Venganza Criminal
Francisco Marín
Autor: Joaquín Lloréns. Editorial Baile del Sol. 2015. 238 pgs. 14,00 €.
Leer cualquier novela del dúo Alberto/Beatriz – Beatriz/Alberto es asistir a una película de trama frenética con la respiración entrecortada. Pero si la novela que tenemos entre manos lleva por título Venganza criminal todo lo anterior se multiplica de forma exponencial; es como asistir a una película de Alfred Hitchcock… los momentos de tensión son máximos, las descripciones son más que minuciosas incluso las imágenes que nos llegamos a formar pueden producirnos rechazos. La maldad humana está presente en gran parte de la historia.
Joaquín Lloréns tiene la maestría de llevarnos, como cogidos de un ronzal, hacia donde a él le interesa en cada momento –el dirá que son los personajes-. La historia está narrada en tres niveles, dos de ellos tienen las voces de Beatriz y Alberto. Los lectores que vayan siguiendo a esta pareja no se sorprenderán de la relación ¡¿paterno- filial?! que mantienen dichos narradores; por el contrario aquellos que se acerquen por primera vez se verán sorprendidos y, les aseguro, que quedarán atrapados por dichos personajes, así como por las armas que usa Beatriz.
Al regresar de la playa de Son Serra de Marina, en Mallorca, Beatriz Segura, la investigadora licenciosa, es testigo de un accidente mortal de carretera en el que está a punto de verse involucrada, resultando milagrosamente ilesa. Al llegar a su casa recibe una llamada de Alberto Medina, su mentor y amante, paralítico de cintura para abajo desde hace unos años a raíz de un atentado en Indonesia. Le pide que acuda de inmediato a El Gurugú, su casa de Denia. Allí le informa de que Anxo Paez, el jefe de un clan gallego de narcotraficantes, acaba de salir de la cárcel tras cumplir condena. Alberto le detuvo cuando aún trabajaba para el CESID y, durante el tiroteo que se produjo cuando asaltaron su vivienda, mató accidentalmente al hermano de Anxo. Este juró vengarse y cada año se lo ha recordado mediante cartas anónimas.
Muchos son los sucesos que tienen lugar desde la excarcelación de Anxo. Alberto eme por la vida de todas las personas próximas a él. El enfrentamiento es tan poderosos entre Anxo y Alberto que solo puede acabar de una forma: con uno de los dos muertos. Beatriz, sin proponérselo, se convierte en la pieza clave que decidirá quien de los dos hombres acabará con el otro, pagando el precio más alto que jamás pudiera haber imaginado.
Admiro al autor por ser capaz de meterse en la personalidad de Beatriz –confieso que no sé si Joaquín está dentro de Beatriz o por el contrario Beatriz ha poseído a Joaquín- ya que la manía por el detalle, creo, es femenina… conozco a muy pocos hombres que tengan el “detallismo” por bandera. Asistir al acto de vestirse Beatriz es como asistir a esas comidas en las que nos recitan cada uno de los platos con todo lujo de detalles, al igual que sus sesiones de maquillajes. Esta obsesión por el detalle lo lleva, así mismo, al acto de beber, de comer y de… digamos relaciones sexuales. Por todo ello lo he bautizado como “el maníaco del detalle”. Esto no es malo, al contrario, enriquece la historia y posiblemente al conocer al detalle al personaje sufrimos más con él.
Venganza criminal nos mantiene en diversos planos tensionales a lo largo de todas sus páginas… plano criminal y plano sexual. Cada lector buscará recrearse en uno u otro plano, complementándose ambos, lógicamente. La serie sobre Alberto/Beatriz es otra cosa dentro de la novela negra nacional e incluso internacional.
¡Joaquín no cambies!
Joaquín Lloréns (Bilbao, 1962) es licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad del País Vasco. Tras trabajar dos años en una multinacional del sector de la consultoría, trasladó su residencia a finales de los ochenta a Mallorca. Durante dos décadas ha compaginado sus actividades como Director Financiero en diversas compañías y sectores, con la docencia en español e inglés.
Ha publicado en Baile del Sol las novelas Citas criminales, Amor envenenado, Política criminal y Venganza criminal. Todas ellas comparten la misma protagonista, Beatriz, una investigadora no profesional y de personalidad algo excéntrica en sus relaciones afectivas. Queda pendiente de publicación la quinta y última de la serie Crímenes de lesa majestad. Ha publicado asimismo la novela El aniversario y el libro de viajes Camino iniciático.
Es co-director, webmaster y articulista de esta revista que nos acoge… AGITADORAS y miembro de RIEPA (Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos).
Autor de relatos y articulista en varios números de la revista mexicana Quehacer Editorial. Ha participado en varias antologías de relato negro y de poesía.
Como siempre… un lujo charlar distendidamente con Joaquín…
P.- Venganza criminal... ¿novela negra, erótica, negra-erótica?
R.- Indudablemente, negra-erótica. Toda la serie de Beatriz, investigadora licenciosa, pertenece a ese género. El mismo nombre de la serie lo indica. De hecho, el uso sin muchos escrúpulos de las armas de mujer de la seductora Beatriz es una de las piedras angulares de la serie. Aunque ello pueda generar rechazo de algún crítico purista de la novela negra, creo que es lo que hace de la serie algo infrecuente y especial.
P.- ¿Por qué la casa de Alberto se llama Gurugú?
R.- Mi padre era de Jijona, Alicante, y heredó una finca en la montaña. A dos kilómetros de ella, unos parientes cercanos tenían otra que ostentaba el nombre de Avió del Gurugú. De niño, cuando pregunté por qué tenía ese extraño nombre de “Gurugú” me explicaron que era un monte del Norte de Marruecos en el que había habido una gran batalla. El que a una finca en mitad de la sierra de Alicante se le hubiera puesto ese nombre me dejó fascinado e intrigado. Cuando comencé la serie de novelas y decidí que Alberto, el padre adoptivo y amante de Beatriz vivía en un chalet de Denia, le quise dar un nombre y, de inmediato, Gurugú me vino a la cabeza. Es un pequeño recuerdo a mis estancias juveniles por aquellos montes que me han dejado más marcado de lo que nunca hubiera pensado, pues continuamente me viene a la cabeza. De hecho, la finca donde mantienen recluida a Beatriz es realmente aquella que heredó mi padre.
P.- En esta ocasión las pasan bastante mal, dígame quien tiene la culpa de tanta "crueldad" ¿usted o las circunstancias?
R.- Al principio es cosa mía. Un poco cansado de lo políticamente correcto que invade en los últimos tiempos todas las áreas de la sociedad, incluyendo la cultura, quería escribir un revulsivo que incluso escandalizase a gran parte de los lectores. Mi intención es que, por una vez, cuando el lector termine la novela, le cueste dormir con la placidez de cada noche. Pero como siempre ocurre en el desarrollo de la escritura de las novelas, los personajes se me fueron de las manos y decidieron ir más allá de mi intención primigenia.
P.- ¿En alguna ocasión, alguien, le ha llamado la Atención por la relación 'supuestamente incestuosa' entre Alberto y Beatriz?
R.- Sí, cómo no. Pero ello forma parte de mi esfuerzo por alejarme de lo políticamente correcto, aunque en realidad no tienen parentesco de sangre, por lo que su relación “incestuosa” lo es solo desde el punto de vista social. En el mundo real es un hecho bastante frecuente que una relación de tipo Pigmalión como la de Alberto y Beatriz acabe con sus protagonistas enredados sexualmente.
P.- Observo que es usted muy, muy, muy detallista a la hora de vestir y maquillar, fundamentalmente, a Beatriz. ¿Quién es su asesor/ra? ¿Por qué ese afán en el detalle... de todo tipo?
R.- Mis asesores han sido las revistas de moda y femeninas. Tengo mujer y dos hijas –en esa época en plena efervescencia adolescente-. Por ello, las revistas que tratan esos asuntos han abundado por mi casa. Durante la escritura de la serie he estado por primera vez en mi vida atento a las tendencias que han ido surgiendo en ese tipo de publicaciones para que mi protagonista estuviera a la moda, tanto en ropa como en cremas y maquillajes.
El afán de detalle es para dar un punto más realista y cercano a mi protagonista. Las mujeres hermosas, las que se tienen por tales y, en general, casi todas las mujeres, dedican una parte importante de su tiempo cada día a elegir su vestuario, dibujar su maquillaje, pasear por las tiendas de ropa... Para ellas su imagen diaria es fundamental. En pocas novelas se le da la relevancia que tiene en el mundo real y, desde la primera novela de la serie, quise que ese fuera uno de la matices que forjaran el estilo de la serie y marcaran una de las referencias que da mayor sensación de realismo a la misma.
P.- ¿Quién es la primera persona que lee sus manuscritos? ¿Cómo le mira cuando acaba la lectura?
R.- Intento no abusar de la paciencia de mis conocidos dándoles la paliza con borradores de mis escritos, así que durante toda la serie de Beatriz, y con excepción de la quinta, aún inédita, que también han leído mis dos hijas, mis manuscritos solo han sido leídos por los editores y mis dos hermanos, que han tenido la delicadeza de minimizar sus comentarios –a petición mía– a las erratas y al apunte de alguna pequeña incongruencia que se hubiera podido dar y que, demasiado concentrado en la escritura, se me hubiera podido pasar por alto.
Y nunca me han mirado torvos. Mi hermana Eugenia porque vive a más de seiscientos kilómetros, con lo que no la veo hasta mucho tiempo después de que los haya leído. De ese modo, el posible efecto de la lectura del manuscrito no ha dejado huella en su mirada. En cuanto a mi hermano Juan, porque es un auténtico apoyo en mi labor creativa y en muchas otras áreas, así que su mirada es siempre positiva.
P.- ¿Qué es para usted la novela negra? ¿Hasta qué punto es necesaria en nuestra sociedad?
R.- Para mí la novela negra es aquella que conjuga intriga con el mundo criminal. Es una especie de versión social ácida de las siempre populares novelas de intriga. Las características que la suelen rodear son la corrupción, ambientes sociales concretos y mayormente actuales, una cierta indiferencia moral hacia el crimen y un concepto de justicia subjetivo de sus protagonistas; todo ello bajo un tipo de escritura más directo y menos rebuscado que otros tipos de literatura con más pretensiones intelectuales.
No es ni más ni menos necesaria que cualquier otra expresión cultural, aunque su justificación per se, se daría en los países donde la libertad se haya limitada, ya que es un buen instrumento para mostrar de modo metafórico lo oscuro de ese tipo de sociedades, entre las cuales cuento también a las que tienen una falsa democracia, como son la mayoría de las democracias actuales.
P.- ¿Cómo ve el panorama "negro" nacional?
R.- Creo que está mejor que nunca. La novela negra ha pasado de ser considerada una especie de subgénero literario a un género con mayúsculas. Y tanto a nivel nacional como internacional. Actualmente estamos en una fase en que es un género predilecto para su escritura, su lectura y su publicación. Ha pasado a ocupar gran parte del espacio de la novela fantástica y de ciencia ficción, que han perdido parte del peso editorial que antes tenían. Aunque hay una cierta sobreabundancia de novela negra, se escriben obras de gran nivel e interés en nuestro país.
P.- ¿Se inclina más por la personalidad del criminal o del agente de la ley?
R.- Si tuviera que elegir, por la personalidad del criminal, que es mucho más compleja y llena de matices. El criminal está más cerca de las personas reales. Todos hemos cometido acciones incorrectas que, aunque no delictivas, nos permiten comprender mejor las debilidades, oscuras motivaciones y ambiciones de los criminales. Además, el agente de la ley juega con toda una organización estatal que le apoya, mientras que el criminal es una especie de David frente a Goliat, aunque muchas veces sus motivaciones no tengan nada de edificante. Y yo siempre he sentido debilidad por las causas perdidas. En unos tiempos en que la legislación constriñe cada vez más la verdadera libertad e individualidad, el criminal muchas veces es un símbolo de la resistencia del hombre frente a la maquinaria implacable del Estado y los poderes de las corporaciones.
P.- ¿Sangre o psicología?
R.- En general, psicología. La sangre es imprescindible en la novela negra, pero lo que define una buena obra es la psicología de sus personajes. Los asesinatos son limitados –disparo, envenenamiento, apuñalamiento…–; las psicologías, infinitas. Me parece mucho más interesante saber qué piensan los personajes y por qué actúan como actúan, que lo que llevan a cabo.
En mis lecturas, descubrir una psicología interesante y creíble vale tanto como el mejor de los argumentos.
P.- Elija arma y técnica ¿cuál es su método preferido a la hora de matar?
R.- Además de las tradicionales, hay dos que he utilizado en la serie de Beatriz a las que tengo un especial cariño.
En la primera novela, Citas criminales, el asesino utilizaba un tubo que es el que se usa en los últimos tiempos para matar a los cerdos. Tiene un émbolo que, empujado por un pequeño explosivo, penetra en el cráneo hasta el cerebro y mata instantáneamente. Me lo descubrió Horst Abel, un maestro carnicero alemán amigo mío que estaba preparando un libro sobre los diferentes métodos y embutidos de las matanzas a lo largo de Europa. Lamentablemente, falleció antes de completar su obra. Se da la casualidad de que, aunque mi novela ya estaba registrada, no se había publicado aún cuando en la película No es país para viejos, Javier Bardem utilizaba el mismo arma.
La otra es una idea de juventud de uno de mis mejores amigos, Gonzalo Berasategui. Consiste en congelar una barra de pan a temperatura suficiente para que se convierta en un instrumento tan duro como una barra de hierro. Una vez consumado el crimen, se deja descongelar y se da de comer a algún perro para que desaparezca, como sucede en Política criminal, la tercera novela de la serie.
P.- ¿Qué no incluiría nunca en una de sus novelas?
R.- Adoctrinamiento; especialmente político. Creo que las novelas son para entretener, sorprender y, si es posible, enseñar y enriquecer al lector. Utilizarla para el adoctrinamiento me parece deleznable.
P.- Si le digo, con bastante tiempo de adelanto, que el día 10 de septiembre de 2016 tiene que estar en Cartagena Negra ¿qué me contesta?
R.- Que allí me tendrá, lo mismo que iba a acudir este año en que se dio lo que Cortázar denomina la teoría de las constelaciones adversas, como hoy mismo me recordaba Miguel Dalmau, que acaba de publicar la biografía del belga-argentino-francés; probablemente la mejor que se ha escrito hasta ahora a pesar de las infinitas trabas que la familia del escritor y el biógrafo oficial le han puesto.
P.- ¿En que está trabajando ahora mismo?
R.- Estoy en el primer tercio –estimo– de una novela sobre un objeto de poder hallado por un hombre cualquiera tras varios siglos enterrados y cómo a través de él conseguirá afectar de modo, a veces irreparable, a las vidas de otras personas, cambiándole su carácter y personalidad. Aún no sé cómo acabará, pero eso es parte de lo que más me gusta de la creación en la literatura: las sorpresas que a mí mismo me depara a lo largo del desarrollo de una novela.