Hoy he salido a la lluvia a bañarme
Infinitas estrellas líquidas
Salpicaban un cielo marino
Verde brillante
París. Hoy es 11 de septiembre del 2.011. Estoy en la Rue de la Paix, nº 111. Leo una placa: “Antonio Santorini. Dentiste. 1er. étage”. Me llamo Adán y tengo veinticinco años.
Sala de espera del dentista. Una mujer gorda pelea con una niña que juega con una muñeca.
Hay una mancha de humedad en el techo. Me recuerda el apartamento de Amanda. El ruido monótono de las gotas de agua en el cubo mientras hacíamos el amor sin tregua.
Recuerdo el pánico al dentista cuando era pequeño. Al menos esta vez los nervios son por otra cosa.
Me llaman. Entro en la consulta. Me siento en la silla. Siempre me gustaron las sillas de los dentistas. Si no fuera por lo otro…
- “Hola, soy Ardilla”, le digo.
- “¿Ardilla?, pregunta.
El dentista queda parado, con los ojos abiertos. Por su mente pasan imágenes de los últimos veinte años desde la última vez que me vio, como dicen que sucede momentos antes de la muerte.
- “Sí, Ardilla, papá, soy tu hijo”.
Antonio Santorini le pide a la enfermera que salga y quedamos él y yo solos.