- Hace años, no era raro que en ciertos ambientes la gente te preguntase “¿estudias o diseñas?”. Diseñar, en aquel momento, solía hacer referencia al mundo de la moda. Pero las cosas han cambiado mucho. ¿Puedes explicarnos en qué consiste tu trabajo?
Desde hace cuatro años trabajo en comunicación y diseño gráfico, ayudando a empresas y proyectos a tener una imagen coherente, fuerte y con personalidad que les permita diferenciarse en un entorno altamente competitivo y cambiante. Empecé en el ámbito del diseño gráfico a raíz de unas primeras prácticas en una agencia de publicidad en Barcelona. Allí me enamoré de las posibilidades que ofrecía dicho ámbito: diseño de identidades corporativas, diseño y maquetaciones editoriales, packagings de productos, etc. Más adelante empecé a formarme de manera autodidacta en diseño web y a trabajar como freelance desarrollando proyectos para clientes finales. Todo ello, unido a mi formación en publicidad y marketing digital, me permitía ofrecer servicios muy demandados en la actualidad: estrategia y gestión de contenidos en redes sociales, diseño de páginas web, creación y optimización de campañas publicitarias, fotografía y diseño gráfico… un mix de todo lo que hace falta para construir una marca y atraer a clientes potenciales.
En mi web podréis echar un ojo a algunos de mis proyectos :
https://www.valentinallorensdesign.com/
- En tu vida profesional hay tres momentos clave: tu marcha de Mallorca a Barcelona, de ahí a Australia y finalmente a Formentera. Háblanos de tu trayectoria profesional en los tres lugares.
Con 18 años me mudé a Barcelona a estudiar ADE, pero al cabo de un año entendí que esa carrera no me motivaba, así que cambié a Publicidad y RRPP. Al tercer año empecé mis prácticas en comunicación y en cuarto de carrera estudiaba, trabajaba y empezaba unas prácticas en paralelo en la que fue mi primera agencia de publicidad. Al acabar la carrera me incorporé a la plantilla de una organización sin ánimo de lucro que replicaba un modelo francés de éxito por primera vez en España. Juntos construimos toda la marca, presente a día de hoy en cuatro ciudades españolas. Tras casi dos años trabajando, decidí que el ritmo estresante de la ciudad y el sentimiento de entrar en una rueda de la que ya no podría salir eran demasiado para mi, por lo que decidí dejarlo todo y marchar con mi pareja un año a Australia.
- Te marchaste a Sidney con la devastadora ola de incendios y volviste en plena pandemia, ¿qué aprendiste durante esos meses en los que nada salió como habías previsto?
Recuerdo estar en el avión con destino a Sidney oyendo hablar por primera vez del coronavirus, pero cuando aterricé ya me había “olvidado” de lo que luego sería esta devastadora pandemia. El primer mes transcurrió rápido y placentero, y antes de que finalizara el segundo, ya estaba trabajando en una agencia de diseño australiana. Estaba muy satisfecha, mi inglés mejoró mucho y el trabajo era muy motivador e interesante, pero cuatro meses más tarde, el COVID se instaló en Australia y la vida dio un vuelco, tal y como estaba ocurriendo en Europa y América. Hostelería, comercios, galerías.. todo cerró y la agencia en la que trabajaba perdió a buena parte de sus clientes, que optaban por congelar sus inversiones ante el miedo al futuro. La incertidumbre y el miedo al contagio se convirtió en nuestro día a día. Ante este nuevo escenario, sin trabajo, sin ingresos y sin poder viajar por tierras australianas, hicimos las maletas y nos fuimos (esta vez sin expectativas) a Formentera.
- ¿Qué parte de tu trabajo es la que más te motiva?
La libertad de poder escoger en qué proyectos trabajo y poder hacerlo desde cualquier parte del mundo.
- Tenemos entendido que has empezado a diseñar joyas
En diciembre volví a Mallorca y una tarde junto a mi hermana recuperamos una vieja costumbre de cuando éramos niñas: hacer bisutería con arcilla. Había investigado en Internet y el resultado de las artesanas me había impresionado; quería demostrarme a mí misma que yo también podía. Tras una primera horneada en la que casi intoxico a toda mi familia, descubrí que hacer accesorios a mano me divertía y relajaba. Al volver en enero a Formentera ya estaba decida: quería poner todos mis conocimientos y experiencia en marketing digital, fotografía y diseño para crear mi propia marca de accesorios slow-made. Durante 3 meses dediqué toda mi energía y tiempo libre a ese proyecto y por fin el 31 de marzo Ginkgo vio la luz.
- ¿Qué opinas del impacto que ha tenido la pandemia en tu forma de trabajar?¿Lo haces todo on line y a través de videollamadas?
En la mía sólo supuso el refuerzo de unas convicciones que ya tenía: es posible trabajar en algo que te gusta sin tener que soportar la presión de un jefe y sin estar atada a un horario fijo. Sí, tienes que estar en constante formación y sí, vas a trabajar incluso algún que otro domingo pero… el resultado final compensa estos pequeños sacrificios. Por supuesto soy consciente de que al ser nativa digital las tecnologías son una facilidad para mí y que el tiempo que debo dedicar a formarme es menor del que necesitarían otras personas. En ese sentido, tengo suerte. Y, naturalmente, mantengo que merece la pena luchar por lo que uno quiere.
- Finalmente, ¿cómo es vivir en Formentera tras haber pasado tantos años en la vorágine de Barcelona?
Siempre había escuchado esta frase: “si superas un invierno en Formentera ya no te querrás ir”... bien ¡pues ya lo he superado! y diría que con éxito. En Formentera encuentro la calma y la naturaleza que la ciudad ya no podía ofrecerme pero sin los inconvenientes de residir en el sudeste asiático. Por suerte, además, tengo a mi familia a un ferry de distancia. ¿Qué más podría pedir? La tranquilidad de Formentera me recuerda que la vida no tiene que ser necesariamente estresante, y me ofrece la inspiración necesaria para seguir trabajando en mi taller con vistas al Mediterráneo. Todo un lujo.
- ¿Qué planes tienes para el futuro?
Si algo he aprendido de mi viaje a Australia y el Coronavirus, es que no conviene hacer planes a futuro porque la vida ya tiene sus propios planes para cada uno de nosotros.
Como diría Baba Ram Dass: Be here now.
- ¿Qué le recomendarías a una persona de 18 años que, dada la situación actual, no sabe ni qué estudiar ni por dónde tirar?
Diría que explore todos los campos que pueda, que sea curiosa, que de una oportunidad a las nuevas tecnologías porque estas le abrirán muchas puertas y que se rodee de personas inspiradoras.