En un melancólico artículo de prensa que el autor jienense publicó en el año 1988 bajo el título de “El ladrón de libros” se nos hablaba con delicada exactitud de “esos amantes que no piden ni desean otra cosa que el privilegio estático de la contemplación”; idéntico sentimiento al que experimentaba aquel monarca que, tras ser concebido por Rabindranath Tagore, pasaba sus días encandilado con la belleza y las gratas perfecciones de su esposa, llegando a mostrarse dispuesto a desatender las tareas del gobierno con tal de permanecer siempre a su lado para alimentarse con su visión… Mario pertenece a esa estirpe de personas. Su trabajo como delineante en la Diputación Provincial de Jaén no comporta ningún tipo de brillo, pero a él le resulta suficiente: obtiene unos ingresos menguados pero seguros, no soporta sobre sus hombros ningún tipo de exigencia administrativa y dispone de tiempo libre para estar en su casa y dedicarse a la actividad que le depara la única felicidad de su vida: gozar de la cercanía de Blanca, su esposa. “Qué pérdida de tiempo, no estar siempre con ella, tenerla cerca y poder mirarla”, nos confiesa el protagonista en una de las primeras páginas de su relato. Pero ella no comparte esa reducida visión del mundo, sino que nota bullir en su interior otras pulsiones: adora la pintura de Frida Kahlo (le pide a su esposo que vayan a Madrid para deleitarse con una exposición antológica suya que se ha instalado en la capital), el cosmopolitismo, la sofisticación, la modernidad. El equilibrio entre ambos temperamentos disímiles comenzará a erosionarse cuando aparezca en su mundo el artista conceptual Lluís Onésimo, que fascina a la impresionable Blanca y que generará desconfianza y celos en el pusilánime Mario… Lluís se convierte de sospecha en amenaza, y de amenaza en termita, lo cual despierta en Mario el recuerdo de Jaime Naranjo, el pintor con el que Blanca mantenía unas relaciones muy tóxicas antes de irse con el modesto delineante, que no dudó en someterse a situaciones vejatorias, bochornosas, casi lacayunas, para merecer la atención de la hermosa muchacha… Una novela sobre la timidez, sobre el amor acomplejado y absoluto, sobre las parejas que se mantienen con los alfileres que uno de los miembros se obstina en colocar.