Ayer celebramos la misa funeral por el padre de Tito. Nadie sabe muy bien por qué se continúan haciendo estas cosas, pero el caso es que se hacen y si me paro a pensar, en los últimos tiempos los funerales son los únicos actos religiosos a los que he acudido porque me parece obligado acompañar a la familia en el trance y como la despedida suele ser en una iglesia pues allí estamos.
Siempre me paro a escuchar, me paro a intentar entender cuál es el mensaje que quieren transmitir desde el púlpito y siempre me produce cierto pavor lo que de allí brota.
El anciano cura de voz gastada leyó en la misa de Juan Antonio, como evangelio, unas palabras de San Juan:
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. (Juan, 12).
Y los feligreses oyen cosas así y dicen Amén y dicen Hágase en mí según tu palabra y se quedan tan frescos. Y yo me llevo las manos a la cabeza y me avegüenzo. Me avergüenzo de haber estudiado en un colegio de monjas y de no haberme dado cuenta hasta lustros después de la castración a la que había sido sometida. No te ames a ti mismo, no te quieras, no disfrutes de la vida, no goces, no rías... Es mucho mejor aborrecerse, entregarse al sufrimiento, a la fustigación, al cilicio, al dolor y al miedo, a la espera de una incierta, secreta y remota compensación.
En la homilía también nos recordó el cura que si alguna gloria tuvo Jesucristo no fue la de ser hijo de Dios ni la de vivir del modo en que lo hizo sino la de morir para salvarnos ¿¿¿??? Aún no me ha explicado nadie en qué consistió la supuesta salvación.
Por último nos instó a agradecer a nuestros padres más que la vida que nos dieron, el acercarnos a la gracia del bautismo. Entonces me di cuenta de que tengo tarea pendiente en cuanto llegue a casa, apostatar será la decisión más sensata, que borren mi nombre, que no me relacionen con toda esa patraña.
Yo me quiero bastante. Y tú?
(epílogo demagógico: tal vez los curas pederastas actúan así para alcanzar el máximo aborrecimiento sobre sí mismos y llegar de ese modo a la vida eterna sobre seguro).