Siempre he pensado que los Chinos- y ahora la palabra tiene mil significados- están bien para salir del paso. ¿Necesitas una cubitera de hielo? No te compres una de Lekué, monísima, de silicona color manzana, que te va a costar un riñón. Vete al chino de la esquina y cómprate una de plástico por 30 céntimos. Ni tiene diseño ni le sobra calidad, pero hace los cubitos exactamente igual. Para salir del paso y capear la crisis, ya digo. Lo mismo que los “lollitos de plimavela”: aplacan la gusa, sin más. Pero la cosa se complica si hablamos de arte y euros, de penes de silicona y blanqueo, de mafias infiltradas en el mundo de la cultura.
Porque, ¿quién diablos es Gao Ping? Nacho Vidal le vendió 13.000 copias en latex de su herramienta de trabajo, y José Manuel Ballester, Ouka Lele y Soledad Sevilla (¡palabras mayores!) contribuyeron con sus obras en exposiciones en el Iberia Art Center del célebre distrito 798 de Pekín. Además, su galería de Madrid, La Gao Magee, ubicada en la muy galerística calle del Doctor Fourquet, fue admitida sin calvarios previos en ARCO 2011, donde mostró sus obras en un magnífico stand. Huelga decir que a muchas otras se les requieren años de esfuerzo y programación acertada para franquearles la entrada. ¿Por qué será? ¿Por todas las fotos en las que Gao aparece al lado del rey?
Gao Ping, además, colocó arte chino en distintos centros públicos como el IVAM de Valencia, en el que Consuelo Ciscar adquirió 61 fotografías, por ejemplo, por un valor entorno al medio millón de euros. Hay mucha pasta detrás de cada operación de Gao, pero también hay mucha ilegalidad y mucho dinero negro- con su correspondiente trama de blanqueo- y un enorme interrogante que gravita sobre la CREDIBILIDAD del sistema del circuito del arte en España, tocado desde hace más de una década.
El cocktail es explosivo, que por algo los chinos inventaron la pólvora y son los mejores con los fuegos de artificio: blanqueo de dinero, fuga de capitales, la pornored de Nachete, las grandes galerías danzando al son del yen turbio y el euro más negro… una bomba de relojería que acabará provocando una crisis de recelo en un mercado a la baja. Y no hace falta recordar que el recelo y la falta de confianza en los mercados son las dos patas del inmovilismo, lo que no nos deja crecer ahondando en la crisis. Los dichosos mercados y sus nuevos códigos morales, piden paz y transparencia, control en sus campos de inversión y apuesta, y cuando adoptan posiciones financieras de refugio- Anish Kapur, Cy Twombly, Damien Hirst y los clásicos de todas las épocas- requieren GARANTÍAS.
El caso de Gao Ping, sumado a nuestro desmesurado IVA cultural, alejan a España, aún más, del mercado internacional del arte. Referentes equívocos. Mafias chinas. Realidades veladas y consentidas y mucha podredumbre cultural. Así no vamos a ninguna parte, señores. Pero eso ya lo sabíamos, ¿verdad?