Actualmente, Lena Dunham es conocida por ser la creadora y protagonista de la serie GIRLS. Vale la pena analizar su figura porque, aunque se declara feminista, no tiene miedo a reflejar algunos tópicos que otro tipo de feminista atacaría. Dunham trabaja firmemente por reconstruir la imagen de la mujer, quitar el miedo al desnudo público, aceptar el cuerpo, la vida caótica… Esta serie presenta la vida de cuatro chicas que, al salir de la carrera, deben hacer frente al mundo laboral. No consiguen trabajo, sus vidas amorosas son desastrosas, relaciones tóxicas, sexo tórrido, incómodo, más humano.
Este proyecto sale de la necesidad de mostrar un modelo más real que los presentados por amigas en NY hasta el momento: Sexo en Nueva York y Gossip Girl. En esta serie, Marnie es mala amiga, Jessa sociópata, Soshanna freaky y Hannah (Lena) una insoportable narcisista. No existe la chica perfecta que la televisión siempre nos ha ofrecido. Ni el sexo perfecto en el sofá. Ni una ciudad que te abre los brazos y te sonríe.
Hannah es una fuerte combatiente de todos los prejuicios y estereotipos que la sociedad marca constantemente, Lena, por su parte, es una luchadora por igual, no obstante, no tiene ningún problema en admitir que cuando va a una fiesta le gusta maquillarse o ponerse guapa. Es consciente de que el hecho de tener ciertos deseos físicos provienen de una tradicional patriarcal que sometía a la mujer a una imagen perfecta, femenina, como si de un cuadro se tratara. Pero no por ser consciente de ello, debe renunciar, pues es cierto que ahora ya forma parte de un interés propio. Y lo que es mejor, también lo celebra, porque entiende plenamente el concepto de aceptación. Querer pasar algún día haciendo cosas <<de chicas>> no está mal. Yo, por mi parte, quiero poder decir que veo Bridget Jones sin que los intelectualoides y feminazis me juzguen. El espíritu del contrapelo sigue ahí, la provocación, la desestabilización del discurso oficial. Participar en la lucha sabiendo que el mundo no es ni blanco ni negro, sino, más bien, gris. Es importante no asociar la batalla feminista y la tradición como estrictos adversarios, pues como apunta Foucault en El sujeto y el poder, estas relaciones <<propician que se activen mecanismos de poder>>, talón de aquiles de la conducta humana, ansia de dominio.
En definitiva, la aportación de Lena Dunham es muy útil sin ser radical. Su imagen llega a millones de espectadores que, aunque estén <<desinteresados>> en el movimiento, ven en Dunham pequeñas luchas diarias modélicas. Además, el fenómeno fan, acerca al espectador al trabajo alternativo de Dunham: un acercamiento al activismo que gira en torno al feminismo, desde proyectos como Lennyletter al apoyo a la candidatura de Hillary Clinton.
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