Mente distraída
confundida en los vahídos
sin reparos
tras mi iglesia protegida.
Presteza y arrogancia
ataco
lo que otrora no soñara con rozar.
Fuera toda la armadura
humillada ante los ojos
sin dudarlo se comienza
a atacar la fortaleza.
No haya cuartel
Baco me ordena;
el fuego me alcanza y
a la batalla me lanzo
no me basta la venganza
sino que ansioso
Azoto
Asalto
Retrocedo y adelanto
sin descanso.
Rompo barreras y puertas
de castillos y casetas.
Donde veo oscuridad
con mi lanza
ilumino las vergüenzas
sin importarme siquiera
la humillación ajena.
El cerebro desecado por la espuma
babea sin piedad a la indefensa.
No interesa la victoria
sino la fugaz violencia
de la pasión sin freno.
Derrumbo tres murallas
y
gozoso
abandono
sus restos calcinados.