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ISSN 1989-4163

NUMERO 127 - NOVIEMBRE 2021

 

Patricia 1906 - III - Trilogía

Ramón Asquerino

La verde soledad del agua

 

«Te vengo esperando todos los insomnios,
sus letras deindelebles notas
con la piel a tiras por tus besos»
Pablo de Sotomenor: La verde soledad del agua

 

«Y a ti, Ariadna,
       en la ciénaga de los besos ciegos,
     que te alcancen otra vez los labios»
La hora del minotauro del aire

 

«Está esperando una mujer,
una mujer sentada y última a la que llega el agua a las rodillas,
una mujer que también llueve,
que también dice adiós entre la niebla,
que también sabe que ahora es de noche y está sola»:
La casa encendida, Luis Rosales

A Patricia Dolores Fernández Ridruejo
(17/3/1906-13/2/1988)

*
Será aquel un día más de otoño de 2021
por donde desearás, aun exhausta, la tarde,
alta de tacones,
la falda corta de los sábados
y un estrecho olvido de galerías
sin aire.
Tu sincero norte de perfume en el pasillo,
la bordada voz de tus manos,
esa huida presencia de tu foto,
se aprendieron la esquina de aquel rincón
antes de la osteoporosis del olvido
y la memoria,
antesala del grito de las caléndulas,
antes de la misma tu muerte:
¡qué difícil es encontrarte!

La verde soledad del agua
se ahogaba a brazadas
entre algas nerviosas por verdes noticias
en letras redondas que no pagaban
ni el silencio ni el hambre:
También fue aquella La hora del minotauro del aire,
los solitarios gritos de Ariadna y Dido,
vuestra negra doble del hambre y el quiste,
la ceguera inmediata y el corazón vestido de luto,
los harapos y el mar, solos:
noches de naufragios bajo silencios de pianos
y ásperas caricias.
«y el alba finge en las olas
fragatas de sombra y seda»

Luego, al rojo herido el 16 de julio de 1906,
el barco en Cádiz el 16 de septiembre de 1906,
en Veracruz, 8 de octubre, tres semanas de travesía, de 1906,
(sin Rimbaud a bordo ni Juan de la Cruz al timón,
sin Claudio Rodríguez ni Luis Mateo,
sin Lorca en la sala de lecturas);
dos años al sonido sosegado de Apipilulco
—sería la música que te está escuchando;
al piano sordo, tus manos—,
y la destemplada distancia desde México D.F.
cuando desembarcaron, regando, rasgando vestiduras de duelo,
las lágrimas:
Lugentes campi, campos virgilianos plagados de luto,
hasta un sombrío 22 de febrero de 1919.

Ahora tirita tu soledad que alquila las horas por días,
se aferra a la garganta, toses y
sangran las yemas de los pulgares
hasta romper a bocanadas
con palabras y piel
la tibia penumbra de aquel 17 de marzo
y del año desde el que te siga escribiendo.
¡Cómo me Arden las pérdidas,
la herida de su destrucción,
y el alba finge en las olas
aquella mujer que también llueve!

Tu sincero norte de perfume en el pasillo,
La verde soledad del agua.

*

«y el alba finge en las olas
fragatas de sombra y seda»: Federico García Lorca: Mariana Pineda

 

 


 

 

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