Reflexión: Si vivimos en un país que no cree en sus políticos, que desconfía de sus jueces, que sabe que la banca engaña, que no se fía ni de su sombra... ¿Por qué puñetas íbamos a creer en las palabras de una banda terrorista?
Casi mil muertos escriben su historia.
Sus representantes políticos siguen sin condenar la violencia.
Ni se les ha pasado por la cabeza entregar las armas.
Y unas elecciones generales a la vuelta de la esquina.
¡Qué poca vergüenza!