En el consuelo vago
se agolpa el inútil trino del misterio.
A los muertos no les conmueven las palabras.
Evoco tu voz
en la ronca humedad de los días perennes.
Con su luz de cielos tersos
y noches agitadas.
No les conmueve la música.
Tú desde el mar
lanzabas a la placidez de la piedra
la melodía del agua.
No les conmueve la juventud.
Pero con ella
pisabassin miedo las veredas nuevas
que te llevaban a mi casa.
No les conmueve el amor.
Pero juntos teníamos
en la habitación blanca, la cama y un disco
que sonaba lento mientras me acariciabas.
Si yo tuviera de ti, de nuevo,
un pedacito de tu carne intacta…
Pero a los muertos no les conmueve la carne.