… ginebra, de preferencia seca, tipo London Gin o Miller’s. El secreto está en el frío. En el vaso mezclador limítate a remover, aunque no demasiado. El hielo se deshace y agua los ingredientes. El dry agitado es un mito y una porquería. Y una aceituna .Y angostura. Siempre. El toque es definitivo…
Charlan a menudo, como menudas son las palabras que engarzan los labios de Chanel ungidos. Les gusta dejar que el aliento se vaya enredando en el aire, tejiendo conjuros y haciendo del paso del tiempo un estanque de eternidades. Los relojes se congelan en las muñecas entre paréntesis de brazaletes, helados como joyas de tumbas antiguas.
… es un retoque. Mis cuñadas de Málaga, te lo juro, dos loros y a golpe de bisturí, diez años menos. Dicen que es lo que más envejece. Son sólo las bolsas, no te vas a convertir en la máscara de Tutankamon…
Charlan a la vez, arrebatándose el relevo de las manos, sin el más mínimo sentido de la deportividad. Con aspavientos de fulgores digitales y manicuras francesas y dos octavas por encima de la partitura. La conversación es banal, pero no impide la vehemencia. El mundo es una obra de compleja factura y fácil interpretación.
… es indignante. Son unos retrógrados. ¿Por qué no aceptan las reglas del juego? En occidente no tendríamos que consentirlo. Pero la clase política no tiene nivel. Son todos iguales…
A veces la charla languidece, más como un bostezo que como una lágrima. Entre los tacones se encarama una historia más de abandono y desamor. Más de lo mismo… Abren el bolso y dejan caer dentro
… qué cabrón…
Repiquetean las carcajadas, verdes, negras y rosas, como granos de pimienta fresca al viento del ingenio que la red propaga o de la anécdota escamoteada a las sábanas conyugales. Las lágrimas en cascadas de risas, esta vez sí, apagan los ardores de las malmaridadas.
… una sola neurona en el cerebro; el resto, ya sabéis dónde….
Un aroma infantil y un hedor adolescente, vanamente ocultos en los escotes, se zafan y la lengua se hace materna. De las orejas penden interrogantes de oro viejo y claves de sol. El tono empezó mayor aunque se precipita a tonalidades menores entre síncopas.
… y no estoy dispuesta a consentirlo. Son unos egoístas. Ayer le confisqué el móvil, pero no sirve de nada; sigue haciendo lo que le sale de las narices. En ésto es igual que su padre…
Callan a la vez. Cuando el asunto es complejo y definitivo; cuando se les cuela la enfermedad, cuando alguna tuvo la imprudencia de convidar a la desgracia a manteles y sentó a un muerto entre ellas. El frío invade el silencio, hasta que alguien levanta la copa:
¡Por nosotras!
Sólo en muy contadas ocasiones conversan de verdad.