Visto desde fuera parece que soy uno (y más bien poca cosa, todo hay que decirlo) pero me complico en las distancias cortas y cuanto más cortas, más rebuscado soy. Visto desde dentro soy varios.
Para hacerme entender, que no es poco, voy a esquematizar el tema (que es peliagudo). Veamos tengo: un pseudónimo literario, un alter ego, mi otro yo, un amigo imaginario y yo mismo. Hacemos cinco en total. Veamos a cada uno por separado:
Primero mi pseudónimo: no puedo desvelar su nombre porque rompería un hechizo planetario pero, por decir algo de él, es un ególatra presumido.
En segundo lugar mi Alter Ego: creado por mí pero no por ello menos real. Se parece físicamente a Steve McQueen, habla parecido a mi (si no igual) y sólo lo oigo yo aunque, a veces, le contesto en voz alta. Lo utilizo para hablar de mi mismo (perdón) mezclando realidad y mentirijillas.
En tercer lugar (y de éste me da un poco de vergüenza hablar), está el que he llamado mi otro yo porque el nombre, que tiene nombre, no lo voy a decir. Se trata de un personaje creado inicialmente en la intimidad con mi mujer que obtenía cambiando la voz y que ya no controlo. Punto.
En cuarto lugar está mi amigo imaginario. Al que no he conseguido dejar de ver (ni él a mi) a pesar de mil y una peleas y reconciliaciones. Con el mantengo el tipo de relación: “No te sientes ahí que es el sitio de Rocky” (porque se llama Rocky), “No. Me enjabono yo primero” o “Rocky también quiere que le des un beso”.
Por último (no me iba a poner primero: el burro primero): yo mismo, el que se ve desde fuera y el único que sabe escribir aunque el nombrado en primer lugar tenga más éxito.
No sé en qué película salía el demonio y decía algo así como: “Soy Legión” y se me quedó a mi aquello. Y pensando, pensando digo yo que, siendo yo 5 en 1 de forma personal y casera, también formamos, si no una legión, sí una pequeña compañía.
