“Sus ojos, como si me hubiesen dado ganas de beber, me hacían abrir la boca. Eran grises a las doce, teñidos de verde al caer la noche y azules al salir el sol”: Maupassant: Cuentos: «¿Loco?»
“Allí caballo azul de mi locura”: Lorca: «Tu infancia en Menton».
He logrado disimular la boca,
mirar entre dientes tus ojos
-al salir el sol azules-
con que dibujas tu origen primera
por mi paladar, dura.
Alguien, más abajo,
a la altura insomne del borde
de tus muslos inexorables,
ha prendido el iris del deseo,
perdido
en esa azul locura de tu mirada.
Se me entristece tu cintura,
sin sombra, oscura de no medir
el olor insensato de tu pelo,
pero alguien me ha hendido
el error cronológico
en una lágrima con resaca.
Azul locura de tu mirada,
remotamente sin mirarme,
el pasmo de tanto brillo
sin conciencia de que te rapta
el deseo, el horror de no poder
más que escribir esta distancia,
la misma que divisan tus ojos
horizonte azul al salir el sol.
No sé cómo me teñiría por la noche
verde de tu aliento, ni cómo
beber contigo el gris mediodía
sin prenderme de albas y acabar
al fondo del violento vórtice de tu pelo.
Con la sed de los vientos
te bebo, seco, entera,
sin que hayas notado cómo te falta
ni siquiera una loca gota de aquella lágrima.
Madrid: 28 de junio de 2011.