1975. En la tele veíamos "Este señor de negro", serie de Mingote protagonizada por el entonces ubicuo Jose Luis López Vázquez en el papel de Sixto Zabaleta, encarnación de los valores caducos de una sociedad que los iba abandonando a medida que aplaudía cada parte médico que implicaba el empeoramiento de F.F. -se estrenó en octubre-, y "Pili, secretaria ideal", uno de los albores catódicos de la mujer trabajadora en España, con jefe cascarrabias y misógino incluido, como no podía ser menos. Heidi y Vickie el Vikingo abrían a los niños españoles una ventana con álbum de cromos a valles fecundos y navíos bárbaros.
Se vislumbraba un atisbo de libertad y la graduación de las gafas del censor daba mucho que desear. El alboroto, el desbarajuste, el caos, la confusión, el exceso y el jolgorio incontrolado estaban a la vuelta de la esquina y, antes del descorche, todo eso apareció en formato Desmadre 75.
El país se preparaba para una fiesta y no pudo esperar para celebrarla: número 1, canción del verano y botellón-avant-la-lettre, "Saca el güisqui, cheli" se convirtió en el hit hispánico de la calicha pre-transicional. Guateque y discothèque como nunca más rimarían.