Lo siento, Yamal, me acaban de concertar una cita con unos clientes vip y no sé cuándo terminaré.
Lee un par de veces el mensaje. No se lo puede creer. Otra vez. Se ha puesto de dandy para sorprenderla.
El barrido lo hace de izquierda a derecha: el tiovivo, una pareja de japoneses, un negro con un traje de locos y un smartphone de mil pavos.
Aún les quedan tres días en la ciudad. El sol penetrante es mejor que el naciente.
No hay dos sin tres. El texto se mantiene en sus trece.
Ya está a su altura ¡zas!... y a correr porque la vida le va en ello.
La pareja se le acerca, está paralizado. Yamal levanta la cabeza y se alza en toda su longitud, frente a ellos. Ella lo mira con ojos de helado de limón; Yamal percibe la frescura, la acidez y el dulzor con una nitidez que le abruma.
Desde la cabina de los tickets llega suave por el aire:
“Gira, il mondo gira
Nello spazio senza fine
Con gli amori appena nati
Con gli amori già finiti
Con la gioia e col dolore
Della gente come me”