Reconozco que el número de páginas puede asustar al más pintado. La librera que me vendió el libro soltó el comentario de forma espontánea: ¡Caramba, te debe de encantar leer!
Abrir este libro es sumergirse dentro de una experiencia del todo recomendable. Robert Fisk es un periodista con una dilatada experiencia de la historia contemporánea de Oriente Medio e incluso podría jugar con las palabras y decir que Robert Fisk tiene una dilatada experiencia en la historia contemporánea de Oriente Medio. Este periodista británico ha sido testigo de momentos muy relevantes: la revolución islámica iraní, la guerra Iran- Irak, la invasión rusa de Afganistán, invasión del Líbano por parte de Israel el año 1982, autor de dos entrevistas a Bin Laden- cuando éste era la paloma blanca de la esperanza estadounidense ante los soviéticos.
El autor ha tardado veinte años en redactar el libro e intentar dar una explicación pausible a lo que ha pasado y está pasando en esta parte de nuestro mundo.
El título del libro- La Gran Guerra por la Civilización- es una referencia a la Primera Guerra Mundial, en la cual el padre de Robert Fisk luchó, y es la leyenda impresa en la medalla que su progenitor recibió por participar en la guerra y sobrevivir.
Robert Fisk arranca con la Primera Guerra Mundial en el punto de mira y desglosa las pretensiones y ambiciones coloniales de las potencias americanas y europeas. Los paralelismos a la situación actual es bastante impresionante. El autor nos da la lista de las ciudades que resistieron, en el que es el Irak actual, a los británicos y son los mismos nombres de las ciudades en las cuales los norteamericanos encuentran una férrea resistencia a su presencia. ¿Por qué parece que la historia de Oriente es la misma siempre y se repite cíclicamente? A la vez que Robert Fisk nos intenta contestar a esta pregunta también nos habla de la historia de unos paises, los llamados árabes, que han tenido la desgracia de padecer la intervención “democrática” de las potencias occidentales, el despotismo de los suyos, la crueldad de los liberadores del colonialismo y la dictadura.
Se trata de un libro denso, no quiero engañar a nadie, que necesita que su lectura sea interrupida para poder asimilar todo lo que se cuenta (los horrores, las ejecuciones masivas, la hipocresía de los gobiernos, el sufrimiento del pueblo…).
Robert Fisk da la palabra a todos en este libro y a lo largo de las páginas hablan los terroristas, los “salvadores”, el pueblo, los activistas, los militares, los gobernantes… en un intento de dar una visión la más completa posible de una realitat cambiante, compleja y poliédrica. Sin embargo Robert Fisk ha elegido quienes son los “suyos”:
Soldados y civiles murieron por decenas de miles porque así se había dispuesto para ellos, con la ética atada como un ronzal al caballo de guerra de tal modo que nosostros pudieramos hablar de “entornos ricos en objetivos” y “daño colateral”- el más infantil de los intentos de sacudirse de encima el delito de asesinar- e informar sobre desfiles de la victoria, el derribo de estatuas y la importancia de la paz. Asi les gusta a los gobiernos. Quieren que sus ciudadanos vean la guerra como un drama de opuestos, bien y mal, “nosotros” y “ellos”, victoria y derrota. Sin embargo, la guerra no es algo que trate ante todo de victoria o derrota, sino de muerte y el hecho de infligir. Representa el fracaso absoluto del espíritu humano.
