El Cristiano Ronaldo de los científicos, Stephen Hawking, se ha desmelenado –pobre, ya le gustaría poder hacer un giro de cuello para mover ese tupe lacio que le corona la cabeza- y ha salido a los medios para decir que, científicamente, “No es necesario invocar a Dios para explicar el origen del Universo”. O dicho de otro modo, como tantos antes que él, Dios ha muerto (Gott ist tot, Nietzsche dixit).
Como es lógico, tan drástica afirmación ha levantado ampollas alrededor del mundo. Aún estoy perplejo por la ausencia de una fatwa musulmana condenándole a muerte. Si por un pastor protestante que iba a quemar un Corán, casi se arma la marimorena, no sé qué pasará cuando se enteren de que este hombre lo que se quiere es cargar al Corán, a Mahoma y Alá de un solo tiro. Se ve que en Irán lo de los científicos no les tira, o no los quieren enfrentados hasta que tengan la bomba nuclear.
Como siempre ocurre en este tipo de noticias, todos los medios repiten las mismas frases, sin llegar a desarrollarlo de una forma seria. Por lo que he podido extractar, se basa en dos hechos: por un lado, “debido a que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo crearse a sí mismo, y de hecho lo hizo”; y por otro que en 1992 se descubrió el primer planeta extrasolar, que orbitaba en torno a una estrella que no era el sol. La verdad, esperaba argumentos algo más complejos viniendo del científico más conocido del mundo. Las noticias no son frescas, que se diga. La teoría de la gravedad ya estaba elaborada en el siglo XVII y, la verdad es que en la era de la información, tardar en sacar una conclusión en base a un descubrimiento de 1992, es chocante. Espero que en su libro “The Grand Design” lo argumente un poco mejor, la verdad, porque los razonamientos que han trascendido en un primer momento dan la penosa sensación de que su deterioro físico ha alcanzado el cerebro. Me temo que todo este asunto no sea sino un mísero señuelo de marketing para vender aún más libros, ya que creo, a excepción de su gran éxito “Breve historia del tiempo”, los otros diecisiete que ha publicado han pasado bastante desapercibidos. Sí que tiene gracia el título de uno de ellos: Dios creó los números: los descubrimientos matemáticos que cambiaron la historia. Paradójico, ¿no? Máxime cuando lo publicó en 2005, 13 años después del descubrimiento del primer sistema solar similar al nuestro. Ahora ya han localizado más de quinientos.
El asunto me tiene perplejo por varios motivos. En su día leí su “Breve historia del tiempo”, donde su postura era más bien la contraria a la que ahora mantiene. Sí, sí, reconozco que hubo partes del libro que no entendí. Ahora, Hawking, ateo confeso, nos intenta convertir a todos a su “no religión”. ¿Será que ve próxima su muerte? Lo dudo, ya en 1963 le pronosticaron dos años de vida, y mírale, vivito y coleando 47 años después. Supongo que ese error científico no le habrá molestado, aunque viéndole, uno se pregunta a veces si no será mentira; si no estará momificado hace años y lo que nos muestran de tanto en cuanto es su momia. Nunca he entendido cómo hace para comunicarse. En los vídeos que puedes ver por ahí, el hombre ni se inmuta y, sin embargo, de la voz cibernética que sale del ordenador, acento aparte, se realiza a un ritmo de normalidad. Antes, al menos, movía los dedos y eso justificaba en parte su interacción, pero desde hace ya un tiempo, ya sólo se comunica mediante sus músculos faciales. Un hombre que no cree en Dios, sin embargo se comunica a través de un medio milagroso. La verdad, me resulta tan incomprensible como los agujeros negros que así uno pueda decir algo más que “sí” (un parpadeo), “no” (dos parpadeos), quizás (tres parpadeos). ¿Cómo diablos un ser así puede seguir elaborando teorías matemáticas, escribiendo libros y levantando polémicas mundiales? Me cuesta creerlo. La lógica científica me dice que ese freaky –ya sé que no es elegante llamarle así, pero es la verdad- que nos muestran muy de tanto en cuando no es más que una carcasa que utiliza un grupo de científicos como marioneta para exponer lo que “ellos” quieren, pero escudándose en ese pobre muerto en vida. Sospecho que un tal Leonard Mlodinow que firma junto con él la autoría del libro tendría mucho que contar al respecto.
Pero suponiendo que sí fuera él el que hace, dice, razona esas teorías –lo que de por sí me resulta tan fácil o complicado como creer en Dios. Mlodinow, ¡cuenta, cuenta!-, ¿cuál es el motivo que las saque ahora a relucir? ¿Tan caro es su mantenimiento cuasi-vegetativo que necesita un Bestseller? Está claro que el libro no podrá faltar en la biblioteca de ningún ateo sincero y que muchos creyentes lo comprarán con idea de rebatirlo. A mí hay un asunto que me huele a chamusquina. Cuando en el 2008 se puso en marcha el acelerador de partículas del CERN, saltó a la luz pública una polémica (¿otra?) entre Hawking y Higgs, otro científico –este sí mueve las manos- respecto a la existencia o no del “bosón de Higgs”. Se dijo que habían apostado 100$ y que el que tuviera razón se garantizaba el Nobel. El que Hawking se haya lanzado a la arena me huele a que tiene serias sospechas de que va a perder.
Dicen que la fe es un don de Dios. Creo que intentar demostrar su existencia o inexistencia es un asunto de mero orgullo desmedido. A pesar de lo que digan muchos, a mí me parece que las religiones son la piedra angular de la moral humana. Aunque todos sabemos que en nombre de las religiones se han hecho todo tipo de salvajadas, también se han hecho en nombre de la patria, del dinero, del sexo. El que los amorales se escuden en algo para intentar justificarse, no quiere decir que ese algo sea malo. Las religiones, el sexo y el amor de uno a su tierra son buenos en sí. El arrogarse en falso paladín de todos ellos es el origen de los abusos cometidos en sus nombres. La desaparición de Dios creo que sería intrínsecamente mala, pues desaparecería la lógica de una moral. Si yo soy el único dueño de mi destino, es mi obligación robar, matar…, hacer todo lo que esté en mi mano para disfrutar de una vida sin freno ni límite. Los Estados, la Justicia, el Amor carecerían de justificación para mí, único ser del Universo con derecho a todo.