es el momento apropiado para explorar un terrero que suscitaría inevitablemente el debate monarquía-república. Raro sería que nuestro presidente, que no necesita estatuas porque él mismo nos resulta igual de frío, insípido e imperturbable, encontrase que éste es el momento de debatir asunto alguno.
En cualquier caso, la formación magenta ha planteado abiertamente la necesidad de ”parlamentizar” el funcionamiento de la Corona, limitando ambigüedades que hasta ahora han sido suplidas, más o menos afortunadamente, por un rey carismático (que ya está más acabado que El Fary) y que son lesivas para la definición de una institución que tiene voluntad de permanencia en el marco de un régimen democrático. Entre las cuestiones que plantea UPyD como más relevantes, figura el desarrollo legislativo de la inhabilitación del Rey, contemplando sus supuestos y estableciendo quién o quiénes están legitimados para iniciar el proceso. También se pide clarificar la institución de la regencia, especialmente en el caso de que ésta sea temporal. Por último, UPyD apuesta por exigir el refrendo de aquellos actos del Rey que ahora están exentos de ese requisito, como es el nombramiento de los miembros civiles y militares de su casa. Así, el Gobierno podría impedir el nombramiento de personas incompetentes o políticamente incorrectas. Por otro lado, tampoco estaría de más, opinan ellos y opino yo, clarificar hasta dónde llega la inviolabilidad del Jefe del Estado, así como tener un mayor control sobre la Casa del Rey, a fin de evitar posibles “irregularidades” (precioso eufemismo que lo mismo sirve para un roto que para un descosido) que acaben salpicando al Rey, la familia real y al Gobierno.
Resumiendo: es una magnífica propuesta que esperamos tenga un largo recorrido.
