De zorras caprichosas. Novela negra. Proselitismo. Y snobs.
Volvemos a centrarnos en los problemas de actitud tan humanos: los caprichos. Quién los disfruta y quién los paga. Es una curiosa dicotomía, sobre todo desde que se puso de moda el comprar comprar comprar para gastar gastar gastar dinero dinero dinero, que diría Warhol. La niña de nuestros ojos -Visa- se lleva nuestro disfrute. ¿Y qué subidón produce salir a la calle con un montón de bolsas atestadas de cosas, y que la gente te mire como sorprendiéndose, y que tu pienses en la suerte que tienes, lo mucho que lo mereces y lo poderosa que te sientes? Que luego te lo pongas o no es algo totalmente secundario. ¿No?
Probablemente esto enraíza con el auge del snobismo y el arribismo que, como ya sabemos todos, son tan antiguos como la humanidad. Ir cargada de bolsas de Zara supone satisfacción. Ir cargada de bolsas de Chanel un orgasmo. ¿Y quién dijo que el deleite era frívolo?
Ser o querer ser es algo entre admirable y patético, como suele pasar casi siempre. Puedes parece una persona interesante y, en un segundo, un completo inepto que no sabe dónde tiene la mano derecha. Las diosas que saben que lo son, son más diosas que las que no lo saben. Frías, tersas, con el vestido recorriendo su espalda y marcando su contorno salvaje y ardiente de sexo. Aunque, también lo son más para mirar que para disfrutar. Esto se resume en aquello de “Ava Gardner y el ir a contarlo”. O en eso de Rita Hayworth: "los hombres se acuestan con Gilda y se despiertan conmigo".
Las femmes fatales de palo suelen ser de apariencia. De lejos... cuelan. De cerca... no cuelan. Como los bolsos falsos. Además, el entorno en el que se mueven suele hablar de su procedencia. ¿Ópera o Cabaret? Al caso.
Con las viudas negras pasa algo parecido. Entremezclado con carmín, sexo, sangre y sudor. Uno sabe a qué atenerse. Y, luego, no puede quejarse....
La existencia va a ser trágica y ellas son mujeres de lo efímero.
A una mujer a la que uno satisface - o no, ¡habrase visto!- en alma, cuerpo, espíritu y armario. Uno no puede aspirar a estar en su corazón. Es dueño de un hermoso envase con una fecha de caducidad muy cercana. Hay relaciones de amores de una noche. Nos enamoramos -o no- de eso que se va a desvanecer. No sé si porque nos gusta sufrir o porque alternamos el papel de castigadores con el de vengadores...
Y es que: somos unos snobs del amor. Del sexo y del armario. Y para muestra, un botón: Vestido de Balmain modelo-desarrapado-fulana-borracha-busca-desquitarse-sábado-noche por 12.000 €. Y lo triste es que si lo cuesta, lo vale. ¿O no?
Pues eso, que nos va la marcha.